Una comunidad que crece en el Camino Neocatecumenal

La parroquia Medalla Milagrosa fue una de las primeras en contar con el movimiento eclesial y organización católica denominado Camino Neocatecumenal. Se inició hace 34 años, de los 39 que lleva en Paraguay.

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Jacinto Quintana es el responsable de la primera comunidad (actualmente son 34) que se conformó en la parroquia Medalla Milagrosa. Comentó que el Camino Neocatecumenal se inició en la parroquia en el año 1984, siendo párroco monseñor Zacarías Martínez. Detalló que se formó una primera comunión de 54 hermanos.

Sus integrantes son personas decididas a recordar el bautismo de Jesús, viviendo según sus enseñanzas.

En Medalla Milagrosa comenzó luego de un anuncio que dieron catequistas itinerantes que vinieron de España y que son responsables en Paraguay. Después de unos dos años se formaron los catequistas de la primera comunidad y así se inició con el anuncio para ir formando las comunidades.

Es un camino, una iniciación cristiana posbautismal, y nació después del Concilio Vaticano Segundo. Se reúnen en comunidades integradas por 20 a 30 hermanos cada una, celebran la eucaristía, la Palabra de Dios y la gente va cambiando en forma gradual, después de compartir en comunidad.

Explicó que la experiencia que tiene es que la Iglesia que les acoge de a poco va cambiando a la persona, su forma de ser, de pensar. Es como entrar a la escuela, y así la Iglesia les va enseñando a vivir como hijos de Dios, explicó Quintana.

Actualmente dependen de la parroquia 34 comunidades, que tienen diferentes pasos. El primero es la etapa inicial, preparando la Palabra de Dios, luego a medida que van avanzando la Iglesia ayuda a los catequistas a ver si están teniendo un cambio de mentalidad y si se van produciendo frutos.

Analizan si realmente aceptan vivir como hijos de Dios, haciendo su voluntad, que no se limitan a vivir una religiosidad solamente, sino que adoptan un nuevo estilo de vida acorde con las enseñanzas de Jesucristo en la vida cotidiana. La mayoría llegó al grupo con algún sufrimiento, angustia y de a poco se le va cambiando, aprende a valorar la familia, relaciones que tiene con pareja e hijos.

Manifestó que el Evangelio de Dios ayuda a aprender a amar al otro, a la familia, como Jesús nos amó. En este sentido los cambios se van dando con los años; uno empieza a darse cuenta del daño que le han causado la envidia, la prepotencia y otros antivalores, dijo Quintana.

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