Cultivar tus alimentos

El deseo de cultivar mis propios alimentos fue inculcado por mi madre y reforzado por la cantidad de químicos que actualmente consumimos, ignorando sus efectos colaterales. Les invito a tomarse unos segundos para revisar la composición de los alimentos empaquetados y enlatados que compran de los supermercados y comercios, y me darán la razón al ver que el 99%, incluidos los light, tienen mucho sodio o conservantes, demasiada azúcar o edulcorantes peligrosos, y bien sabemos que tienen efectos sobre la salud.

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Tener una huerta en casa aporta una mejor calidad de alimentos, garantía del origen y permite experimentar momentos de satisfacción al consumir lo que plantamos, con total seguridad.

Los restos animales, como carne vacuna, avícola, porcina, leche, sobras de comida, no de ben agregarse al compost porque atraen plagas que podrían dañar las plantas.

El compost tarda entre dos a tres meses en descomponerse y convertirse en alimento para los cultivos. Una vez que esté listo, puede usarse directamente o mezclarse en un 50% con arena suelta, que permita a las raíces crecer libremente. Pero si no quiere esperar, se puede adquirir el humus de lombriz que se vende en los viveros. 

Macetas recicladas 

En cualquier supermercado, vivero o ferretería podemos conseguir macetas de diferentes formas, tamaños y colores, a precios elevados en aquellos casos en que la maceta es un diseño. Como eso implica un gasto elevado y tiempo para hacer las compras, es preferible recurrir a aquellos envases que podemos reciclar. 

Las cajas tetrapack de leche son excelentes macetas para cultivar vegetales con raíces cortas, mientras que las botellas de plástico –de diferentes tamaños– se utilizan para todo. También podemos usar las cajas de madera, ya sea para poner dentro las macetas de botellas o como planteras más grandes. En este caso podemos usar un trozo de media sombra y cortar alguna remera que ya no usemos, para evitar que la tierra se esparza por todos lados.

Paciencia

El huerto en casa ayuda a combatir el estrés y desarrolla la paciencia, porque nos obliga a adecuarnos a los tiempos de la naturaleza y no que esta se adapte al nuestro.

Desde el momento de plantar la primera semilla la paciencia es fundamental, porque mediante la misma nos aseguraremos de que la semilla reciba el agua que requiere, la luz solar en su justa medida (al menos 6 horas de sol en promedio), los nutrientes básicos y los cuidados para evitar plagas, hongos, hormigas y todo lo que pueda dañarlos. El contacto con la tierra también es placentero y mucho más cuando cosechamos el fruto de nuestro trabajo.

Semillas propias 

Muchas de las frutas y los vegetales que compramos se pueden reproducir en casa. Uno puede generar sus propias semillas de una fruta de manzana, de naranja, de mandarina, de tomate, de cebolla, de zapallo, etc. Para tener semillas se deben elegir aquellos frutos bien maduros, ya que ello significa que la semilla se desarrolló en su totalidad.

Extraerlas y envolverlas en una servilleta de papel o, mejor, en un trozo de papel diario con tinta negra y dejar por una semana, hasta que se sequen bien. Luego se las introduce en un recipiente con un poco de agua de lluvia o agua del grifo de hace dos días (es cuando el cloro se evapora lo suficiente), o también sobre algodón húmedo, y ponerlas en un lugar oscuro y cálido. 

Esto permitirá elegir las semillas que hayan germinado, para garantizar así que tendremos la planta que elegimos cultivar.

antonella@abc.com.py

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