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SAN PEDRO DE YCUAMANDYYÚ (Omar Acosta, corresponsal). El sueño es dejar la precariedad y contar por lo menos con lo mínimo de tal forma a seguir apuntalando hacia un mejor rumbo la precaria y sufrida formación estudiantil. Desde hace 15 años seis sacrificadas docentes, pese a las adversidades y precariedades, llevan adelante la educación de más de 100 niños que a diario acuden al Centro de Educación Especial San Vicente de Paul.
La directora de la institución, Luz Marina Martínez, comentó que desde el inicio estuvo con el programa de educación especial del Ministerio de Educación, que consiste en reforzar el aprendizaje en las áreas de lenguas castellana y guaraní, como así también en matemática. “Lo que hacemos es trabajar con alumnos de las zonas más vulnerables, que son humildes y no pueden pagar a docentes particulares. Entonces vienen con nosotros y reforzamos la educación en esas áreas”, expresó Martínez.
Las docentes trabajan turnos mañana y tarde, mientras los niños forman grupos y acuden por una o dos horas a estudiar sus respectivas materias y luego dan lugar a otros. “Así trabajamos con este sistema y estamos ayudando a que los niños mejoren sus aprendizajes”, remarcó al aclarar que trabajan con chicos desde el primero al noveno grado.
Sueñan con local propio
El centro de educación especial funcionaba en el centro de la ciudad, en el local del Juzgado de Paz, luego se mudaron a un precario local cedido por los Vicentinos. “Estamos procurando y nos dicen en la iglesia que nos otorgarán el local. Soñamos con que se haga realidad para poder contar con nuestra sede propia”, dijo la directora.
No acceden a inversiones de instituciones públicas al carecer de local propio y las docentes pagan de sus bolsillos la limpieza y otros gastos para mantener vigente la ayuda a los niños.