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Repasemos los sucesos de aquel tiempo señalando que la Independencia del Paraguay no se circunscribió a mayo de 1811; aquella fue el resultado de un proceso largo y dificultoso que se extendió hasta la Jura de la Independencia en 1842, logrando su consolidación política con el reconocimiento de la misma por la Confederación Argentina, en 1852.
Sin embargo, el 14 de mayo de 1811 es el día de la Independencia del Paraguay porque en esa fecha, en horas de la noche, un puñado de jóvenes oficiales provenientes del interior, tomó los cuarteles que se hallaban junto a la Plaza Mayor y lo hicieron en nombre de la libertad.
Como sabemos, la revolución del mayo no fue un hecho aislado, toda América vivía momentos críticos ante la invasión napoleónica a España (1808) y el consiguiente apresamiento del rey Fernando VII en Francia.
Los próceres pretendían independizar al Paraguay de España, pero por razones estratégicas, al comienzo no lo manifestaron abiertamente. Ese ardid político también fue utilizado en otras ciudades de América, donde por aquel tiempo se formaron juntas o gobiernos revolucionarios. Así, en 1810 juraron lealtad a Fernando VII la junta de Caracas (19 de abril), de Buenos Aires (25 de mayo), Bogotá (20 de julio), Quito (22 de septiembre) y Santiago de Chile (18 de septiembre).
El año de 1810 marcó el inicio de una serie de insurrecciones en las colonias españolas de América, debido a las victorias de Napoleón en España; este hecho hizo pensar que Fernando VII seguiría preso indefinidamente en Francia. Fue el motivo que hizo decidir a los patriotas americanos a formar gobiernos autónomos, sin dejar de jurar fidelidad a Fernando VII. Este pronunciamiento de lealtad garantizaba a los revolucionarios la neutralidad de Inglaterra, entonces dueña de los mares, con su flota de guerra. No olvidemos que ella era aliada de España en la guerra contra Napoleón y una rebelión abierta de las colonias americanas contra el rey Fernando VII hubiera resultado inaceptable; en cambio, un juramento de fidelidad podría ser visto como una cuestión interna de la política española, en la que Inglaterra no podía terciar.
Los próceres de mayo no fueron los únicos que toleraron al gobernador español en el nuevo gobierno, aunque por corto tiempo y sin poder de mando. Algo parecido ocurrió en 1810 en Santa Fe, Quito y otras ciudades americanas.
En el proceso independentista paraguayo había otra razón para mantener a Velasco como triunviro: La revolución de mayo fue una conspiración de civiles y militares, gestada en los campos de batalla de Paraguarí y Tacuary y otros focos insurrectos en algunos pueblos del interior. De acuerdo a dicho plan, Fulgencio Yegros, que se hallaba en Itapúa, marcharía con su gente hasta Cordillera, donde se le acoplaría Manuel Anastasio Cabañas con otro grupo de patriotas para encaminarse hacia la capital. Harían lo mismo otros leales a la revolución que también se dirigirían hasta Asunción desde distintos puntos del país. También se sumaría a los patriotas, Blas Rojas de Aranda, quien se encontraba en Corrientes al mando de tropas paraguayas. En Asunción, los oficiales sublevados (Caballero, Iturbe y otros) entregarían los cuarteles a los revolucionarios. Como se sabe, Velasco se enteró de la conspiración, motivo por el cual tuvo que adelantarse la sublevación.
De hecho, Fulgencio Yegros fue el líder natural de la revolución: su destacada actuación en la campaña contra Belgrano y sus "condiciones morales hacían de él un gran señor, respetado y admirado por los paraguayos". Fue por eso que el capitán Pedro Juan Caballero tuvo que asumir la comandancia y decidir la suerte del Paraguay, junto con algunos oficiales jóvenes, el 14 de mayo de 1811.
Tras la intimación a Velasco y la entrega del poder, los revolucionarios convocaron a José Gaspar de Francia, que vivía en Yvyray (Trinidad), para integrar un triunvirato con Velasco y Zevallos. Fulgencio Yegros, desde Itapúa, viajó presurosamente para Asunción donde fue recibido con los honores propios de un gobernador.
