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Es de la familia Scrophulariaceae y su origen es la cuenca del Mediterráneo. Es una herbácea anual, bienal o perenne, según el clima. Su altura es de 40 a 60 cm la mayoría de las variedades y hasta un metro.
Las flores son solitarias, axilares o reunidas en racimos terminales; la corola es irregular o en forma de saco. Las semillas, sin ningún tipo de ala, se hallan encerradas en cápsulas que se abren. Es una planta anual y existen unas 40 variedades.
Las flores de estas bonitas herbáceas son muy espectaculares y los tonos que poseen van desde el blanco al rojo pasando por el amarillo.
Además de usarse como planta de jardín, en la actualidad se cultivan intensamente para la producción de flor cortada, exclusiva de los adornos florales en importantes arreglos para fiestas.
No precisan de suelos muy especiales para vivir fácilmente y florecer durante todo el verano y parte del otoño. Prefieren estar al sol y cuando las plantas alcanzan unos 10 cm es necesario despuntarlas para que ramifiquen. También es beneficioso liberarlas de las flores marchitas y así impedir que formen semillas, lo que perjudica la floración y vigor general de la planta.
Se propagan mediante semillas que pueden sembrarse en invierno o primavera. Se recomienda sembrar en pequeños almácigos o bandejas a poca profundidad en suelos sueltos.
Se trasplantan cuando tengan cuatro a cinco hojas al lugar donde florecerán.
Entre las plagas que atacan a los conejitos se encuentran: pulgones, orugas, cochinillas, aspidiotus hederae, que es la más frecuente sobre brotes y hojas. También ácaros y araña roja.
Temperatura templada, más bien cálida. Evitar el frío extremo, así como la helada. El riego será periódico y más bien austero, ya que la humedad en exceso no le conviene. El suelo de composición normal, no ácido, sino más bien calcáreo. El drenaje es fundamental.
Las flores son de temporada o perennes. En el grupo de las primeras están los conejitos, las petunias, el coralito, las santarritas, las gerberas, azaleas y las orquídeas.