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El ingeniero Martín M. Cubilla Andrada, presidente de la Federación Paraguaya de Siembra Directa para una Agricultura Sustentable (Fepasidias) señala tres pilares o principios fundamentales que hacen al sistema de siembra directa y tienen que ver con la labranza cero o “preparo del suelo”, la rotación de los cultivos y la cobertura permanente del suelo.
Mediante la cobertura es posible realizar el secuestro del carbono atmosférico y el aumento de la infiltración de agua. Asimismo, favorece a la reducción de la evaporación de agua y la reducción de la temperatura.
Mediante la acumulación de materia orgánica permite la adición y reciclaje de nutrientes, cuyo objetivo es mejorar la estructura del suelo (porosidad) y promover su actividad biológica. Asimismo, promueve la protección contra la erosión.
Esta última está muy presente cuando el suelo está desnudo y recibe los embates del sol, principalmente en épocas críticas como esta, donde la sequía puede ser muy prolongada.
Otros beneficios del sistema
Según Cubilla, el sistema de siembra directa también favorece la reducción de la infestación de malezas y disminución de uso de agroquímicos. “El hecho que el suelo no es preparado y que el mismo, está permanentemente cubierto con residuos vegetales tiene como resultado, mayores retornos económicos a través del tiempo. La siembra directa es el sistema de producción del futuro, si realmente se procura poner en práctica una agricultura sustentable, nos decía hace muchos años el ingeniero agrónomo Rolf Derpsch. Con esto, estamos totalmente de acuerdo viendo los resultados año tras año, gracias a esta visión y línea de trabajos realizados por este pionero investigador, en sus primeros estudios con el sistema en los ‘70”, detalló el profesional.
Experiencias de éxito con el uso de la siembra directa
El productor Víctor Dickel, con más de 30 años de experiencia en el uso del sistema de siembra directa, es uno de los actores de la agricultura extensiva que puede dar fe de los resultados positivos en su parcela, ubicada en Natalio, Itapúa.
Siembra de soja en la actualidad
“Con el sistema bien implantado y esta cobertura del suelo, el cultivo puede soportar más (3-4 semanas) el déficit hídrico e incluso un rendimiento superior al 35-40% en comparación a suelos descubiertos o con poca cobertura”, destacó el titular de Fepasidias.
Un ejemplo es el rendimiento de 3.600 kg/ha con uso de siembra directa, frente a 2.160 kg/ha del sistema de agricultura tradicional. Se trata de una diferencia de 1.500 kg/ha prácticamente, que se traduce en 600 dólares por hectárea que pierde o deja de percibir el productor que no practica esta metodología de producción.
“Vale aclarar que estos productores de muchos años con el sistema, en temporadas normales no bajan de 4.500 y 5.000 kg/ha de rendimiento, mientras que en años de sequías, difícilmente bajan de 3.500 kg/ha”, precisó Cubilla.
Beneficio económico para el productor
El presidente de la federación de siembra directa fue categórico al decir que, “para la economía del país, es crucial trabajar en capacitación e investigación bajo el sistema de siembra directa porque no hay dudas que, con el aumento de la capacidad productiva de nuestros suelos, será posible mejorar la producción de soja y todos los demás cultivos.
Asociación de cultivos
Con el concepto de siembra directa, la asociación de cultivos que no son comerciales durante el proceso de rotación, el objetivo está en la alta inversión que se le da al suelo, para que este obtenga los nutrientes que necesita de forma natural y, en el futuro, favorezca a la productividad.
De acuerdo al ingeniero agrónomo Ken Moriya, especialista en suelos, varias son las especies vegetales que pueden utilizarse para lograr ese colchón de materia orgánica tan importante.
Los abonos verdes de verano recomendados son la mucuna ceniza, la canavalia y el kumanda yvyra’i. Estas aportan cobertura vegetal, además de que son fijadores de nitrógeno, recicladores de nutrientes, inhibidores de germinación de las semillas, repelentes de plagas, entre otros.
Respecto a especies de invierno están la avena negra y amarilla, el lupino blanco, el nabo forrajero y el acevén.