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A modo de límite virtual, entre el espacio nuevo y la vivienda se instalaron pórticos de mampostería, con detalles de hierro, formando pérgolas que visten el patio, bastante grande. Para salvar el desnivel se construyeron unas escaleras de piedra laja, con textura y color claro que contrastan con el verde predominante.
Una terraza de bambú y madera es también un baluarte en la expansión del quincho que balconea sobre el jardín. Abundan flores y arbustos, santarritas, plantas rastreras, árboles frondosos, acacias y palmeras. El propietario ama el jardín de carácter agreste, con mangos podados para que ingrese la luz del sol. En más de 3.000 metros cuadrados, con espacio hacia la calle posterior, el proyecto se inspiró en un parque inglés según su creador, donde la naturaleza hace su propio diseño.
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