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La Municipalidad de Asunción y la Secretaría Nacional de Cultura habían anunciado que en unos meses se iniciaría la campaña para que la Unesco declarase la guarania Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La idea es fantástica y ojalá sirva para afinar las cuerdas y arrojar luz sobre algunas perplejidades creadas en su pentagrama desde la década de 1970, primero por los voceros de la dictadura, luego por los defensores de Flores, con la verdad sobre el origen y evolución de la guarania como primera víctima de esa confrontación.
Tras años de investigación, en lo que permite el breve espacio de este Suplemento, hoy expondré respetuosamente mis conclusiones. Cimentadas en documentos (disponibles para los estudiosos interesados) y datos sobre la colaboración entre Ortiz Guerrero y José A. Flores para crear el nuevo género musical que los más fiables testigos, coetáneos y amigos del músico y del poeta dejaron escritos (omito los orales).
Guarania: mucho se ha fantaseado sobre el nombre del género musical creado por Ortiz Guerrero y José Asunción Flores allá por el año 1925. Unos dicen que viene de guarani’a (fruto del guaraní), otros que es el término para designar a la mujer nativa (varón: guaraní, mujer: guarania). Pero más allá de los asuntos etimológicos es importante echar luz sobre quién «rotuló» al nuevo género musical con ese término y, de paso, sobre el origen y el «cuándo se conocieron» músico y poeta.
Todos los periódicos de la época llamaron a la polca sosegada «polca evolucionada» hasta que Ortiz Guerrero la nombró «polca-guarania». Esto nunca fue desmentido. Sin embargo, a raíz del ataque de los personeros del régimen stronista, aparentemente hasta el propio Flores lo negó afirmando que él fue quien la «rotuló» basándose en un poema del poeta Guillermo Molina Rolón que él (Flores) leyó a su profesor Delfín Chamorro. El citado poema dice:
«… y fue también Guarania la región prometida
como tierra de ensueño, de ilusión y de vida;
tierra donde crecieron las flores suntuarias
de robustas pasiones y gentes fabularias…»
Esta versión de Flores está en el libro de Almada Roche Pájaro lírico y musical (Buenos Aires, El pez del pez, 1984, p. 49), pero el libro José A. Flores de Sara Talia (Buenos Aires, Negri, 1976, p. 20) la contradice: «al profesor Chamorro se le ocurrió recitar el poema…»
La contradicción carece de importancia, pues hay numerosos testimonios de que fue el poeta guaireño quien denominó guarania al nuevo ritmo. Entre los amigos de Flores y Manú, del músico y del poeta, que dejaron datos escritos sobre el origen y evolución de la guarania mencionaremos a Carlos R. Centurión, Pablo Max Insfrán, Antonio Ortiz Mayans, Ramualdo Alarcón Martínez, Federico Riera, Darío Gómez Serrato, Carlos Miguel Jiménez, Teodosio González y Max Boetner.
Guarania… Siempre es importante en estos asuntos establecer la cronología. En ese sentido, señalaremos que, a partir de 1920, Natalicio González publicó su revista Guarania y que en 1921 Narciso R. Colmán, dentro de su Ocara Poty, publicó una separata titulada El Parnaso de Guarania; aunque, como se sabe, el primero en usar esta palabra fue Moisés Bertoni para designar la región habitada por los Guaran («ia» indica «lugar de»). Para entender la «técnica» de Bertoni basta mirar los nombres de las regiones, hoy países, de Europa. Por ejemplo, la región ocupada por los rusos es Rus-ia; la de los grecos, Grec-ia; la de los germanos, German-ia; la de los hispanos, Hispan-ia; la de los rumanos, Ruman-ia; la de los británicos, Britan-ia; la de los ítalos, Ital-ia; la de los húngaros, Hungr-ía; la de los francos, Franc-ia; la de los turcos, Turqu-ía, etcétera. Por tanto, la región de los Guaran es Guaran-ia.
Otra fábula creada en torno a Flores y Manú trata de «cuándo se conocieron». Algunos libros «biográficos» de Flores afirman que fue en 1929 (Sara Talia, José A. Flores, génesis y verdad sobre la guarania y su creador, p. 65). Para demostrar el error basta un detalle: India, guarania con música de Flores y letra de Ortiz Guerrero, fue publicada en 1928 en la revista Ocara Poty Cue Mi Nº 53, página 25; o sea, ¿un año antes de conocerse?
