El canto de esperanza del Paraguay exterior

Los cantos del exilio paraguayo son un registro crítico de la historia reciente, nos dice el músico y periodista Alejandro Méndez Mazó en este ensayo sobre sus temas recurrentes.

Partitura de ‘Kyguá Verá’, con letra de Marcelino Pérez Martínez, incluido en este ensayo, y música de Mangoré.
Partitura de ‘Kyguá Verá’, con letra de Marcelino Pérez Martínez, incluido en este ensayo, y música de Mangoré.

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Hasta hoy, el Paraguay interior poco ha oído el canto del Paraguay exterior. Las razones son contundentes. En 1985, la prensa nacional reproducía declaraciones de cantautores oficialistas como esta: «Si tanto les preocupa la patria, ¿por qué no vienen a luchar por ella aquí en Paraguay, en lugar de gritar contra el gobierno amparados en la distancia?». Estas expresiones guardaban relación con un enfrentamiento entre artistas oficialistas y exiliados producido en un festival en conmemoración de las independencias paraguaya y argentina en el Luna Park de Buenos Aires, que reunió quince mil personas.

Los oficialistas extendieron abusivamente su presencia en el escenario. El público se cansó de ellos y reclamó a los artistas exiliados, como el cantautor de rock en guaraní Alberto Santos y el grupo de canción política Los Corales. Esto enfureció a los oficialistas que habían viajado especialmente para la ocasión.

Por razones de supervivencia, los músicos cantaban loas a Stroessner. Los que no lo hacían, no tenían cabida en el escenario nacional, y migraban. Hubo, sin embargo, cantautores que resistieron desde adentro, cuestionando con su arte el régimen autocrático. Pero aquellos que lo hacían «amparados en la distancia» no tenían menos mérito. Sufrían el fantasmal acoso, favorecido por el anonimato de grandes ciudades como Buenos Aires, de los personeros de Stroessner que, si se presentaba la oportunidad, les propinaban golpes, como –honrando el boxeo que tradicionalmente se practica en ese local– hicieron los guardaespaldas de los oficialistas aquella vez en el Luna Park.

Poetas y cantantes eran amenazados con llamados telefónicos anónimos o cartas sin firma depositadas –por ejemplo– en Radio Excélsior, a nombre del poeta Félix Giménez Gómez, «Félix de Guarania», conductor del programa Voz Solidaria, llamado «Voz Planetaria» por los remitentes para sugerir que se perdía en la inmensidad del universo sin llegar a ningún terráqueo.

Valiéndose del axioma «miente, miente, que algo quedará», el régimen logró reexiliar. Sus tergiversaciones convencieron a los propios cantautores contestatarios de dentro de que sus colegas exiliados eran cobardes que lucraban presentándose falsamente como víctimas y aprovechándose del mundo incauto.

Advertencia

Como nuestro propósito es hablar de poemas musicalizados o musicalizables, excluimos trabajos cuya musicabilidad fue puesta en duda por sus propios creadores. Es el caso de Elvio Romero (Yegros, 1926-Buenos Aires, 2004), que, fundándose no en aspectos formales (métrica, rima), sino de contenido (la manera de exponer las ideas, la complejidad del mensaje) sostenía que sus poemas eran para ser dichos, y no cantados.

Por razones metodológicas, no analizaremos a cada autor en particular sino un conjunto de poemas homogeneizado por sus características comunes. Sin perjuicio de ello, nombramos por orden de aparición a los que citaremos en las siguientes líneas: Carlos Agustín Bedoya (Tumbita) (Caacupé, 1938), Lincoln Silva (Barrero Grande, 1945), Martín Almada (Puerto Sastre, 1937), Marcelino Pérez Martínez (Pirayú, 1881-Villarrica, 1912), Osvaldo Chaves (Caazapá, 1918-Buenos Aires, 1991).

Temas recurrentes

Consideramos que los tres temas recurrentes de la novelística del exilio –el exilio, la obsesión por el pasado y la problemática nacional presente– expuestos por Teresa Méndez-Faith en Paraguay: Novela y exilio son también recurrentes en la producción poética del exilio.

Sobre el primero, la investigadora escribe: «La experiencia de vivir lejos de la patria, para quien sólo puede o quiere identificarse con ella, necesariamente tiene que dejar rastros profundos tanto en el vivir cotidiano como en su configuración mental… Su experiencia personal se convierte en materia prima básica de sus obras» (Méndez-Faith, 2009, p. 117). La condición de exiliado de Carlos Agustín Bedoya (Tumbita) se refleja en muchos versos autobiográficos: «Antes de partir a buscar el sol, vida de mi vida, / mi guitarra está sollozando en fa para ti esta carta», y tiñe incluso su poesía amatoria, como en Querer, musicalizado por Juan Bernardino Méndez Vall: «Emigrante rojo es mi corazón / fuera ya del pecho / canta por tu amor / tu nombre, tu nombre / tan solo tu nombre / a seguir le impulsa / por sendas de sol».

