La magia de los cuentos de hadas

Quien no recuerda las historias fantásticas que nos fascinaban cuando de niños leíamos o nos narraban algún cuento en el cual el universo mágico de las hadas, habitado por duendes, unicornios, dragones, y animales que hablaban, se entrelazaba con las aventuras del héroe, plenas de suspenso, quien vencía desafíos increíbles para lograr el triunfo y terminar el relato con un final feliz.

Dibujos de Juan Moreno para los libros de la Colección Ecológica de la escritora María Eugenia Garay.
Dibujos de Juan Moreno para los libros de la Colección Ecológica de la escritora María Eugenia Garay.

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Los narradores de cuentos

Los cuentos infantiles se remontan no sabemos cuán lejanos en el tiempo, porque resulta más que probable que los niños azuzados por la curiosidad, escucharan la conversación de sus mayores, y de hecho, algún abuelo, o acá en América los Chamanes, les contaran sus aventuras juveniles o sucesos importantes para su pueblo, ya fuera victorias guerreras, catástrofes vividas como sequías, inundaciones, cometas que pasaron, fabulaciones sobre sus orígenes, particularidades del territorio que habitaban, que fueron pasando oralmente de generación en generación y conformando las características peculiares de ese núcleo humano todavía en los albores de la civilización. Eran relatos de origen anónimo que a veces se narraban cantando, o por medio de la extendida costumbre de contarlos en torno al fuego o «Tata Jere». Si bien muchas de aquellas sociedades primitivas eran analfabetas, eso no significaba que fueran ignorantes y los niños no asistían a las escuelas porque no existían, pero heredaban ese conocimiento secular, para el cual la memoria del narrador era la forma de transmitirlo.

Los transmisores de las tradiciones

No es nada extraño por lo tanto, que los adultos fueran los encargados de perpetuar el sentimiento de pertenencia a una tribu, a un pueblo, a una Patria; transfiriendo a los niños las tradiciones, el idioma, las leyendas y mitología, las creencias religiosas, las costumbres, los valores morales, el sentido de identidad y de arraigo a esa cultura particular. Sencillamente, porque de esta forma se construyen las bases sobre las que se asentará y prolongará esa sociedad en el mañana. Con la aparición de la imprenta, y de los libros impresos, la tradición oral tan valiosa, se fue perdiendo. Y es entonces cuando emerge la publicación de literatura infantil, la cual debe ganar su espacio basándose en el placer que produce y en lo atractivo que aquel texto pueda ser para el niño. Es fundamental que el niño comprenda lo que lee, eso lo conduce a conocer más, y a ir desarrollándose intelectualmente y creciendo como ser humano. Así vemos cuán importante es la lectura y el papel que juegan los adultos, en la formación y orientación de nuestros niños, quienes regirán los destinos de nuestra Patria y del mundo en breves años. La ignorancia solo revierte en sociedades caóticas, corruptas, fanatizadas y anárquicas.

Engarzar la delicada trama

El requisito principal de los cuentos de Hadas es que transcurren en un territorio de maravillas y deben generar el inmediato interés del incipiente lector, porque de lo contrario el niño descartará el texto. En ellos la magia que está en el inconsciente colectivo aflora, y lo fantástico, lo misterioso, lo increíble son sus factores predominantes. Introduce al niño en ese territorio donde los sueños se corporizan, los milagros se producen, las barreras entre realidad y ficción desaparecen y todo es posible. Por tanto lo induce a soñar, a deleitarse con ese universo de quimeras, gracias a la palabra escrita que desborda del texto y lo atrapa. Es tarea del escritor adentrarse en el cosmos infantil, en la sensibilidad especial de quien recién comienza a descubrir el mundo, cuanto le rodea, luces, sombras, música, sonidos, aromas, a admirar la espléndida naturaleza circundante, observar los animalitos que lo pueblan, a percibir afectos o rechazos, a emprender juegos y hasta minúsculas aventuras, a diferenciar el agua de un lago o mar, donde se baña, del aire donde vuelan las aves, o de la tierra donde él camina, y hacer que ese texto obre el prodigio de capturar su curiosidad. La delicada trama se engarza a sabiendas de que una mente infantil es sumamente perceptiva y sensible, y debe crear un universo fascinante, apropiado para entusiasmar a su novel leedor, apoyado por excelentes ilustraciones que complementen el argumento para mantener su atención, matizando el relato con una dosis de sano humor. Él o los protagonistas deberán atravesar peligros inesperados y situaciones límites, que darán el indispensable condimento del asombro, sobre todo cuando factores imprevistos produzcan insólitos giros y sobrevengan episodios sorprendentes. Se genera así, una tensión que va subiendo de tono hasta llegar al epicentro de la trama, o punto álgido de la narración.