Para desmentir la supuesta versión de Flores, a continuación daré algunos elementos, no sin antes señalar que, desde 1915, tras la publicación de «Loca», «Ofrendaria» y «Aromas», Ortiz Guerrero ya era indiscutiblemente el poeta más conocido en el ambiente artístico (también era actor de teatro).
Si bien Manú se había retirado unos años a Villarrica, a partir de 1922 estaba de regreso en la capital y en su imprenta Zurucu’a se imprimían muchos tipos de trabajos, entre ellos los pocos libros y revistas de contenido cultural editados en el Paraguay de entonces. De ese año, 1922, data su obra Payé, opereta que Flores dice haber trabajado con el poeta para musicalizar.
En la revista La Órbita, de Ortiz Guerrero, aparecen como colaboradores Darío Gómez Serrato, Manuel Cardoso, Facundo y Papotín Recalde, Arturo Alsina, Rivas Ortellado (ilustrador), todos amigos de Flores y la mayoría compañeros suyos en la Banda de Policía. Manuel Cardozo editó allí su poemario Agua Mansa, dedicado a sus compañeros de dicha Banda. Por tanto, llama la atención que Flores (según el libro Pájaro lirico y musical, p. 63), a la pregunta de «Dónde y en qué año se conoció con Ortiz Guerrero», no diga el año y afirme: «Yo ni sabía de su existencia». Vale recordar que Asunción no era más que una aldea cuyos límites no llegaban a Tres Bocas ni pasaban del arroyo Mburica’o. Una ciudad donde casi todos se conocían.
Volviendo al «cuándo se conocieron músico y poeta»: Arturo Alsina, amigo de Flores y de Manú, en una entrevista a raíz del deceso del primero en Buenos Aires (ABC, 18 de mayo de 1972, p. 8) dijo: «Yo lo conocí a Flores alrededor del año 1925. Él escribió en esa época dos composiciones que fueron el nacimiento de la Guarania: una se llamaba “Jejuí”. Conocí a Flores en sus primeros intentos, siendo él músico de la Banda de Policía, y fue en casa de Ortiz Guerrero, es decir, en la imprenta con que el poeta se ganaba la vida; en ese momento, además de Flores, estaba el señor Rivas Ortellado…». Rivas Ortellado, como se sabe, era compañero de Flores en la Banda de Policía y trabajaba con Manú en la imprenta Zurucu’a como dibujante-ilustrador (ver tapa del libro Yasyyateré, de Gómez Serrato).
En Evocación de Ortiz Guerrero (Asunción, El Arte, 1952, p. 21), Facundo Recalde, amigo de Flores y de Manú, dice: «Un soldadito de la Banda de músicos de la policía de la capital, llamado José A. Flores, con el rollito semi vergonzante de una partitura, andaba por ahí. No pude allegarle el padrinazgo del Maestro de la hora, con carrocería de “Err profesor” (se refiere a Remberto Giménez) que me pidieron Flores y el poeta; pero estaba Ortiz Guerrero con su palanca ígnea». Facundo Recalde al escribir «un soldadito» nos dice algo sustancial, pues en 1929 Flores, de 25 años, ya no era un «soldadito», ya estaba retirado de la Banda de Policía y ya había adoptado como nombre artístico «José Asunción», en vez de José Agustín Flores.
Por su lado, el músico y excompañero de Flores en la Banda de Policía Mauricio Cardozo Ocampo escribe en su libro Mundo folklórico paraguayo (Asunción, Cuadernos Republicanos, 1989, p. 154, capítulo «La guarania»): «...llegó a oídos del querido maestro, nuestro lírico Ortiz Guerrero, la idea “rara” de un joven músico de la Banda de Policía, que estaba creando polémica entre sus propios compañeros y fuera de ellos. El poeta manifestó su deseo de conocer al protagonista de la polémica y fue Darío Gómez Serrato, también músico de la Banda de Policía y feliz poeta guaraní, el gestor del encuentro entre Flores y Ortiz Guerrero. Desde ese instante, entre músico y poeta nació una perdurable amistad y de allí hasta su muerte, Ortiz Guerrero se erigió en animador y consejero del creador». Una vez más, la pregunta: ¿hasta qué año Flores fue un «joven músico de la Banda de policía»?