El triunvirato, que fue un gobierno provisorio, convocó un congreso para que los paraguayos eligieran un nuevo gobierno. El Congreso se reunió entre el 17 y el 20 de junio de 1811, y eligió una Junta Superior Gubernativa integrada por cinco miembros: Yegros, Francia, Caballero, Mora y Bogarín.
Dejemos aquí el relato histórico para ocuparnos en adelante de los festejos de la revolución de mayo de 1811.
Según documentos del Archivo Nacional de Asunción, al inicio de la independencia y hasta la dictadura de Francia, la Junta Superior Gubernativa y el Cabildo declararon días de "tabla y gala, ahora y por siempre" los días 15 de mayo y 20 de junio, respectivamente.
Juan Antonio Zavala, uno de los protagonistas de la revolución, nos cuenta en su diario que las celebraciones del primer aniversario de la independencia se iniciaron el 14 de mayo con un Bando (presentación solemne) acompañado de música militar estrenada para la ocasión. En el mismo se mandó a todo el vecindario a que asistiera el día 15 de mayo a la Misa, tedeum y beso de mano; también se ordenó iluminar las calles bajo pena de 4 pesos de multa.
A la tarde, después de oraciones, "hubo salva de artillería, se enarboló el pabellón tricolor, hubo música en la Plaza, se iluminaron las calles y en cada media hora se disparó un cañonazo en la Plaza toda la noche hasta el sol del día 15".
Prosigue señalando que el 15 de mayo pontificó el obispo Pedro García Panés. Antes del Evangelio, "hizo el Presidente por los oficiales el juramento y voto del patronato dicho ante el obispo, la concurrencia del vecindario fue numerosísima en el Templo y besa manos: se cantó el Te Deum y en obsequio de esta celebridad se pusieron en libertad del arresto a Celpa y algunos delincuentes de la cárcel pública. A prima noche hubo baile en Gobierno con asistencia de muchos europeos".
Para celebrar el 20 de junio de 1812, "se enarboló en la víspera el Real Estandarte con cintas tricolores y a la tarde se hizo el paseo anunciado con mucha solemnidad: montaron sobre (caballos) individuos entre indios, caciques y corregidores de los pueblos y las corporaciones con algunos vecinos. El paseo fue hasta Samuu peré (Juan de Salazar y Artigas) que se adornó preventivamente con jeroglíficos de Árbol de la libertad y demostraciones. Esta noche hubo baile en Cabildo, orquestas de música por las calles, iluminaciones en todas y arcos triunfales que se erigieron en las bocacalles a costa de los gremios artesanos.
"El 20 de junio se repitió el paseo por Santo Domingo (Barrio de la Encarnación) con igual solemnidad, concurrió mucha gente en la Catedral a la noche se representó la Comedia Mas vale tarde que nunca.
"El 15 de agosto se enarboló la tricolor, pero con listón ancho blanco en el medio, colorado angosto arriba y azul abajo con las armas de la ciudad por un lado y del Rey por otro en el blanco. Hubo fuego de artillería al alzar y concluirse".
No se registra documento alguno de la época de Francia en que se recuerde la celebración de la Independencia; de hecho se habían prohibido todas las celebraciones públicas, salvo la procesión de Corpus Christi.
A partir de 1842 los cónsules de la República, Mariano Roque Alonso y Carlos Antonio López se propusieron lograr el reconocimiento del Paraguay ante las demás naciones. La ausencia de un acta que ratificara solemnemente los acontecimientos del 14 mayo de 1811, obligó a los cónsules a convocar un Congreso extraordinario el 25 de noviembre de aquel año. Allí se labró el acta de la Independencia y al mes siguiente, el 25 de diciembre se celebró un Congreso General Ordinario para la Jura Solemne de la Independencia Nacional. A partir de entonces, las conmemoraciones del 14 de mayo y el 25 de diciembre no se fueron interrumpidas; esta última fue declarada "Fiesta cívica para siempre".
Cuando por decreto de 1849 López otorgó nombres a las calles de Asunción, denominó 14 de Mayo a la que salía del Cuartel del Colegio, y lo hizo, según el citado documento, "en memoria de la revolución del año once en dicha data".
En el mensaje al Congreso del mismo año (1849), al referirse a la nueva casa de gobierno señaló cuanto sigue: "Al Norte de la Plaza 14 de Mayo se ha edificado una casa de dos pisos, de capacidad y toda conveniencia para morada del Gobierno".
