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“A pesar de que el ciclo de muchas plantas de temporada haya llegado a su fin, también hay ejemplares que florecen en otoño y surgen nuevas plantas con follajes muy decorativos y ornamentales. Esta estación también es idónea para recoger los restos de las especies caducas, desenterrar los bulbos de verano y adaptar la periodicidad de los riegos y del abonado, entre otros cuidados culturales”, según explica la Ing. Mirna Guillén.
“Los bulbos plantados en primavera (dalia, azucena, gladiolo, etc.) terminan su floración a principios del otoño. En esta época, el follaje se marchita o madura y entra en estado de latencia (hibernación). La mejor opción es desenterrar los bulbos y almacenarlos en un lugar fresco y seco, resguardado de la luz solar, para replantarlos cuando llegue el momento adecuado. Solo se deben guardar los bulbos grandes, firmes y sanos. Si hay pocos, se pueden conservar en bolsas de papel colgadas de las paredes. En caso de que el número de ejemplares sea mayor, se pueden almacenar en recipientes con arena. Desde mediados del mes de octubre se siembran los bulbos de floración primaveral”, nos dice la experta.
Un césped verde y sano
Con los primeros fríos, el césped inicia su descanso anual, por lo que es necesario escarificar, es decir, oxigenar el suelo con un tridente y abonarlo con fertilizante de liberación lenta, a fin de que esté listo cuando llegue el invierno. Para prevenir hongos se aplicará fungicida después del corte.