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ARROYOS Y ESTEROS, Cordillera (Desiré Cabrera, de nuestra redacción regional). La joven adquirió mucha habilidad con los años, por lo que puede tejer un sombrero en media hora o menos, dependiendo de su estado de ánimo, relató.
Zulma Silva comentó que semanalmente comercializa su producción en una fábrica ubicada en el distrito de Limpio. Le pagan G. 37 mil por cada docena de sombreros elaborados a partir de las hojas palmeadas del karanda’y.
Dijo que teje sombreros de diferentes modelos a pedido de clientes ocasionales, como organizaciones campesinas o mujeres que usan en ferias de productores.
La artesana que reside en el asentamiento San Pedro de este distrito con su marido expresó que aún no tiene hijos, pero gracias a este trabajo su aporte en la manutención familiar es muy importante.
Relató que la fabricación de los sombreros tiene un proceso y comienza con la puesta bajo el sol de las palmeadas de la planta de karanda’y por dos días. Una vez secas las hojas deben ser cortadas en tiras, como hilos, de acuerdo al grosor del trabajo y el tipo del trenzado a ser utilizado.
El tramado se realiza a mano y al principio resulta un poco difícil, pero con el tiempo se mejora la habilidad, señaló la artesana.
Dijo que es este penúltimo proceso existen trabajos en los cuales algunos sombreros pueden presentar colores o detalles específicos. En el caso de los colores, se tiñen algunas de las tiras de la hoja en una solución de anilina con sal gruesa para su fijación y continuar con el tramado, comentó.
Zulma añadió que la mayoría de las artesanas dejan a cargo de los denominados acopiadores o vendedores finales del producto la terminación de los bordes con hilo de algodón, para asegurar o “rematar” el tejido.
Este proceso suele ser el más cuidadoso teniendo en cuenta que se trata del conocido planchado, dijo.