La eterna lucha entre el bien y el mal

Las pinceladas de suspenso en los sucesivos eventos presentados, confluyen finalmente en el clímax o punto culminante. Es primordial que el niño se sienta absorbido por los sucesos y no quiera suspender la lectura del texto, porque su curiosidad por conocer lo que va a ocurrir a continuación debe predominar. Inmersa en la mayoría de las historias de hadas está la eterna lucha entre el bien y el mal. De allí que tenemos al héroe y al anti héroe, y el pequeño lector se identifica con el primero, del cual inconscientemente absorbe los valores de valentía, lealtad, generosidad, honestidad, tan necesarios para la formación de espíritus altruistas, que luego reviertan en beneficio primero de él mismo, al convertirse en una persona de bien, con principios éticos que surjan de su propia reflexión, de su conciencia, de su voluntad, de la hondura y equilibrio de su pensamiento, y se concreten en acciones guiadas por una moral fuertemente sustentada y definida, que lo conviertan en un adulto confiable y útil desde cualquier puesto que ocupe, de tal forma a que esa persona redunde en beneficio de su sociedad, de su País, y del devastado planeta Tierra, que necesita con urgencia que los seres humanos reviertan la terrible situación de polución y destrucción en que han sumido a la Madre Gaia. Para llegar tal vez, a ser una de aquellas personas que han aportado valiosas obras, en diferentes áreas, a la humanidad.

La conexión emocional con el niño

El desarrollo de estas historias se entrelaza a increíbles aventuras, que los héroes deben emprender, donde se expondrán a graves peligros, sortearán obstáculos y sucesos inverosímiles, en medio de un sostenido clima de incertidumbre, para obtener que los pequeños lectores se sientan inmersos en el relato y se identifiquen con el protagonista. Ello llevará al niño a una suerte de «encantamiento» traducido en empatía con el personaje principal de la historia. Se embarcará absorto en las líneas del texto, vivenciará lo relatado y experimentará un profundo sentimiento de compenetración con los acaeceres que sobrevendrán a cada vuelta de página y que el héroe deberá sortear para alcanzar la meta. Esta conexión emocional le llevará a hacer suyos los temores, dudas, alegrías y triunfos del héroe. Al contar un cuento, lo primordial es pensar en quien lo va a recibir. Y para los niños es indispensable que el cuento lo atrape desde el inicio, lo mantenga concentrado en la narración, y que tenga un final feliz. El niño no necesita en sus primeras lecturas conocer maldades, conflictos ni dolores o sufrimientos. Debe crecer rodeado de cariño y de apoyo por parte de los adultos y un papel muy importante lo desempeñarán en primer lugar sus padres, luego sus maestros, sus lecturas, la televisión, cuanto el celular le provea, ya sea el inmenso contenido de Internet, o las películas que vea. La parte emocional del niño es una página en blanco, que debe ser llenada con cosas que aporten a su felicidad, a hacerlo sentir seguro y amado. Los peores traumas y sicopatías se originan en una infancia desgraciada.

