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La yerba mate es un arbusto de regular tamaño, que crece naturalmente en nuestros montes. Se la cultiva con diferentes técnicas, de acuerdo al propósito y calidad que se prefiere. He realizado pruebas de cultivo en el, monte y en forma intensiva sola en la zona de Caacupé y no he obtenido diferencias significativas entre una y otra sobre producción o calidad, por lo tanto, ambas son validas de acuerdo al interés comercial. Nuestra yerba mate va ganando mercados no tradicionales, como los de Europa y Oriente, por lo que es oportuno incrementar el área de cultivo. Hay que tener en cuenta que estas plantas no resisten largos períodos de sequía en el verano. Se aclimata bien en zonas cálidas y tiene propiedades nutricionales muy apreciadas. Anda bien en la zona sur del Paraguay, Noreste de Argentina y Suroeste del Brasil.
Ilex paraguariensis es el nombre científico de la yerba mate, se conocen más de 200 especies que se encuentran en toda la zona subtropical, pero la que más se cultiva es la conocida como yerba mate. Esta es una planta de alto porte, tal como la cultivaban los misioneros en la época de la colonia con los nativos de las Misiones. Puede crecer en el monte más de 25 m de altura, aunque las cultivadas solo alcanzan unos 3 o 4 m. Debido a las nuevas técnicas de corte, la planta tiene gran valor comercial, que se va acrecentando a medida que se difunde en el mundo. Para tener un buen rendimiento, esta planta de la región tropical y subtropical necesita temperaturas elevadas y suficiente humedad en la tierra y el ambiente. Necesita precipitaciones de 1500 mm al año. Prospera bien en los suelos areno-arcillosos y arcillo-arenosos, preferentemente profundos. Precisa abundante fósforo, hierro y potasio. Cuanto mayor rendimiento tiene la planta, mayor cantidad de nutrientes son necesarios para su buen desarrollo de la misma. Es por eso que hay que tener un control permanente de la calidad de los suelos y abonarlos adecuadamente de acuerdo a los análisis de los mismos, que deben ser realizados periódicamente. Hoy la tecnología permite tener información digitalizada y muy segura en las plantaciones extensivas.
En las pequeñas fincas, el cultivo de la yerba mate no necesita muchos cuidados especiales y puede hacerse en forma separada o compartiendo con otras plantas. En cinco años de trabajo con este cultivo, no he podido observar grandes diferencias en la producción entre las plantas de monte y las de cultivos aislados. Las he cultivado en forma compartida con cítricos y obtenido buenos resultados en la cosecha de ramas y hojas. Todo agricultor debería tener, al menos, media docena de estas plantas y con ello puede tener abastecimiento de yerba mate para todo el año, utilizando técnicas caseras de secado y almacenamiento, que he explicado en otros artículos.
La historia nos cuenta que los primeros trabajos de reproducción de la planta fueron dificultosos, incluso para los jesuitas, que descubrieron el secreto de la misteriosa germinación de las semillas de yerba, que solamente germinaban aquellas que habían pasado por el sistema digestivo de los tucanes.
Hoy en día, las semillas tratadas para el cultivo son extraídas de los frutos que maduran a mediados de marzo. Las semillas forman racimos en las ramas; son verdes primeramente y, cuando están maduras, adquieren un color violáceo como el vino. En este momento se deben cosechar para su multiplicación en almácigos y viveros. Según trabajos que he realizado en Valepai, mi finca experimental de Caacupé, observé que una vez recolectados los frutos, colocarlos en una bolsa de arpillera y sumergirlos en agua durante unos dos días dan buenos resultados. Este procedimiento se realiza con el fin de ablandar la pulpa que está adherida a las semillas. Después, los frutos se colocan sobre una tabla, se pasa sobre ellos una botella o un rodillo de madera con cierta presión a fin de conseguir que se abra la pulpa. Aparte, en un recipiente, se tendrá agua mezclada con arena; ahí se colocan los frutos macerados; luego, estos son estrujados con las manos hasta separar las semillas de la pulpa. A continuación, se lavan con agua limpia tantas veces como sea necesario hasta obtener semillas limpias. Es recomendable secar las semillas bajo sombra, en un lugar alto, seco y ventilado.
