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Victor SA cumple 70 años de trayectoria en el mercado local, con un prestigio bien ganado con trabajos de calidad y buen servicio.
Pedro Federer Fuchs recuerda que su padre, Viktor Federer, llegó con su familia al Paraguay en 1949, poco después de la Segunda Guerra Mundial, procedente de la antigua Checoslovaquia. El tenía dos años. Paraguay también estaba en una etapa de recuperación tras la contienda de la Guerra del Chaco.
Viktor tenía la formación de ingeniero mecánico, electromecánico y textil, y tuvo la visión de emprender el negocio de fundición, que habilitó sobre la actual calle Brasil, entre Luis A. de Herrera y Azara. Tenía por nombre Feralco, de acuerdo a los metales con los que trabajaba, hierro, aluminio y cobre.
En junio de 1951 cambió el rubro al de mecánica general y el nombre a Taller Viktor. También hizo la mudanza a un predio donde actualmente se erige un prestigioso hotel, sobre la calle Cerro Corá casi Estados Unidos.
Primeramente trabajaba con camiones grandes que, a causa de la calidad de los caminos de aquellos tiempos, con frecuencia necesitaban la reparación de sus chasis. En 1953 incursionó también en trabajos de chapería y pintura.
Al instalarse una ensambladora de automóviles Alfa Romeo en el país, tuvo la idea de traer el primer banco chapista de Sudamérica y correspondiente a los modelos Alfa Romeo.
Fue tanto el prestigio ganado por Taller Viktor en aquella época, que clientes de países vecinos como Argentina, Brasil, Uruguay, e incluso Chile, solicitaban los servicios, y remitían sus vehículos al país. En ocasiones Viktor viajaba a los países vecinos para realizar presupuestos y acordar con el cliente los procesos para la reparación y entrega de sus automóviles. Facilitaba su relacionamiento su cualidad de hablar varios idiomas como el inglés, francés, alemán, portugués, al que también le sumó el español al afincarse en nuestro país.
“Eran otros tiempos, la exigencia de calidad de parte de los clientes tenía otros niveles. Un trabajo mal hecho era vuelto a hacer antes de que el propietario viera su vehículo listo para la entrega. Recibíamos un pago por un trabajo hecho con excelencia, y eso para nosotros no cambió aunque haya cambiado la exigencia de los clientes”, afirma Pedro Federer.
Cuenta también que a principios de este milenio se ubicaron en su local propio, el actual, en avenida Artigas y General Santos, donde constantemente incorporan las nuevas tecnologías para el rubro en el que trabajan.
Dos mujeres se convirtieron en ejes importantes del negocio
Pedro Federer Fuchs recuerda que a sus 18 años tenía ya un conocimiento somero de lo que era el negocio fundado por su padre, y que como estudiante tuvo la oportunidad de viajar a los Estados Unidos dentro del programa AFS. Poco tiempo después de su regreso al país, en 1968, tras el fallecimiento de su padre, se vio en la obligación de acompañar a su madre doña Margarita Fuchs, en la conducción del taller. A fuerza de experiencia previa y desafíos nuevos, lo llevaron adelante con mucho éxito, conservando, y aun potenciando, el prestigio ya ganado por la empresa.
Luego, su unión matrimonial con Nenena González sumó otra mujer a la historia de Victor SA.
Doña Nenena, además de su deber de madre y jefa del hogar, se sumó de lleno a las tareas en el taller.
“Ella es el eje fundamental del taller, sin su acompañamiento y esmero tal vez no habríamos alcanzado el lugar en el que hoy estamos. Nenena se encarga de toda la parte administrativa del taller, y sus diseños de estrategia siempre nos llevaron por buen camino. Puedo decir que ella es el alma de este negocio”, resalta Pedro Federer.
Victor Federer, su hijo, añade que su madre es además una excelente fiscalizadora de los trabajos terminados. “Tiene un ojo especial para ver los detalles”, dice.