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Uno de los colores que se imponen en la decoración es el amarillo, preferido por su osadía y capacidad de captar la atención. Se trata de un recurso refrescante que genera alegría, luz, vigor y amplitud, aseguran sus fanáticos.
Esta casa aparece entre árboles en la ciudad de San Bernardino, e incorpora a sus vistas todo el potencial del verde circundante.
La obra estuvo a cargo de la arquitecta María del Mar Filippini, quien la culminó en seis meses con sus toques mágicos, decidió olvidarse de los colores clásicos y produjo este magnífico mix en las sillas, los respaldos, así como las puertas del mobiliario de cocina.
La premisa fue crear una casa cómoda con un esquema simple, en el que predominaran espacios a los que el sol ingresa la mayor parte del día y además la ventilación permite disfrutar del aire limpio. Desde todas partes es posible observar el jardín y sus grandes árboles.
En la deco predominan las lámparas que cuelgan del techo en el comedor y crean el efecto íntimo sobre la mesa. Las sillas de cable se reinventan en una versión más moderna y las maderas macizas son parte de los sillones que se cubren con almohadones de distintas telas y motivos.
Los paneles de vidrio permiten visualizar los frondosos árboles situados en este barrio cerrado, cuya casa atesora los regalos de la naturaleza.
En la galería a sólo unos pasos se observa la parrilla, el área de arena para los juegos de los más pequeños, así como una cancha para jugar al basquet con los primos o darse un chapuzón en la concurrida piscina. Todos los sectores proyectados fueron pensados para el disfrute de la familia.
darzamendia@abc.com.py
Fotos: Silvio Rojas.