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Las opciones son variadas y en las casas es usual encontrar los camineros e individuales coloridos de poyvi para ambientes juveniles y relajados. Para fiestas o delicados comedores se prefieren los manteles y servilletas de encaje ju y el fino ñandutí, en tono crudo.
Pero no solo las mesas se visten de folclore; hay un interés creciente en objetos de madera y cerámica, así como también arte indígena, de diferentes etnias, que se disponen en varios espacios de la casa y la oficina. Animales, seres mitológicos o la cotidianidad son algunos de los temas que exploran estas manifestaciones.
Las artesanías nativas se combinan con colores de la gama de los sepias y blancos como los cestos de karanda’y para guardar diferentes objetos decorativos, entre ellos blancas toallas en el cuarto de baño social o como revisteros.
Otras preferidas para adornar las paredes son las máscaras y también se opta por los bolsos y collares de motivos abstractos, colgados o sobre mesas y estantes.
Personajes de la campiña, vasijas, cajas y alhajeros de palo santo conquistan por su aroma y suavidad al tacto, y las simpáticas gallinitas blancas y negras, tampoco pasan de moda y constituyen un excelente regalo.
Casas consultadas: Kumaku, Oile y La Tienda del Bazar.