Cargando...
En pleno macartismo, Robert Frank, un emigrante suizo en Estados Unidos, fascinado por ese país en el que ha desembarcado en 1947, pide una beca Guggenheim para recorrerlo, fotografiarlo y armar un registro visual de su sociedad. Quiere observar sin prejuicios su país adoptivo y documentarlo. En 1955, la beca le es concedida. Robert Frank compra un Ford Business Coupe de segunda mano y recorre Detroit, Savannah, Miami Beach, New Orleans, Houston, Los Angeles, Reno, Salt Lake City, Butte, Wyoming, Nebraska, Iowa, Chicago…
Con los meses, su propósito inicial se transforma. Sabido es: el viaje cambia al viajero. «Este es un país interesante, pero tiene cosas que no me gustan y que nunca aceptaré. También quiero mostrar eso en mis fotos». Su cámara empieza a sacar a la luz parcelas de la sociedad que la mayor parte del tiempo no se ven, a revelar zonas incómodas, oscuras, detrás de las sonrisas de optimismo y debajo de las radiantes superficies del sueño americano.
La edición, la selección de fotografías, el armado del libro a partir de todos los materiales recopilados, de todas las imágenes capturadas, terminado ya el viaje, hace el resto. El resultado será un hito. Los encuadres son inesperados con frecuencia, y fotos impactantes alternan con otras aparentemente inofensivas. Pero ninguna lo es.
Las reacciones son de furia, por no decir de odio. El MoMA se niega a venderlo. Frank es repudiado como un perro que muerde la mano que le da de comer. Lo atacan sin piedad. Se le arroja a la cara el reproche de que su obra es una ofensa para todo su país adoptivo, de que es una obra anti-americana.
«Después de ver estas fotografías, acabas por no saber si una jukebox no es más triste que un ataúd», escribió con razón, y con admiración, su amigo el poeta beatnik Jack Kerouac en el prefacio a la edición estadounidense del libro, aparecida en 1960: The Americans, publicado primero en Francia, en 1958, como Les Americains. La trayectoria de Frank es, desde luego, mucho más vasta –su segundo libro fue Lines of My Hand, y como cineasta su filme más conocido probablemente sea el documental sobre los Rolling Stones titulado Cocksucker Blues, de 1972–, pero Los Americanos fue la obra que lo lanzó a la fama.
Robert Frank ha muerto esta semana que hoy termina, el martes pasado, en Inverness, una pequeña localidad de la provincia canadiense de Nova Scotia, a los 94 años de edad. Nacido en Zúrich en 1924, llegó a Nueva York 23 años más tarde, y The Americans, la serie de fotos en blanco y negro que tomó en sus viajes a través de Estados Unidos durante la década de 1950, es quizá el libro más influyente y más importante en la historia de la fotografía de la segunda mitad del siglo XX.