Langosta

Un espacio de encuentro y diálogo entre la producción cinematográfica y la realidad social. Hoy, Miguel y el Tío Gervasio conversan, a propósito de la sexta película del realizador griego Yorgos Lanthimos (Atenas, 1976), del amor como una construcción social y no solo como un desafío individual. Del amor, en suma, como uno de esos paradigmas culturales que a veces generan sinsentidos y conflictos que se comprenden mejor desde la distopía y la parodia.

Langosta
LangostaArchivo, ABC Color

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La organización hegemónica del amor en una sociedad distópica. Una comedia triste que hace gala de un humor inglés para poner de manifiesto el aburrimiento y el hartazgo a los cuales se puede llegar en sociedades que organizan este sentimiento solamente de dos formas: la pareja y la soltería.

–Naaaa, esta sí que no te vía a creer. ¿Qué piko tiene que ver el amor con esta columna de Cine, Filosofía y Ciencias Sociales del Cooltural? –le pregunto al Tío Gervasio cuando terminamos de visionar esta peli.

–El amor no es solo un sentimiento –me responde él sin exasperarse–. El amor además, entre otras definiciones, es también un objeto de estudio de las ciencias sociales contemporáneas, que por otra parte dan cuenta de formas de organización del amor distintas de la que prevalece en nuestra sociedad; por ejemplo, el amor-compañero, los círculos poliamorosos, los swingers y otras prácticas mediante las cuales diversas comunidades de pueblos originarios organizan y organizaban al amor en la Antigüedad.

–E’a, no lo había visto de esa manera –observo yo, casi ingenuamente.

–Viste que en la peli, al dar sus datos en la recepción del hotel, los recién llegados tienen también que declarar su orientación sexual, y que su elección tiene que ser única, que no pueden declararse bisexuales, para así tener una mejor oportunidad de encontrar a alguien con quien aparearse y lograr sobrevivir. Te fijaste en eso, ¿verdad? –me inquiere, mientras se rasca la larga barba cana.

–…ahhhhh, vos pio querés decir que la película del griego este Yorgos Lanthimos es una metáfora gua’u de la sociedad contemporánea –respondo, a mi vez, con otra interrogante.

–Y… bueno, dentro del absurdo propuesto, lo que el director, me parece, quiere exponer es que vivimos presos en el interior de estructuras rígidas, forzados a aceptar convenciones, obligados a encajar en estereotipos, ¿cazás? –dice, y me guiña un ojo cómplice.

Miro al techo por un momento y solo logro repetir:

–…ahhhhhh.

A lo que él, sin desalentarse, agrega:

–Aquellos que no cumplen con los requisitos exigidos para encajar en esos estereotipos y convenciones son dejados de lado; en la peli, con esto se hace evidente que nuestra misma libertad individual resulta sofocada bajo el peso de modelos culturales que no contemplan todas las formas de ser y de desear y que terminan discriminando a las personas que organizan este sentimiento, el amor, de manera diferente a la estandarizada, a la aceptada como «normal» he’i akue algunos de nuestros parientes kuera –concluye seriamente, y sorbe té de su taza mientras se acomoda en la silla suavemente.

–…ahhh, yo creí que todo era un absurdo omaz, una comedia argel –acoto yo.

–Y bueno, eso suena más o menos como la organización «estandarizada» del amor, ¿no? una especie de comedia; simpática, pero a la vez argel…

–…ahhhh, ahora que lo decís, tampoco lo había visto de esa manera... Al escucharte empiezo a caer en puntos y detalles significativos. Por ejemplo, la peli presenta claramente las relaciones entre las personas como construcciones sociales calculadas de antemano, sujetas a una serie de reglas que parecen imposiciones absurdas y descabelladas, y que por eso mismo funcionan como hipérboles de las verdaderas normas que rigen nuestras vidas reales, cotidianas... –lanzo yo, comenzando a inspirarme mientras, sin querer, miro el teclado de reojo, cosa que, por supuesto, no pasa desapercibida para el sagaz Tío, que termina su té y deja la taza vacía sobre mi escritorio mientras se levanta de la silla con cierto inequívoco aire de satisfacción.

–¿Te espero abajo? –me dice, con una sonrisita.

–Vale, cierro y bajo junto a vos.

–Chaucitas.

El actor irlandés Colin Farrell (Castleneck, 1976) en dos escenas de “The Lobster” (2015), de Yorgos Lanthimos.
El actor irlandés Colin Farrell (Castleneck, 1976) en “The Lobster” (2015), de Yorgos Lanthimos.

Ficha Técnica

Título: The Lobster

Género: Comedia negra

Idioma: Inglés / Francés

Dirección: Yorgos Lanthimos

Montaje: Yorgos Mavropsaridis

Guión: Yorgos Lanthimos / Efthimis Filippou

Elenco: Colin Farrell, Rachel Weisz, Jessica Barden, Olivia Colman, Ashley Jensen, Ariane Labed, Angeliki Papoulia, John C. Reilly, Léa Seydoux, Michael Smiley, Ben Whishaw

Fotografía: Thimios Bakatakis

Música: Johnnie Burn

Producción: Yorgos Lanthimos / Ceci Dempsey / Ed Guiney / Lee Magiday

Duración: 118 min.

País: Irlanda / Reino Unido / Grecia / Francia / Alemania

Año: 2015

Yorgos Lanthimos

Desde su irrupción internacional en 2009 con Canino (Kynodontas), película ganadora ese año del Premio Un Certain Regard del Festival Internacional de Cine de Cannes y de los premios Citizen Kane y Jurado Joven del Festival Internacional de Cine de Sitges, el cineasta y director teatral griego Yorgos Lanthimos (Atenas, 1976) se ha dedicado a recrear nuestra realidad o, dicho de otra forma, a crear una especie de hiperrealidad regida por los mismos principios que gobiernan nuestra vida real, cotidiana, pero llevados al extremo, explorando de ese modo los límites de la libertad, la felicidad y el deseo dentro las estructuras sociales imperantes. Langosta (The Lobster), de 2015, fue su primera película en inglés.

miguelmendezpereira1975@gmail.com

El actor irlandés Colin Farrell (Castleneck, 1976) en dos escenas de “The Lobster” (2015), de Yorgos Lanthimos.
El actor irlandés Colin Farrell (Castleneck, 1976) en “The Lobster” (2015), de Yorgos Lanthimos.
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