Los árboles y el paisaje

Al plantar un árbol, la familia se relaciona con la belleza de la naturaleza, proporciona paisajes, mejora la calidad de vida del entorno. También asegura una sombra refrescante en verano en los patios y calles.

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Según nos dijo la Ing. Agr. Elda Isnardi, el cultivo de los árboles se define también como la técnica artesanal, aliada a la sensibilidad, procurando reconstruir el paisaje natural, de un escenario alterado por el hombre.   

Entre los objetivos de la arborización urbana se mencionan algunos objetivos: protección del ambiente, purificación del aire contaminado (producción de oxígeno atmosférico), educación ambiental, recreo y sombra, disminución de ruidos, mejoramiento del microclima urbano, mejoramiento estético de la ciudad. Otros aspectos son los criterios de selección de árboles para calles y avenidas, procedencia de la especie, altura máxima de los árboles, rapidez de crecimiento, crecimiento y desarrollo radicular, formas y densidad de la copa, caducidad foliar, aspecto estético, resistencia a la poda, resistencia a daños por el viento, mecánicos y la contaminación.   

Se tendrán en cuenta también los aspectos relacionados con las exigencias de agua y la nutrición, vida útil del árbol, importancia de la arborización urbana y función del árbol.   

El arbolado de las calles y avenidas, al igual que dentro de los patios,  refleja la cultura adquirida, la identidad y revela el espíritu de protección, de belleza y cariño a los árboles. Representa el bienestar físico y psíquico.     

Cómo refrescan

Los árboles ejercen fuerte influencia sobre el microclima porque absorben los rayos solares y refrescan el ambiente por medio de la evapotranspiración, regulando la temperatura (un solo árbol de porte pequeño evapora 500 litros de agua por día). Son amortiguadores de sonidos, disminuyendo la polución sonora, proporcionan flores y abrigo a las aves y el ambiente para la recreación y el descanso. Por último, la arborización representa el medio más sencillo para ocultar o disimular las fisionomías idénticas o heterogéneas de las edificaciones, comúnmente tristes y sin atractivo.
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