PIRIBEBUY, Dpto. de Cordillera (Desiré Cabrera, de nuestra redacción regional). Una vez más, como desde hace dos años, se reavivó el conflicto entre los devotos de la imagen del San Blas’i, considerado muy milagroso, perteneciente a la familia Acosta-López y la diócesis de Caacupé. Esta vez por decisión de la familia, la imagen no fue llevada al templo parroquial, con las imágenes de otras comunidades, donde se reza el novenario al santo patrono del Paraguay.
Tampoco participará de la tradicional procesión, ni se realizará ninguna celebración litúrgica en la capilla, ubicada en el barrio San Blas. Esta decisión fue tomada, según mencionó Eva López de Orué, una de las herederas, por los malos momentos que se les hizo pasar el año pasado, durante la recorrida de la imagen de la Virgen de Caacupé, por los barrios de Piribebuy.
En esa ocasión, el párroco presbítero Aparicio Cáceres trajo la imagen de la Virgen de Caacupé hasta el portón y no permitió que sea ingresada al oratorio porque es de carácter privado, a pesar de los reiterados pedidos de los devotos presentes.
El conflicto entre la familia Acosta-López y la Iglesia es de larga data, según menciono Eva López.
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La imagen del San Blas se encuentra en la familia desde hace 206 años y es una reliquia de los descendientes y con el correr de los años la imagen ha sumado devotos.
Especificó que el obispo monseñor Claudio Giménez les exige que entreguen la imagen y donen la propiedad donde se erige el oratorio a la diócesis de Caacupé, exigencia que ellos no aceptan.
Consultado al párroco local, presbítero Aparicio Cáceres, admitió que la imagen perteneciente a la familia Acosta-López no fue traída al templo para el novenario y tampoco participará de las celebraciones del día central. Explicó que como Iglesia no pueden realizar misas en casas privadas, sin autorización del obispo, que ya emitió una resolución al respecto en enero de 2012.
Agregó que siempre ha tratado de llegar a un acuerdo para que la familia done generosamente el predio del oratorio y la imagen.
Esta situación ha generado una división en Piribebuy, entre los que apoyan a la familia y los que están con las autoridades eclesiales.