La siembra se puede realizar en almácigo, al voleo, empleando unos 400 g de semilla por m² de almácigo, que se distribuyen uniformemente, presionando después con una tablilla o rodillo para conseguir adherencia al suelo. Conviene cubrir con una fina capa de tierra o mantillo de 1 cm de espesor. Para una ha se necesita 1 kg de semilla.
El trasplante del almácigo al vivero se realiza cuando tienen 4 cm a 5 cm de altura y tres a cuatro hojitas. Las plantitas del almácigo se extraen por grupos con una porción de tierra adherida y se plantan en un vivero a 25 cm entre hileras y 10 cm a 15 cm entre plantas. Cuando estas plantitas alcanzan unos 20 cm de altura se llevan al lugar definitivo, se deja una distancia de 3 m a 4 m entre plantas y entre hileras para permitir un mejor trabajo de cultivo. Al segundo año, se recomienda una poda de formación y eliminación de los chupones. La cosecha de las ramas, de las cuales se extraerán las hojas, se realiza después de los tres años. Algunas plantas permiten una entresacada a los dos años. Nosotros realizamos la recolección a los tres años, mediante cortes adecuados de las ramas, con machete afilado y en ángulo para evitar daños a las plantas. El curado lo hicimos en forma artesanal con caldo de bordelés.
Para tener una idea del valor nutritivo de la yerba mate, tomemos como ejemplo el contenido de 50 g de ella, es decir, el contenido de un mate o la cantidad para preparar un litro de mate cocido. En esta cantidad podemos tener 40 kcal y algo más de 1,5 g de proteína de buen valor biológico. Prácticamente, no contiene fibras alimentarias ni lípidos, sí algo de glúcidos, que es lo que le da la energía. Una gama apreciable de vitaminas está presente: 3, 25 mg de ácido pantoténico (B3 y B5), 0, 35 mg de rivoflavina o lactoflavina (B2), 0, 121 mg de tiamina o vitamina antiberiberi (B1) y 0, 50 mg de ácido ascórbico. Esto quiere decir que, al consumir mate o cocido, se incorporan al organismo sustancias necesarias para el mantenimiento del organismo y para la salud.
Los minerales se encuentran presentes en una gama bien amplia y en cantidades apreciables. El más abundante es el potasio, con 548 mg. En una cebadura podemos obtener, además, 330 mg de calcio y 185 mg de magnesio. También aporta hierro 23, 6 mg, fósforo 17, 20 mg, yodo 16 mg, zinc 4, 75 mg y cobre 1, 38 mg. A medida que se estudia esta planta, se agregan más principios nutritivos.
La planta de yerba mate tiene interesantes virtudes medicinales. Posee cafeína, lo que produce efectos parecidos al café y al té. El mate cocido se recomienda para lavar heridas y llagas supurantes, pues tiene una acción desinfectante. En las quemaduras se puede aplicar mate cocido frío; esto ayuda a aliviar el dolor. Nuestro acostumbrado tereré, además de quitar la sed, ayuda a reanimar a las personas que sufren de insolación. Se puede preparar una bebida fría poniendo una cebadura, es decir, unas tres cucharadas en un litro de agua a temperatura ambiente; se deja a la sombra por unas tres o cuatro horas, se cuela y luego se enfría. Se puede usar como agua de bebida o como paño refrescante en la cabeza.
Las diferentes preparaciones se pueden endulzar con ka’a he’ê, que tiene varias propiedades medicinales, además de actuar como edulcorante sin calorías. Personalmente, recomiendo usar en la base (sobre la bombilla) el ka’a he’ê y sobre ella la yerba mate.
La demanda nacional e internacional hace necesario prestar mayor atención al fomento y cultivo de la yerba mate, para que vuelva a ocupar el lugar preferencial que tenía, sobre todo en la zona sur, donde están los mayores centros yerbateros de nuestro país, donde se cuenta con una muy buena tecnología y una excelente calidad de materia prima.
“La educación es la base del desarrollo de las comunidades” (p.m.g.)