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Lamentablemente, la ciudadanía también se muestra indiferente e insensible ante tan delicada situación bioecológica, y las instituciones oficiales creadas para su protección, al igual que las oenegés ambientalistas que deben velar por su cuidado, han hecho poco y nada para colaborar –con su esfuerzo y trabajo– en paliar, al menos, esta grave situación ecológica, biológica y ambiental. Sobre el punto, hay que saber que los científicos, biólogos e investigadores del mundo son coincidentes en que la riqueza faunística, la gran diversidad biológica, los árboles y las plantas nativas ayudan a lograr y mantener un mejor equilibrio y desarrollo de los ecosistemas y sus recursos, como el suelo, aire y agua, contribuyendo al bienestar del hombre. En los ecosistemas existen cadenas alimenticias naturales o tróficas en las que cada especie necesita de la otra para sobrevivir y conservar su hábitat.
RIESGOS Y DESIDIA QUE SE AGRAVAN
Hoy, el comercio de la fauna silvestre, sumado al de la flora, además de la cacería de especies por simple deporte y diversión, son uno de los negocios más rentables en el planeta. Pero ampliando este escenario de crisis, otro de los resultados de la falta de conciencia ambiental y respeto a la fauna silvestre por parte del hombre es la pérdida paulatina pero continua de una riqueza de especies animales y vegetales que forman parte de la biodiversidad y que, de acuerdo a estudios, ya ha provocado la extinción irreversible de numerosas especies, habiendo otras que ya fueron clasificadas como en peligro de extinción. Además, se verifica la aparición en los cultivos agrícolas de plagas y enfermedades cada vez más resistentes; la difusión de enfermedades tropicales, como dengue, chikunguña y zika; la malaria y tuberculosis, resultado de desequilibrios en los que las aves e insectos controladores de las enfermedades mueren o disminuyen en número en una determinada región geográfica. La alteración de las condiciones ecológicas de los humedales, a consecuencia de la deforestación, quemas y desvío de cauces hídricos, es también otro ejemplo que debería llamar a la reflexión y a emprender acciones de protección; al igual que el de la pérdida de abejas nativas y melíferas como resultado de fumigaciones áreas sin control, agravadas por la deforestación y quema de campos.
CONCLUSIÓN
Increíblemente, el hombre no ha podido poner límites a su forma de expoliar los recursos naturales, hacerse de beneficios económicos a costa de la vida de estas especies silvestres, que irremediablemente mueren por la desidia y codicia del ser humano. Lo que ha ocurrido con el río Pilcomayo y la fauna silvestre corrobora lo que ya afirmó en su momento Mahatma Gandhi, abogado, político y pensador hindú: “La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la manera en la que se trata a sus animales” Y esto, a pesar de quienes opinan que vivimos en una sociedad avanzada.
(*) Especialista en Comunicación Rural