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Lo irónico es que la especie que da origen al nombre del género es el higo comestible, que se denomina Ficus carica, prácticamente la única especie de este género que no es nativa de un lugar tropical o subtropical, sino que se da mejor en climas templados; y es que “ficus” es “higo” en latín, y todas las especies de este género tienen ese tipo de fruto característico, aunque no todos tan carnosos y comestibles para nosotros como el higo verdadero, explica el biólogo Raúl Rivarola, máster en bosques y medios de vida por la Universidad de Copenhague y máster en silvicultura tropical y manejo por la Universidad Técnica de Dresde.
El biólogo comenta que todas las demás especies que conocemos son tropicales, y el género Ficus se considera pantropical, es decir, que se puede encontrar en las selvas de todos los continentes con ese tipo de clima. El Ficus benjamina, a partir de ahora F. benjamina, que es el que solemos llamar “ficus” viene de las selvas del continente asiático, al igual que otras especies que se plantan en jardinería, pero que son menos comunes.
El experto también habla de otra especie muy conocida, el F. elastica, que solemos llamar “gomero”, el cual viene de la India y por un tiempo se utilizó como árbol fuente de materia prima para la goma, reemplazado más tarde por el árbol del caucho amazónico y por lo sintético. Por último cita a los Ficus nativos del Paraguay.
Explica que tenemos al menos cinco especies nativas de este género y la más conocida es el guapo’y (F. enormis). El ciclo de vida de este es similar al de la mayoría de especies de este género (salvo el higo común).
Todo comienza cuando el fruto es comido por un ave o murciélago que luego defeca, dejando alguna semilla en, por ejemplo, la horqueta de un árbol, en donde germina y crece como una epífita “como una orquídea”, sin hacer daño al árbol. Esto dura hasta que una de sus raíces logra llegar al suelo, cuando la epífita se convierte en un parásito estrangulador, que termina ahogando con sus raíces a su árbol hospedero y ocupa su espacio en la selva. Esas raíces que envuelven al árbol van a terminar fusionándose y formando un tronco que externamente puede parecer macizo, pero al corte revelará estar hueco y con restos del cadáver de su hospedero, desglosa el especialista.
También explica que muchas veces las especies de Ficus no parasitan a un árbol, sino que crecen encima de rocas, y en el caso de las ciudades encima de murallas y casas.
Comenta que hoy en día parece no tener un uso importante, sin embargo tiene un gran potencial como árbol ornamental y urbano, tanto para espacios verdes amplios como para planteras, para balcones o como planta de interior.
“Es un excelente árbol para tener en cuenta en proyectos de restauración y enriquecimiento de bosques. No tiene exigencias demasiado grandes con el suelo ni con el riego y responde bien a la poda”, concluye.