El rosal en otoño

Es importante tener presente que un rosal deberá vivir muchos años en el lugar al que lo hemos destinado. Para mejorar la floración, son imprescindibles algunos cuidados.

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La Ing. Agr. María Angélica Centurión, técnica especialista en floricultura, nos habla del rosal.
El otoño es un período de intensa actividad. El mal tiempo está por llegar y son muchos los trabajos a realizar para mejorar los rosales a fin de que puedan afrontar del mejor modo posible el frío.
Los rosales tienen la tarea de suministrar manchas de color, pues un grupo de variedades con flores del mismo color produce un efecto espectacular, igual que otras tantas variedades de colores diferentes. Sin embargo, un rosal despojado de sus flores es un arbusto espinoso de poco valor decorativo. Para disponer de rosales de incomparable adorno en el jardín, he aquí algunas sugerencias para la temporada.


Epoca de plantación: Los ejemplares a raíz desnuda se plantan en estado de reposo vegetativo, desde el otoño hasta fines del invierno. Si la planta se adquiere ya colocada en macetas, se puede plantar en plena actividad vegetativa sin dañar el pan de tierra.

Elección de buenos ejemplares: Conviene verificar en el momento de la compra las condiciones de los ejemplares de rosas. Se desechan aquellas con la epidermis del tallo y de la raíz arrugadas, yemas deterioradas, ramas secas o mal formadas y con el injerto de dudosa implantación.
Para efectuar la plantación: Se podan las raíces eliminando las puntas dañadas al arrancar la planta en el vivero, y aquellas demasiado largas. También se poda la parte aérea, dejando de 2 a 4 ramas y en cada una de ellas 3 a 4 yemas.

En la plantación anticipada de otoño, es conveniente realizar una poda leve, dejando mayor cantidad de yemas para volver a podar nuevamente en primavera.

Plantación de los rosales: La plantación es un proceso simple y rápido; se cava el hoyo suficientemente amplio para que las plantas puedan ser colocadas de modo que el punto del injerto quede 2 a 3 cm. por encima de la superficie del suelo. Sin olvidarnos de depositar en primer lugar una capa de tierra mejorada con estiércol, mantillo de monte mezclada con harina de hueso en el fondo donde se apoyará el rosal.
Una vez plantada, se compacta con el pie y se riega; para evitar el escurrimiento del agua, se hace un pequeño cerco de tierra o una depresión en forma de palangana.

Es importante recalcar que la incorporación de harina de hueso o en todo caso fosfato natural en la preparación previa del terreno favorece el desarrollo inicial.
El rosal florece sobre brotes que se originan en las yemas formadas a fines de la temporada anterior. Las ramas de más de un año, normalmente, no forman brotes floríferos y consumen parte de los nutrientes necesarios para la producción de nuevas ramas y flores; por ello es primordial la poda en esta época, cuyo objetivo es eliminar ramas muertas, de más de un año para mantener la forma equilibrada de la planta de manera a lograr un desarrollo vigoroso.
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