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Es importante saber que cada perro es un ser individual. Debemos estudiarlo y utilizar los métodos más adecuados de acuerdo a su edad y temperamento para lograr un trabajo efectivo. Un perro no comprende los principios abstractos del bien o del mal; por lo tanto, se deben de utilizar premios y castigos para enseñarle lo que debe o no hacer. Entiende por causa y efecto. Diviértase con él, pero, cuando empiece la tarea, póngase serio. Hágale sentir que es hora de trabajar, explica.
Las órdenes deben darse siempre con voz firme, pero sin gritar. Su perro entenderá el tono de su voz, no el significado de sus palabras. Deben dirigirse directamente a él, y no en cualquier dirección. Al inicio puede usar un tono más suave, pero cuando sepa que él lo entiende, use uno más firme, de orden. Exíjale el cumplimiento de las órdenes cuando él se rehúse hacerlas. El perro debe darse cuenta de que usted es el jefe y que debe obedecerle.
Debe utilizar siempre las mismas palabras y señales con la mano para cada ejercicio, para no confundirlo. Repita la misma orden una y otra vez hasta que la entienda y obedezca. Al principio, deben exagerarse las señales con la mano; a medida que progrese el adiestramiento, puede reducirse la exageración. Utilice el nombre de él antes de darle las órdenes; de esta manera capta su total atención para el ejercicio. Cada nueva enseñanza debe realizarse después del completo entendimiento de la anterior. Con quince minutos al día, dos veces diarias, es suficiente; de lo contrario, lo saturaría y aburriría produciendo desinterés, provocando el efecto contrario al buscado.
Cuando la acción solicitada al perro la realice correctamente, lo más importante es premiarlo, con palabras amables, permitiendo un relax de unos minutos, dándole palmaditas cariñosas y dándole golosinas. Ellos están ansiosos por complacer. Solo necesitan que se les enseñe cómo hacerlo. Cuando se premia a un perro por una buena labor, él siente que ha hecho lo correcto, y la próxima vez lo hará de prisa, buscando la felicidad del amo y el premio a recibir.
Cada tiempo de adiestramiento debe concluir con caricias, elogios y palabras de ánimo para mantener el entusiasmo del perro por su tarea. Si un ejercicio no merece un premio, déjele realizar un nuevo ejercicio corto, que él ya lo haga bien, a fin de finalizar cada clase con un buen recuerdo.
No es aconsejable recurrir al castigo físico. El no recibir caricias, usar un tono de reprimenda, o incluso decir enérgicamente "NO" suelen ser suficiente castigo. La palabra "no" es una indicación para el perro de que ha hecho algo mal (pronúnciela con tono firme y reprobatorio).
El momento de hacerlo es importante. La corrección siempre debe realizarse inmediatamente después de que el perro se haya comportado mal. Su mente no puede relacionar el castigo con una mala acción cometida unos cuantos minutos antes.
Solo debe aplicarse un castigo severo como último recurso, en caso de desobediencia deliberada, terquedad, o aún peor, desafío.
Las órdenes deben darse siempre con voz firme, pero sin gritar. Su perro entenderá el tono de su voz, no el significado de sus palabras. Deben dirigirse directamente a él, y no en cualquier dirección. Al inicio puede usar un tono más suave, pero cuando sepa que él lo entiende, use uno más firme, de orden. Exíjale el cumplimiento de las órdenes cuando él se rehúse hacerlas. El perro debe darse cuenta de que usted es el jefe y que debe obedecerle.
Debe utilizar siempre las mismas palabras y señales con la mano para cada ejercicio, para no confundirlo. Repita la misma orden una y otra vez hasta que la entienda y obedezca. Al principio, deben exagerarse las señales con la mano; a medida que progrese el adiestramiento, puede reducirse la exageración. Utilice el nombre de él antes de darle las órdenes; de esta manera capta su total atención para el ejercicio. Cada nueva enseñanza debe realizarse después del completo entendimiento de la anterior. Con quince minutos al día, dos veces diarias, es suficiente; de lo contrario, lo saturaría y aburriría produciendo desinterés, provocando el efecto contrario al buscado.
Cuando la acción solicitada al perro la realice correctamente, lo más importante es premiarlo, con palabras amables, permitiendo un relax de unos minutos, dándole palmaditas cariñosas y dándole golosinas. Ellos están ansiosos por complacer. Solo necesitan que se les enseñe cómo hacerlo. Cuando se premia a un perro por una buena labor, él siente que ha hecho lo correcto, y la próxima vez lo hará de prisa, buscando la felicidad del amo y el premio a recibir.
Cada tiempo de adiestramiento debe concluir con caricias, elogios y palabras de ánimo para mantener el entusiasmo del perro por su tarea. Si un ejercicio no merece un premio, déjele realizar un nuevo ejercicio corto, que él ya lo haga bien, a fin de finalizar cada clase con un buen recuerdo.
No es aconsejable recurrir al castigo físico. El no recibir caricias, usar un tono de reprimenda, o incluso decir enérgicamente "NO" suelen ser suficiente castigo. La palabra "no" es una indicación para el perro de que ha hecho algo mal (pronúnciela con tono firme y reprobatorio).
El momento de hacerlo es importante. La corrección siempre debe realizarse inmediatamente después de que el perro se haya comportado mal. Su mente no puede relacionar el castigo con una mala acción cometida unos cuantos minutos antes.
Solo debe aplicarse un castigo severo como último recurso, en caso de desobediencia deliberada, terquedad, o aún peor, desafío.