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María Luisa Athorpe señala que “si desea optar por una palmera y su espacio es pequeño puede elegir las de crecimiento menor como el coco fénix, raphis o sabal minor (semejante a una pantalla), por ejemplo. Las demás opciones podrá plantar en espacios amplios”.
Las palmeras son plantas netamente tropicales, sufren con el frío y, por lo tanto, en invierno no hay que tocarlas. La única época de plantación con éxito total es cuando ocurre su brotación, a partir de octubre hasta febrero, antes de que vengan los primeros fríos que paralizan su crecimiento y no tiene poder de cicatrización en las heridas. Eso hace que se infecte de hongos y bacterias y se debilite en extremo.
“Las semillas de pindo, palmera sabal y coco fénix se siembran en otoño, en semilleros con un sustrato especial y una cajita de madera o una latona vieja podrán resultar útiles. Los recipientes deberán tener por lo menos unos 20 cm de profundidad. Las plantas se desarrollan y maduran en verano”.
“El sustrato contiene elementos que conforman el colchón donde se sembrará. Consistirá en suelo ácido, arenoso, con materia orgánica, bien descompuesta, no debe tener estiércol. Puede optar por mantillo, carbonilla y buena tierra de monte, en proporción de un tercio de arena de río, un tercio de materia orgánica bien descompuesta, y un tercio de buena tierra de monte ácida”, agrega.
Resalta que “las semillas deben estar limpias, húmedas y calentitas. Se usa estiércol fresco de bovino o de gallina, que fermenta y genera calor, otras opciones son los aparatos que se usan para generar calor. Las semillas pueden germinar 1 mes después o a los 8 meses, dependiendo de la variedad”.
El mejor mes para el trasplante es octubre porque hay una temperatura promedio, igual que la humedad. Hay que tener en cuenta que al hacerlo la planta debe moverse con suficiente terrón de tierra.