Sin embargo, también existe un pequeño número de pequeños productores y jornaleros, que todavía utiliza los machetes, las azadas y arados a tracción animal para sus cultivos.
A unos 35 km del centro de la ciudad con caminos en lamentable estado, en el asentamiento Corpus Christi se encuentra Marcial Ocampos (40), un agricultor que todavía trabaja la tierra con este método. El labriego relató su sacrificada labor diaria para sacar adelante a su familia. Posee 10 hectáreas de tierra, de las cuales el 50% dedica a la agricultura, con todos los cultivos de autoconsumo, mandioca, maíz, poroto, entre otros.
Ocampos comentó que apuesta al rubro de renta para subsistir, pero el mayor drama es la falta de buen precio. “La mandioca apenas nos quieren pagar 300 guaraníes el kilo, el maíz chipá vendemos a G. 5.000 el kilogramo, maíz tupí a G. 1.000 y el cedrón a G. 5.000”, expresó el agricultor.
Señaló que la falta de mercado oportuno y precio justo permite el abaratamiento abusivo de sus cultivos. “No sabemos qué hacer, cuando tenemos buena producción, nos pagan barato y cuando no hay producción nos ofrecen buen precio, nunca se gana nada”, indicó.
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El agricultor todavía utiliza un buey para estirar el arado, que tiene por nombre “Lindo”. Su hijo de 10 años coopera en el trabajo agrícola “con mi buey trabajo, mi hijo me trae agua fresca y aprende a trabajar, mi esposa y otros hijos también trabajan en la casa”, expresó.
“Quiero ser ingeniero”
Yuani Marcial, de 10 años, hijo de Marcial Ocampos, cursa el cuarto grado en la escuela y ayuda en su tiempo libre a su padre, “quiero trabajar en la chacra, así como mi papá. Quiero ser ingeniero agrónomo”, dijo el niño mientras ensaya el trabajo de arar la tierra.
Otros agricultores
Julio Riquelme es otro agricultor que cuenta con un poco de tierra que cultiva, pero las veces que puede trabaja con sus vecinos como jornalero porque le genera más ganancia. Riquelme indicó que cuenta con algunos cultivos de renta y autoconsumo.
Otro labriego que todavía trabaja la tierra en forma rudimentaria es Pedro Barrios. El agricultor comentó que el cedrón vende entre G. 5.000 y 7.000 guaraníes el kilogramo. Dijo que ahora inició cultivo de sésamo, pero no sabe a qué precio va a comercializar, “el año pasado nos pagaron a G. 5.000 el kilo. El precio nunca se sabe, te dicen un costo y al final pagan lo que quieren. Se aprovechan de las necesidades”, se quejó.
Los agricultores trabajan a pesar de la ausencia del Estado en materia de infraestructuras básicas como caminos en buenas condiciones y otros.