El universo mágico y el aprendizaje

La inclinación hacia lo mágico está enclavada en el inconsciente colectivo humano. Los cuentos de hadas, introducen al niño en un universo fantástico, dejando volar su imaginación a comarcas encantadas, en las cuales sucederán eventos fascinantes, sucesos prodigiosos, aventuras maravillosas. Estamos en el siglo veintiuno, ya pasó la época en que a los pequeños se los aterrorizaba con cuentos de personajes perversos, o se les causaba dolor emocional con muertes, crueldades y desastres. No es bueno hacerlos padecer con esa clase de historias poco apropiadas para una criatura de corta edad. Por eso, los cuentos de hadas narrados con la óptica de un escritor que bucea en el alma infantil y conoce la clase de lectura que necesita, son un excelente aliciente para captar su interés y una herramienta para transmitirles algo más profundo que el simple entretenimiento. Fue así como impulsada por mi preocupación ante la creciente destrucción del medio ambiente, causada por los seres humanos, decidí que resultaba sumamente importante generar en los niños un genuino sentimiento de responsabilidad individual, por el cuidado y preservación de nuestro hábitat. Y comencé a escribir cuentos de hadas. Resultan un excelente instrumento pedagógico, ya que están encarados como una diversión, donde apoyados por las profusas ilustraciones que dan realce al contenido de la obra, se conduce al pequeño lector hacia la afición por la lectura, desarrollando gracias a un lenguaje sencillo su capacidad de comprender el texto, donde entenderá que es responsabilidad de todos la conservación del hábitat. Valorará su papel en la sociedad, y absorberá valores humanos fundamentales, como la gratitud, la nobleza y la lealtad. Son textos plenos de optimismo y alegría. Pero su trasfondo es generar la conciencia, y la apertura hacia un proceso de mayor sensibilidad por el entorno, que debe ser incorporado desde la infancia.

Salvemos al Planeta Tierra

Ahora, dentro de ésta temática de cuentos de hadas, acabo de lanzar El Hada de Lagobello, el último de los libros de la Colección Ecológica, compuesta por seis libros de mi autoría: El Manantial del Arco Iris, Analuna y las luciérnagas, La Maga del Agua Clara, Vamos a salvar la Tierra y uno muy simpático basado en la leyenda que existe en nuestro País sobre tesoros enterrados durante la Guerra de la Triple Alianza: Revuelo de Plata Yvyguy, en los cuales los protagonistas son precisamente unos niños, que emprenden peligrosas aventuras para lograr un objetivo altruista, en beneficio de la sociedad en la que viven, cuyo trasfondo siempre es revertir el daño al medio ambiente, y hacer que su pueblo, o ciudad goce de un entorno paradisíaco, para que la vida de sus habitantes sea más agradable y que las aguas cristalinas, el aire sin polución, y la tierra cuidada reviertan en una mejor salud para todos, además de destacar la importancia de los animales y de los árboles. La narración viene complementada con magníficos dibujos de Juan Moreno, hechos con mucho cariño y talento. Tienen páginas a todo color, y una lujosa impresión, mérito de las diversas editoriales paraguayas, como Vazpi SRL o Fausto Ediciones y tuve el honor de que algunos de estos libros fueran editados por el Congreso de la Nación, el Centro Cultural de la República El Cabildo y la Editorial Servilibro, que haciendo un gran esfuerzo económico concretaron este ambicioso sueño, para poner en manos de los niños paraguayos un material literario que está al nivel de los libros de cuentos más atractivos editados en el exterior. Y casualmente, tal vez porque las Hadas así lo decidieron, celebro con la aparición de éste volumen, el libro de literatura número 40 de los que tengo publicados hasta ésta fecha. Y a través de ésta colección los seres fantásticos que pueblan la Tierra, y la espléndida selva guaraní, nos piden auxilio y nos hablan. Yo solo interpreté sus mensajes y les puse mi pluma a su disposición.

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