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La historia del poblado que se convirtió luego en el distrito denominado San Lorenzo del Campo se inicia en 1604 y recién en 1775 fue fundada como villa cuando el coronel Fernando de Pinedo incautó las tierras a los misioneros jesuitas. Por entonces existía una vasta franja de terreno que se extendía desde Tapyipery (hoy Fernando de la Mora) hasta la orilla del arroyo San Lorenzo, territorio conocido entonces “Balsequillo” (actualmente Barcequillo) y fue asiento de las encomiendas de Francisco Cuevas.
Cuentan los historiadores que en el antiguo “Balsequillo” existía la “Laguna Parra” cuya ubicación actual sería a unos 100 metros de la ruta Mariscal Estigarribia, la actualmente zona norte de Fernando de la Mora, ciudad que se creó luego de desmembrarse de San Lorenzo. Otra encomienda posterior que existió en Barcequillo fue la de Juan Vanguelles, en 1661. Es importante destacar que a solo 43 años de iniciarse esa encomienda, en 1704, Antonio Escobar y Gutiérrez, quien era gobernador de la Provincia del Paraguay, llevó a cabo un empadronamiento de los lugareños, lo que nos da una idea de lo poblado que estaba este nuevo territorio al cual los lugareños comenzaban a llamar Ñu Guazú (Campo Grande).
Según los antiguos registros españoles, en estos lugares vivían varios de los criollos que acompañaron a José de Antequera en la Revolución comunera, lo que pone a los sanlorenzanos a la vanguardia de las instituciones democráticas del continente americano, según Dani Vargas, un comunicador local.
Donación de bienes
En 1698, el reverendo padre Martín de Yegros, sacerdote jesuita, quien por entonces residía en la ciudad de Córdoba (Argentina) donó al Colegio Jesuítico de Asunción todos sus bienes y propiedades ubicadas en “la provincia del Paraguay”. Entre esas propiedades se encontraban “las tierras del Campo Grande”, también llamadas del Isati, que por entonces estaban densamente pobladas de encomenderos.
El primer conflicto de tierras en el territorio que hoy es San Lorenzo se produjo en la primera década del siglo XVIII entre los residentes del Campo Grande y los jesuitas, que con el título del padre Yegros en manos pretendían ocupar la propiedad del Ñu Guazú.
Capilla Cue
Las tierras adquiridas por los jesuitas tenían como límites geográficos los actuales distritos de Luque (al norte), Capiatá (al este), San Lorenzo de la Frontera (al sur) y Asunción (al oeste). Hacia el extremo este de Barcequillo se edificó una humilde capilla que fue destinada a la realización de actos religiosos y a “la cristianización de los aborígenes”.
Inmediatamente, además de las viviendas de los antiguos encomenderos, comenzaron a edificarse las casas de los religiosos y los lugares de almacenamiento de los productos agrícolas.