Desde los tiempos de López, el 14 de Mayo fue considerado día de la Independencia Nacional, sin olvidar el 15 de Mayo en que se cantaba el Te Deum Laudamus en la Catedral de Asunción, además de otros actos alusivos.
Durante la dictadura del general Alfredo Stroessner Matiauda (19541989), los desfiles militares en su honor, por la avenida adoquinada del Paraguayo Independiente, fueron diluyendo paulatinamente los festejos del 14 de mayo hasta convertir esa fecha en un día hábil más, como cualquier otro del año (Ley Nº 8 del 6 de junio de 1990 - "Por la cual se determinan los feriados de la República").
Si sumamos a este despropósito la coincidencia del 15 de mayo con el de la madre, celebración por demás importante, pero que nada tiene que ver con la "Madre" Patria debido a que el consumismo que todo lo devora, un mes antes ya nos apabulla con anuncios comerciales y compras compulsivas de obsequios para la mamá, dejando en total olvido lo que en la víspera, antes, se festejaba con júbilo: el 14 de mayo, día de la Independencia Nacional.
Ante esta breve reflexión y recuento histórico ¿Qué les parece si proponemos a nuestros "representantes" cuanto sigue?
Recuperar el 14 de mayo como Día de la Independencia y, por supuesto, retornarlo feriado nacional.
Devolver a la "Plaza del Congreso" su primera nomenclatura de la época independiente: Plaza 14 de Mayo.
Trasladar el Día de la Madre al último domingo de mayo, por los inconvenientes que trae la superposición de celebraciones, y que el 15 de mayo sea hábil, en reemplazo del 14 de mayo, día de la Independencia Nacional.
Peticionar a la Municipalidad de Asunción con motivo del Bicentenario:
La recuperación de los nombres de algunas calles de Asunción, como la del Sol (Presidente Franco), Libertad (Eligio Ayala), 25 de Diciembre (Ygatimí), Justicia (General Díaz), de la Paz (Cerro Corá), Igualdad (25 de Mayo), e incluso la de Sumuu Peré (Juan de Salazar), hito noreste de Asunción colonial; todavía se la conocía como tal a mediados del siglo XX.
Margarita Durán Estragó
Sin embargo, el 14 de mayo de 1811 es el día de la Independencia del Paraguay porque en esa fecha, en horas de la noche, un puñado de jóvenes oficiales provenientes del interior, tomó los cuarteles que se hallaban junto a la Plaza Mayor y lo hicieron en nombre de la libertad.
Como sabemos, la revolución del mayo no fue un hecho aislado, toda América vivía momentos críticos ante la invasión napoleónica a España (1808) y el consiguiente apresamiento del rey Fernando VII en Francia.
Los próceres pretendían independizar al Paraguay de España, pero por razones estratégicas, al comienzo no lo manifestaron abiertamente. Ese ardid político también fue utilizado en otras ciudades de América, donde por aquel tiempo se formaron juntas o gobiernos revolucionarios. Así, en 1810 juraron lealtad a Fernando VII la junta de Caracas (19 de abril), de Buenos Aires (25 de mayo), Bogotá (20 de julio), Quito (22 de septiembre) y Santiago de Chile (18 de septiembre).
El año de 1810 marcó el inicio de una serie de insurrecciones en las colonias españolas de América, debido a las victorias de Napoleón en España; este hecho hizo pensar que Fernando VII seguiría preso indefinidamente en Francia. Fue el motivo que hizo decidir a los patriotas americanos a formar gobiernos autónomos, sin dejar de jurar fidelidad a Fernando VII. Este pronunciamiento de lealtad garantizaba a los revolucionarios la neutralidad de Inglaterra, entonces dueña de los mares, con su flota de guerra. No olvidemos que ella era aliada de España en la guerra contra Napoleón y una rebelión abierta de las colonias americanas contra el rey Fernando VII hubiera resultado inaceptable; en cambio, un juramento de fidelidad podría ser visto como una cuestión interna de la política española, en la que Inglaterra no podía terciar.
Los próceres de mayo no fueron los únicos que toleraron al gobernador español en el nuevo gobierno, aunque por corto tiempo y sin poder de mando. Algo parecido ocurrió en 1810 en Santa Fe, Quito y otras ciudades americanas.
