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La deco de este hogar contiene muebles de la abuela, cuadros y objetos que pintó Ana María Vargas de Brusquetti, y en la construcción se observan arcos y puertas inspirados en las obras de las misiones jesuíticas, con los marcos enormes.
En la cocina resalta el verde agua en las maderas y el espejo en la pared, que reemplaza los azulejos. Una isla central genera todos los demás espacios.
El sofá, de estilo francés, está acompañado por mesas con ruedas, que eran de fábricas, botellones, esculturas, roperos reciclados, autos de juguete, cofres de tesoros junto a las fotografías familiares.
Los techos altos de chapa asegurados con tornillos y arandelas de goma no resultan calientes porque se puso un aislante perpendicular a las alfajías, de madera. “La chapa es más barata que las tejas y es más liviana, se coloca más rápido y es limpia”, asegura la arquitecta Carolina Rüger (foto). En este caso, se optó por machimbre como terminación interior. La construcción tiene forma de L, con una galería donde se tienden hamacas. La atmósfera creada se asemeja a un escenario fantástico que se beneficia con el verdor del césped y los árboles.
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