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En Ciudad del Este convergen diversas colectividades, como la taiwanesa, brasileña, libanesa, japonesa, coreana, india, entre otras comunidades extranjeras que encontraron su “tierra prometida” para el desarrollo y se afincaron en la zona.
En un recorrido por los comercios del microcentro o por el Lago de la República es común cruzarse con un ciudadano paraguayo con ascendencia oriental, árabe o de otros rincones del mundo.
La ola de inmigración comenzó tras la inauguración del Puente de la Amistad, a mediados de la década del 60. En sus primeros años, los extranjeros se dedicaron al comercio fronterizo.
Sin embargo, actualmente están insertos en todas las áreas de la actividad económica. Se puede encontrar en los barrios un ciudadano de procedencia libanesa con un emprendimiento gastronómico con platos árabes o en un hospital a un profesional médico con apellido de origen oriental, entre otras peculiaridades propias de una ciudad cosmopolita.
Urbe multicultural
Las comunidades extranjeras también trajeron sus costumbres, tradiciones, lenguas y religiones, dando una connotación multicultural a la ciudad.
La colectividad de la República de China (Taiwán), con unos 3.000 integrantes, cuenta con un templo budista y celebra tradicionalmente el Año Nuevo Chino o la fiesta patria Doble Diez cada 10 de octubre.
Mientras que la comunidad libanesa, estimada en unos 20.000 en la Triple Frontera, tiene la majestuosa Mezquita del Este y los miembros practican fielmente el Ramadán, un riguroso ayuno en el noveno mes lunar de los musulmanes.
Génesis de la inmigración
Los primeros taiwaneses llegaron a finales de la década del 60 y durante el auge comercial de Ciudad del Este en los años 90 eran alrededor de 12.000 ciudadanos, según estimaciones de Szeto Jimin, presidente de la Asociación China.
Algunos emigraron a otros lugares, unos regresaron a su país y otros adoptaron a Ciudad del Este para su residencia.
“La mayoría de los taiwaneses se dedican al comercios, mediante la importación o venta de una gama amplia de productos. Sin embargo, hoy día, la segunda generación de los inmigrantes taiwaneses estudia contabilidad, letras, medicina, arquitectura, agronomía y acuicultura. Se enfocan en campos profesionales, ellos son descendientes taiwaneses con rostro oriental, pero con corazón paraguayo”, dijo Jimin.
Al igual que otras colectividades extranjeras, los libaneses comenzaron a instalarse en Ciudad del Este poco después de la apertura del Puente de la Amistad y apostaron por el comercio como su actividad predominante.
Según Said Taigen, miembro de la Asociación Paraguaya Libanesa y Árabe, la labor principal de los libaneses sigue siendo el comercio. No obstante, también están incursionando en la agricultura y ganadería al igual que en distintas profesiones universitarias.
“Nosotros nos sentimos paraguayos, vivimos con mucha tranquilidad gracias a la hospitalidad de la gente. No sentimos que somos extranjeros”, expresó Taigen, que se encuentra viviendo en Ciudad del Este desde hace 50 años.