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SAN PEDRO DE YCUAMANDYYÚ (Omar Acosta, corresponsal). Nery Caballero es una muestra del sacrificado campesino que, pese a las adversidades, se ingenia para lograr lo mejor de la tierra de manera honrada, para tener una buena vida y poder solventar la formación académica de sus hijos. El labriego espera que el Gobierno desarrolle alguna vez una política de apoyo y desarrollo de la agricultura familiar, y no solo una política asistencialista.
“Somos casi esclavos. Trabajamos sin conseguir mucha rentabilidad”, dijo.
Explicó que en los últimos tiempos solo registró pérdidas de sus cultivos por el bajo precio y falta de mercado. Ante esa situación tuvo que vender parte de su tierra para no caer en excesivas deudas, comentó.
Recordó que el algodón fue el último rubro agrícola que dejó buena ganancia. En la buena época del “oro blanco” compró todas las tierras que pudo y maquinarias agrícolas, rememoró.
Caballero lamentó los eternos problemas del campesinado, como la falta de camino, mercado oportuno y precio justo.
“No hay nada para los campesinos, siempre digo que solo vivimos de autogestión. No hay política de desarrollo por parte del Estado, solo hacen lo mismo de siempre, repartir semillas y pollitos, y eso no nos ayuda, solo nos hace haraganes. Quieren convertirnos en mendigos, dándonos un poco para salvar la crítica situación, pero lo que necesitamos es de un plan de desarrollo”, reflexionó el labriego.
A pesar del desalentador panorama, decidió apostar al rubro del petit grain que, según indicó, tiene buena perspectiva en cuanto a precio.
Explicó que cuenta con tres hectáreas de cultivo de naranjo agrio, que cosecha una a dos veces por año y consigue una producción promedio de 70 kilos por hectárea. Cada kilo lo comercializa a G. 180.000 en finca y logra un ingreso de más de G. 12 millones por hectárea al año.