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Nathalia Magalí Caballero Martínez, nutricionista, subraya que el consumo de la leche ayuda al organismo con la salud ósea, pues fortalece los huesos fuertes con el calcio y la vitamina D; salud muscular, ya que permite el desarrollo y reparación de tejidos por las proteínas de alto valor biológico (PAVB) y caseína de suero, que, a su vez, reduce el riesgo de osteoporosis y debilidad ósea en edad adulta; y salud dental, ya que fortalece el esmalte dental por el calcio y fósforo.
Asimismo, cabe resaltar las vitaminas y minerales que se encuentran en la leche, que son las proteínas, calcio, vitaminas A, B1, B2, B12 y D.
Atendiendo los numerosos beneficios es que se aprecia la constante búsqueda de que se siga consumiendo leche y, por ende, se va adaptando a las distintas necesidades de cada organismo.
“La diversificación de los lácteos, dando siempre foco a la leche, se debe a que se van realizando estudios, análisis sobre hasta qué punto cada organismo es tolerante entre un tipo de leche u otro, por ello tenemos variedad, descremados, sin lactosa, fortificada con calcio, con fibras, leches de almendras, de soja, etc, de acuerdo a la necesidad de los pacientes y/o consumidores”, comenta la especialista.
Se trata de los resultados que favorecen a los consumidores y pacientes, fruto de las inversiones.
Por otra parte, recuerda que el alimento más importante del ser humano al nacer es la leche materna, razón por la que se le conoce como el alimento de oro.
Y, por ese mismo motivo, recomienda atención al pasar de la alimentación de los lactantes a una alimentación más diversa.
“La leche es un alimento noble con muchos beneficios para la salud con consumo adecuado, desde la adolescencia es recomendable elegir lácteos descremados de preferencia, por la menor cantidad de grasas saturadas (de origen animal). No descartar su consumo en niños, adolescentes y personas de tercera edad, siempre con el debido control de porciones, entre 200 a 400 ml cada día, aproximadamente.