El Mariscal López y el desarrollo económico y comercial del Paraguay. Una anécdota de 1863

Es sumamente fácil confundir la persona de Francisco Solano López con su conducta en la Guerra del 70. Esto es bastante natural, conociendo la historia del conflicto de 1864-1870 y el importante papel del Mariscal en el despliegue militar de su país.

Michael Mulhall (del libro de Marion Mulhall ‘Explorers in the New World’, 1909)
Michael Mulhall (del libro de Marion Mulhall ‘Explorers in the New World’, 1909)GENTILEZA

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Pero no hay que olvidar nunca que las figuras históricas son y fueron individuos complicados, con varios aspectos personales que hay que considerar al tomar la medida de sus contribuciones a la leyenda –y a la tragedia– humana. Solano López era oficial, era católico, era barbudo, era padre, era un bon vivant, era muchas cosas. Y era también alguien que tenía interés en el desarrollo económico y comercial de Paraguay. Hoy, cuando pensamos en honrar su muerte en Cerro Corá, nos conviene recordar que tuvo planes y esperanzas para Paraguay bastante alejados de esos tiempos de violencia. Aquí les ofrezco a mis amigos paraguayos una anécdota del Mariscal antes de que fuera Mariscal, exactamente del 24 de diciembre de 1863, cuando recibió la visita de Michael Mulhall, comerciante irlandés y más tarde editor de The Standard en Buenos Aires, que llegó a Paraguay con el propósito de impulsar la producción algodonera.

De aquel encuentro, recordado posteriormente en su obra The Cotton-Fields of Paraguay and Corrientes (Buenos Aires: Standard, 1864), páginas 104 a 106, Mulhall nos cuenta lo siguiente:

«A las diez y media de la mañana se oye un sonido de trompetas y los tambores golpean al reveillee... El coronel Aguiar, edecán del presidente, me da conversación unos minutos hasta que [llega] la convocatoria oficial y, cruzando el pasillo, entro a un gran salón ricamente amueblado. El presidente está sentado en un sofá y cuando me inclino ante él avanza para estrecharme la mano (un raro honor bajo la administración anterior)... Mantuvo en general una expresión amable, aunque muy firme.

“Entonces, Sr. Mulhall, ¿ha venido a visitarnos en Paraguay?”.

“Sí, Vuestra Excelencia, llegué la semana pasada”.

“¿Y qué piensa del país?”.

“Me complace decir que las mejoras tardías de las que tanto se habla son mucho mayores de lo que esperaba... Vine casi por accidente, porque pensaba solo visitar Corrientes, donde me contaron que más de un millón de liños de algodón han sido sembrados en Paraguay”.

“¿Tiene mucho algodón en Corrientes?”.

“Menos de dos millones de plantas”.

“¿Qué interés tiene Ud. en el algodón?”.

“Ninguno, Excelencia, fuera de aprobar los planes de la Manchester Association de promover una nueva industria en la República Argentina”.

Con esto, el Presidente me preguntó sobre el objetivo de la Cotton Supply Association, y le proporcioné las últimas estadísticas de la industria algodonera y le expliqué las variedades de semillas mejor adaptadas a este clima...

Después de hablar un poco de [varios asuntos de actualidad] me preguntó si querría hacer un viaje por el interior paraguayo para ver las plantaciones de algodón, y le respondí afirmativamente.

“Va a ver, Señor, que hemos sembrado muchas plantas”.

“Los informes indican unos 1.500.000 liños”.

“No tantos, me parece”.

“Vuestra Excelencia me perdonará, pero los últimos semestres, después de terminar junio y septiembre, dan, cada uno, más de 750.000, sin tener en cuenta los sembrados de octubre”.

“Ah, sí, ahora recuerdo. Cualquier cosa que Ud. requiera, Sr. Mulhall, para el viaje, le será facilitada con gusto. Solo hay que pedir. Me siento ansioso de que su estadía sea agradable y solo lamento que nos deje tan pronto”.

Le agradecí al presidente su amabilidad y me retiré muy predispuesto a ver favorablemente un país con un gobernante tan inteligente, afable y progresista».

Por supuesto, al considerar el relato de esta reunión, debemos recordar que fue solo una breve entrevista. Mulhall recorrió el interior de la república, quedo muy impresionado con las posibilidades comerciales de su producción de algodón y regresó a Buenos Aires satisfecho con su visita. Durante el año siguiente, tanto él como el Gobierno paraguayo hicieron esfuerzos para promover el algodón del país en los mercados europeos. La guerra, lamentablemente, interfirió con esos esfuerzos, que quedaron en nada.

Dicho esto, ciertamente podemos ver que en este caso resulta obvio que Francisco Solano López estaba pensando en el futuro de su patria sin definirlo en términos militares. Los historiadores, con buenas razones, lo pintan generalmente como una figura problemática, incluso como un tirano. Sin embargo, hoy, 1 de marzo, sería prudente recordar este intento de mejorar las posibilidades algodoneras de Paraguay, y otorgar crédito cuando es merecido.

Profesor emérito de la Universidad de Georgia

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