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–¿Qué opinión le merece la feligresía de Ciudad del Este?
–Creo que en Ciudad del Este se da un ambiente de fervor religioso bastante intenso. Hay vida en las capillas y parroquias; en parte se debe al hecho de que todos son gente venida de todas partes y en fechas recientes sintieron necesidad de unirse y relacionarse alrededor de la fe común en Jesucristo. Florecen diferentes movimientos que son como familias extensas en las cuales se comparte la fe. Donde hay una vida cristiana comprometida con Dios y los hombres y las mujeres, los jóvenes y los niños, surgen también vocaciones, tanto para el clero como para algunas congregaciones.
–¿Cómo se realiza el trabajo pastoral en una ciudad con tanta diversidad de cultura?
–En las celebraciones litúrgicas usamos el castellano, idioma común, para que todos se sientan en casa, y poco a poco más el guaraní. Las parroquias están al servicio de todos; paraguayos, brasileños, orientales, etcétera. Ahí tenemos la oportunidad de un intercambio cultural y de superar las tensiones inevitables. Cada vez más nos relacionamos con los indígenas; existen más de cien grupos en nuestra jurisdicción.
–¿Cómo se relaciona con los otros grupos religiosos?
–Existen buenas relaciones a nivel parroquia, en gran parte. Hubo también una cooperación muy generosa en el momento de la pandemia con los budistas, o en la pastoral en favor de la vida con las comunidades cristianas separadas.
–¿Qué aspectos de la vida de San Blas se pueden rescatar para tener como referencia en la actualidad?
–Hoy un cristiano no va a sobrevivir sin una fe profunda, sin oración. San Blas era un hombre de oración intensa. También fue un buen pastor muy querido, especialmente por su caridad con los pobres. Parece que durante el tiempo que se tuvo que esconder de sus perseguidores en los bosques llegaba a tomar amistad hasta con los animales salvajes. Esto contiene un mensaje para nuestro cuidado de la casa común. Y, finalmente, San Blas enfrentó el martirio, lo que le suele suceder a los mejores cristianos porque no se doblegan ante los enemigos del bien. No fue un hombre de muchas palabras, sino evangelizaba con su actitud. Todo esto contiene mensajes importantes para nosotros hoy.
–¿Cómo califica la participación de la feligresía en las actividades de la Iglesia?
–Hay buena participación a nivel de capillas, parroquias, movimientos, comunidades de retiro, etcétera. Nos falta coordinarnos más y sentirnos verdaderamente Iglesia en el sentido de una casa, una familia grande donde todos estamos unidos. Para eso ayudan las grandes fiestas, como la fiesta de San Blas, pero también la oración común en sus diferentes formas, como las procesiones, los rezos del santo rosario, las celebraciones eucarísticas. Un buen punto de encuentro entre los diferentes grupos son las capillas de adoración perpetua en varios lugares. Todavía existe un déficit en cuanto a una pastoral social más organizada; la acción concreta en favor de los más necesitados nunca debe faltar en nuestra vivencia de fe. ¡Qué San Blas siempre nos inspire y que interceda por nosotros!