En el proceso independentista paraguayo había otra razón para mantener a Velasco como triunviro: La revolución de mayo fue una conspiración de civiles y militares, gestada en los campos de batalla de Paraguarí y Tacuary y otros focos insurrectos en algunos pueblos del interior. De acuerdo a dicho plan, Fulgencio Yegros, que se hallaba en Itapúa, marcharía con su gente hasta Cordillera, donde se le acoplaría Manuel Anastasio Cabañas con otro grupo de patriotas para encaminarse hacia la capital. Harían lo mismo otros leales a la revolución que también se dirigirían hasta Asunción desde distintos puntos del país. También se sumaría a los patriotas, Blas Rojas de Aranda, quien se encontraba en Corrientes al mando de tropas paraguayas. En Asunción, los oficiales sublevados (Caballero, Iturbe y otros) entregarían los cuarteles a los revolucionarios. Como se sabe, Velasco se enteró de la conspiración, motivo por el cual tuvo que adelantarse la sublevación.
De hecho, Fulgencio Yegros fue el líder natural de la revolución: su destacada actuación en la campaña contra Belgrano y sus "condiciones morales hacían de él un gran señor, respetado y admirado por los paraguayos". Fue por eso que el capitán Pedro Juan Caballero tuvo que asumir la comandancia y decidir la suerte del Paraguay, junto con algunos oficiales jóvenes, el 14 de mayo de 1811.
Tras la intimación a Velasco y la entrega del poder, los revolucionarios convocaron a José Gaspar de Francia, que vivía en Yvyray (Trinidad), para integrar un triunvirato con Velasco y Zevallos. Fulgencio Yegros, desde Itapúa, viajó presurosamente para Asunción donde fue recibido con los honores propios de un gobernador.
El triunvirato, que fue un gobierno provisorio, convocó un congreso para que los paraguayos eligieran un nuevo gobierno. El Congreso se reunió entre el 17 y el 20 de junio de 1811, y eligió una Junta Superior Gubernativa integrada por cinco miembros: Yegros, Francia, Caballero, Mora y Bogarín.
Dejemos aquí el relato histórico para ocuparnos en adelante de los festejos de la revolución de mayo de 1811.
Según documentos del Archivo Nacional de Asunción, al inicio de la independencia y hasta la dictadura de Francia, la Junta Superior Gubernativa y el Cabildo declararon días de "tabla y gala, ahora y por siempre" los días 15 de mayo y 20 de junio, respectivamente.
Juan Antonio Zavala, uno de los protagonistas de la revolución, nos cuenta en su diario que las celebraciones del primer aniversario de la independencia se iniciaron el 14 de mayo con un Bando (presentación solemne) acompañado de música militar estrenada para la ocasión. En el mismo se mandó a todo el vecindario a que asistiera el día 15 de mayo a la Misa, tedeum y beso de mano; también se ordenó iluminar las calles bajo pena de 4 pesos de multa.
A la tarde, después de oraciones, "hubo salva de artillería, se enarboló el pabellón tricolor, hubo música en la Plaza, se iluminaron las calles y en cada media hora se disparó un cañonazo en la Plaza toda la noche hasta el sol del día 15".
Prosigue señalando que el 15 de mayo pontificó el obispo Pedro García Panés. Antes del Evangelio, "hizo el Presidente por los oficiales el juramento y voto del patronato dicho ante el obispo, la concurrencia del vecindario fue numerosísima en el Templo y besa manos: se cantó el Te Deum y en obsequio de esta celebridad se pusieron en libertad del arresto a Celpa y algunos delincuentes de la cárcel pública. A prima noche hubo baile en Gobierno con asistencia de muchos europeos".
Para celebrar el 20 de junio de 1812, "se enarboló en la víspera el Real Estandarte con cintas tricolores y a la tarde se hizo el paseo anunciado con mucha solemnidad: montaron sobre (caballos) individuos entre indios, caciques y corregidores de los pueblos y las corporaciones con algunos vecinos. El paseo fue hasta Samuu peré (Juan de Salazar y Artigas) que se adornó preventivamente con jeroglíficos de Árbol de la libertad y demostraciones. Esta noche hubo baile en Cabildo, orquestas de música por las calles, iluminaciones en todas y arcos triunfales que se erigieron en las bocacalles a costa de los gremios artesanos.