En las Obras completas de Gómez Serrato (Asunción, tomos I y II Servilibro, tomo III Fondec), Darío Gómez Serrato, el músico y poeta sindicado como responsable del encuentro de Flores y Manú, afirma rotundamente: «la guarania fue creada por Flores y Ortiz Guerrero». Y el 18 de mayo de 1972, al día siguiente del entierro de los restos de Flores en Buenos Aires, el mismo respetado poeta, Darío Gómez Serrato, en una columna (ABC Color, p. 8) sobre sus andanzas con Flores, dice: «últimamente se ha suscitado seria polémica sobre la creación de la guarania. Una parte sostiene haber sido Flores el único creador. La otra parte, haber sido Ortiz Guerrero el único. Las dos partes han recurrido a mí, pidiendo que corrobore sus tesis, en razón de constar documentalmente que, a pedido de Ortiz Guerrero, le puse por primera vez a Flores en contacto con Ortiz Guerrero; además de haber gozado del privilegio de la íntima confianza y amistad de ambos. Y es así que ahora, más allá de la noche, más allá de la muerte, los vemos a los dos abrazados en espíritu, en conjunción de méritos, en conjunción creadora de la guarania».
Algunos preguntan: ¿por qué, si Flores ya se conocía con Ortiz Guerrero, musicalizó letras de Fontao Meza como Arribeño resay y Ka’aty? La respuesta es simple: Manú, hasta escuchar la melodía de India, tenía con Flores propósitos mucho más ambiciosos. Al respecto, Arturo Alsina, en Evocación (Obras completas de Ortiz Guerrero, Buenos Aires, Indoamericano, 1952, p. 45), dice: «...Flores no es aún el creador. El hijo de “humildad innominada” encuentra en el glorioso desventurado la fuerza, la fe, el impulso. Soñadores ambos, planean una ópera, letra del uno, partitura del otro, con el fabuloso argumento de la leyenda de Urutaú. Ya han ideado los decorados: fogatas sagradas reflejando sus luces sobre tenues hilos de ñandutí, sombras móviles de litúrgicas danzas: Ya están escritos los primeros versos y compuestos algunos compases. De este propósito desmedido nace la guarania que bautizan así en homenaje a la raza y a su lengua...»
Y en la misma página: «Ortiz Guerrero era un artista que veía las cosas en un panorama siempre de grandeza, siempre de pureza, siempre de paraguayidad verdadera, fue el hombre que lo impulsó a Flores, el hombre que lo alentó cuando recién comenzaba a vivir la vida del arte».
Augusto Roa Bastos, en «Surgimiento y evolución de la guarania» (Paraguay Nº 7, 1944, Buenos Aires, revista de la Agrupación Folclórica Guaraní, presidida por Flores), escribe que al nacimiento de la guarania «está vinculado, como se sabe, el nombre de uno de los más grandes poetas que tuvo nuestra patria: Manuel Ortiz Guerrero. Flores encontró en él, desde un comienzo, la comprensión y el apoyo fervoroso que provenían de una estrecha afinidad espiritual».
Testimonios sobran. Sin embargo, la prueba más concluyente de las muchas que tenemos a mano está escrita por el propio Ortiz Guerrero en su obra La Conquista, escrita en 1925 y editada en 1926 (se puede encontrar en cualquiera de las ediciones de sus obras completas). Dice en el Acto IV, Escena I: «Urutaú, desordenada y magnífica, procura inútilmente conciliar el sueño, en una hamaca radiante. Con pantallas de karanda’y la abanican doncellas indias, modulando tonadas melancólicas… Cantando Polca Guarania con un violín y una guitarra en sordina». Repetimos: la obra fue publicada en 1926 y utiliza la palabra guarania para nombrar un «ritmo», un género musical. No un «continente fabuloso» ni otras vaguedades.
Con lo expuesto, ratificando que Flores fue el músico que la plasmó en pentagrama, creo que no se puede obviar el protagonismo de Ortiz Guerrero en la creación del nuevo género musical, al menos en su temprana denominación con el término Guarania. No en vano Antonio Ortiz Mayans, uno de los más honestos amigos de Flores, en la solapa del libro Obras Completa de Ortiz Guerrero (Buenos Aires, Lumen, 1969 –con tapa de Vergottini), escribió: «Ortiz Guerrero…, débesele la creación de la Guarania».