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La fábrica de cueros Vernon marca un hito histórico al ser la primera en contar con una planta biológica de procesamiento de efluentes en nuestro país y la segunda en la región. Además de constituirse en un referente medioambiental también ha significado un valioso aporte al desarrollo de la comunidad y un referente académico de futuros profesionales medioambientalistas. Héctor Oller, gerente general de la firma, comenta que la intención es demostrar que cuando hay voluntad y una dirección hacia la mejora del ambiente, sumados a la mano de obra calificada de un país, las cosas se pueden lograr.
El fuerte componente medioambiental que sustenta la obra basa sus cimientos en que la curtiduría ha ido siendo paulatinamente más amigable de lo que era años atrás. Los procesos químicos son diferentes y además de usar como aliada a la biología, también se ha trabajado en bajar la emisión de gases al exterior.
Según la explicación científica, la planta cuenta con un reactor biológico en el cual lo que se procesan son los residuos de grasa, tejido y cualquier otro residuo orgánico que viene del agua usada para la curtiembre y se la somete a un proceso en el cual una colonia de bacterias se alimentan de estos residuos bajo un clima controlado de entre 25 y 35 grados centígrados y un proceso de oxigenación superior al encontrado en el medioambiente. De esta manera, proceso biológico mediante, el agua se va limpiando para luego pasar a otro gran tanque en el que se produce la sedimentación de componentes minerales, luego de otro proceso el agua sale limpia y el 30% del reciclado se reutiliza en la fábrica y el sobrante se pasa al alcantarillado.