La obsesión por el pasado está sutilmente reflejada en No te diré el lugar, de Lincoln Silva: «No te diré el lugar de donde vengo / diré que aún estoy viniendo / diré que me encontraron hace tiempo / en un país baldío de allá adentro». Martín Almada alude al presuntamente glorioso pasado del Yvymarane’y (tierra sin mal) guaranítico: «Ya existió una vez / la tierra sin mal / los hombres iguales con un ideal».

Sobre la problemática nacional presente, leemos que: «Los escritores exiliados rescatan la otra cara de la moneda, la realidad invisible, escondida o camuflada…» (Méndez-Faith, 2009, p. 147).

Salvando las distancias entre la relativa inestabilidad política de los albores del siglo XX y la crueldad de la «dictadura infame» –al decir de Raúl Alfonsín–, incluimos, por compartir características con el resto de la producción literaria analizada, textos de Marcelino Pérez Martínez, también exiliado, habida cuenta de que tuvo que pedir permiso –concedido por el gobierno de Eduardo Schaerer (Caazapá, 1873-Buenos Aires, 1941)– para morir en su tierra. Sus Cartas políticas y Cartas del destierro son un ardiente alegato contra lo que consideraba arbitrariedades, esa «realidad camuflada» que refiere Méndez-Faith.

El poder de la palabra era extraordinario en Pérez Martínez. Tanta era la credibilidad que alcanzó, que sus discursos, y sus dichos en general, eran recogidos por la prensa y la «radio soo». En una ocasión, anunciada una disertación del presidente de Paraguay, González Navero, en un teatro de Formosa (Argentina), Pérez Martínez, exiliado, concurrió. Como González Navero demoraba en aparecer, Pérez Martínez se paró en su butaca y aplaudió, gritando: «¡Que empiece la función, que salga el títere!», en alusión a la influencia que sobre él ejercía el coronel Albino Jara. Desde entonces, González Navero fue llamado «el Presidente títere».

Otros temas recurrentes

Creemos que, a los señalados por Méndez-Faith, cabe sumar el patriotismo y la esperanza como cuarto y quinto temas de la presente revisión.

El patriotismo exacerbado lo vemos en Bedoya: «Quiero que al leer / sepas que yo fui tras la luz ansiada / que debe alumbrar / todo el historial / de la patria amada» (Carta canción). Y en Pérez Martínez: «Arde en santo patriotismo / el alma del pueblo fuerte, / y en polvo y ruina convierte / el trono del despotismo» (A los próceres de la independencia). La esperanza, omnipresente en el canto del exilio paraguayo, tiñe estos versos del poema Paraguay de tristeza y esperanza, de Osvaldo Chaves: «Mas pienso también en el coraje / con que el pueblo al llamar a la pelea / sabrá poner su grito en el boscaje / y un fusil al servicio de la idea…». Y en Carta-canción, con letra de Bedoya (Tumbita) y música de Méndez Vall: «Cuando vuelva a ti para proseguir nuestra agricultura, / te hallaré total, tórrida y frutal, fértil hermosura. / Y seremos tres para releer nuestra carta cierta / que por ser social, ya no es personal, sino carta abierta. / Y seremos tres, y seremos mil y tal vez millones…».

Proyección

Confirmada la validez de las premisas sobre los tres temas recurrentes de Méndez-Faith, y visibilizados dos más, cerramos este análisis con una cita sobre la producción literaria del exilio, que «gira en torno a la problemática realidad nacional, sus antecedentes histórico-sociales y su angustioso presente» (Méndez-Faith, 2009, p. 219), observación de 1978, cuando la investigadora elaboró su tesis doctoral. A treinta años de la caída del régimen dictatorial, sospechamos que carece de vigencia, al menos en el caso de los poetas del canto ya desexiliados, que, por lo que hemos visto, siguen emocionalmente condicionados por ese «angustioso presente» hoy convertido en pasado. En efecto, no vemos actualmente poemas referidos al presente real de los creadores desexiliados, al proceso de democratización posterior al cambio político de 1989.

Los cantos del exilio son un registro crítico de la historia reciente y un recordatorio para no repetir los errores cometidos por no haber hecho lo suficiente para que la democracia se convierta en causa de todas y todos, como nos exhorta Despertar paraguayo, de Tumbita y Epifanio Méndez Fleitas (San Pedro del Paraná, 1917-Buenos Aires, 1985), musicalizado por el maestro José Bragato (Udine, Italia, 1915-Buenos Aires, 2017): «…Taha’e, ñanandy, kokuere, / Ñandejára ombopotýne / jaikepáramo ñande. / Upeára, ñamombo, kyhyje / ha ojoykére jaipykúine / tetäguára oñondive. / Paraguay, naranjal del amor, / tras la sombra derrotada / tu bandera flameará».

Si este ensayo ha interesado a las y los amables lectores, les gustará saber que «Literatura y exilio» es el tema del Décimo Simposio Internacional de Humanidades de UniNorte, que tendrá lugar del martes 6 al viernes 8 de agosto próximo en el Gran Hotel del Paraguay.

Bibliografía

Teresa Méndez-Faith: Paraguay, novela y exilio, Asunción, Intercontinental, 2009.

Agradecimiento a las lingüistas Krystyna Pisera y María Barrett.

ganadordelprimerpremio@gmail.com

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