"El 20 de junio se repitió el paseo por Santo Domingo (Barrio de la Encarnación) con igual solemnidad, concurrió mucha gente en la Catedral a la noche se representó la Comedia Mas vale tarde que nunca.
"El 15 de agosto se enarboló la tricolor, pero con listón ancho blanco en el medio, colorado angosto arriba y azul abajo con las armas de la ciudad por un lado y del Rey por otro en el blanco. Hubo fuego de artillería al alzar y concluirse".
No se registra documento alguno de la época de Francia en que se recuerde la celebración de la Independencia; de hecho se habían prohibido todas las celebraciones públicas, salvo la procesión de Corpus Christi.
A partir de 1842 los cónsules de la República, Mariano Roque Alonso y Carlos Antonio López se propusieron lograr el reconocimiento del Paraguay ante las demás naciones. La ausencia de un acta que ratificara solemnemente los acontecimientos del 14 mayo de 1811, obligó a los cónsules a convocar un Congreso extraordinario el 25 de noviembre de aquel año. Allí se labró el acta de la Independencia y al mes siguiente, el 25 de diciembre se celebró un Congreso General Ordinario para la Jura Solemne de la Independencia Nacional. A partir de entonces, las conmemoraciones del 14 de mayo y el 25 de diciembre no se fueron interrumpidas; esta última fue declarada "Fiesta cívica para siempre".
Cuando por decreto de 1849 López otorgó nombres a las calles de Asunción, denominó 14 de Mayo a la que salía del Cuartel del Colegio, y lo hizo, según el citado documento, "en memoria de la revolución del año once en dicha data".
En el mensaje al Congreso del mismo año (1849), al referirse a la nueva casa de gobierno señaló cuanto sigue: "Al Norte de la Plaza 14 de Mayo se ha edificado una casa de dos pisos, de capacidad y toda conveniencia para morada del Gobierno".
Desde los tiempos de López, el 14 de Mayo fue considerado día de la Independencia Nacional, sin olvidar el 15 de Mayo en que se cantaba el Te Deum Laudamus en la Catedral de Asunción, además de otros actos alusivos.
Durante la dictadura del general Alfredo Stroessner Matiauda (19541989), los desfiles militares en su honor, por la avenida adoquinada del Paraguayo Independiente, fueron diluyendo paulatinamente los festejos del 14 de mayo hasta convertir esa fecha en un día hábil más, como cualquier otro del año (Ley Nº 8 del 6 de junio de 1990 - "Por la cual se determinan los feriados de la República").
Si sumamos a este despropósito la coincidencia del 15 de mayo con el de la madre, celebración por demás importante, pero que nada tiene que ver con la "Madre" Patria debido a que el consumismo que todo lo devora, un mes antes ya nos apabulla con anuncios comerciales y compras compulsivas de obsequios para la mamá, dejando en total olvido lo que en la víspera, antes, se festejaba con júbilo: el 14 de mayo, día de la Independencia Nacional.
Ante esta breve reflexión y recuento histórico ¿Qué les parece si proponemos a nuestros "representantes" cuanto sigue?
Recuperar el 14 de mayo como Día de la Independencia y, por supuesto, retornarlo feriado nacional.
Devolver a la "Plaza del Congreso" su primera nomenclatura de la época independiente: Plaza 14 de Mayo.
Trasladar el Día de la Madre al último domingo de mayo, por los inconvenientes que trae la superposición de celebraciones, y que el 15 de mayo sea hábil, en reemplazo del 14 de mayo, día de la Independencia Nacional.
Peticionar a la Municipalidad de Asunción con motivo del Bicentenario:
La recuperación de los nombres de algunas calles de Asunción, como la del Sol (Presidente Franco), Libertad (Eligio Ayala), 25 de Diciembre (Ygatimí), Justicia (General Díaz), de la Paz (Cerro Corá), Igualdad (25 de Mayo), e incluso la de Sumuu Peré (Juan de Salazar), hito noreste de Asunción colonial; todavía se la conocía como tal a mediados del siglo XX.
Margarita Durán Estragó