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Lucila Ávalos tiene 30 años y su esposo Manuel Ferreira, 39. La mujer comentó que cuando llegaron al lugar, hace dos años, el sitio era desierto y no había nada. “Era totalmente vacío, solo sol y tierra, ni siquiera teníamos agua. No había árbol para la sombra”, expresó.
Dijo que actualmente ya tienen lo suficiente para comer, “ya no vamos a pasar hambre”, expresó doña Lucila. Entre sus cultivos están parcelas de maíz, mandioca, poroto, maní, además de una buena cantidad de gallinas y cerdos, que les proporciona huevo y carne para el alimento diario.
La mujer comentó que a pesar de las constantes amenazas de ser desalojados del lugar, permanecen y trabajan afanosamente para que no falte el pan de cada día en la mesa familiar. El asentamiento San Rafael, ex Laterza Cue, se encuentra distante 9 km del casco urbano de este distrito, que a su vez está ubicada a unos 80 km de Ciudad del Este.
Lucila y Manuel tienen seis hijos, la mayoría en edad escolar, Karina (13), Ezequiel (11), Ezequía (9), Isaías (7), Tamara (5) y Jeremías, de 6 meses. Todos, a excepción del último, acuden diariamente a una precaria escuela de madera que los pobladores construyeron en el asentamiento.
Por otro lado, la productora pidió mayor asistencia del Gobierno para mejorar sus condiciones de vida. Abogó por dejar de ser tratados como invasores.