Situación actual de la apicultura en el Paraguay

La apicultura, con su producción de miel, polen, propóleos y cera natural, es una de las pocas actividades rentables para el apicultor y, sobre todo, una actividad que respeta al medio y mejora el ecosistema en general.

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Dr. Pedro A. Boggino (*)

Cuando a finales del año 1880, la abeja melífera fue introducida en Asunción y se difundió en todo el país, creó una gran expectativa entre los emigrantes europeos, pues estos ya la conocían en sus países de origen. Entre ellos, los alemanes fueron los primeros aquí que se dedicaron a su cría. Y esta es la razón por la cual nuestros
campesinos la llamaron “cava alemán”.

HISTORIA
Entre los años 1910 a 1940, dos amigos alemanes conocidos como los “hermanos Rodolfo HR” instalaron en Sapucai, en el Departamento de Paraguarí, un apiario de unas cuatrocientas colmenas, entre extensas plantaciones de alfalfa que por entonces constituían la producción principal de los agricultores, y se obtenían buenas cosechas de una miel blanca muy apreciada. Pero las plantaciones de alfalfa, que proveían de forraje a la caballería y constituían la fuente más importante de néctar para las abejas, fueron sustituidas paulatinamente por otros cultivos. Esto ocurrió debido a que el principal mercado del forraje decayó al ser cambiados los caballos por vehículos motorizados. Al terminar la fuente de alimento, las colmenas fueron vendidas a diversas personas de Villarrica y Tebicuary.


La producción de miel de la sociedad HR que fue exportada desde nuestro país se reduce, entonces, a unas pocas toneladas. En el 1923 fueron enviadas a Italia (por gestión del propio cónsul italiano) 2,5 toneladas, y en años siguientes, la firma Bunge & Born exportó a la Argentina 11,5 toneladas. (Trudchen Ulrich. Manual del apicultor paraguayo, mayo 2011, pág. 23).


En San Estanislao, el señor Kurt Botto von Schmeling, con un apiario de seiscientas colmenas, llegó a exportar cuarenta toneladas de miel a Alemania un poco antes de la II Guerra Mundial (Información personal de Gerardo von Schmeling).

POSIBLE SOLUCIÓN
Hasta hoy, en nuestro país, la producción de la miel es totalmente familiar, ya que no existen aún explotaciones comerciales con un equipamiento especial como en otros países para el transporte de colmenas a distintos lugares de floración, y así poder instalar eventual y temporalmente cien o más colmenas, para luego trasladarlas a otra posible fuente aprovechable. Esta modalidad se denomina apicultura trashumante o migratoria.


El Paraguay tiene condiciones de producir miel en varias localidades y reunir así cantidades exportables, aprovechando lugares lejos de las plantaciones de soja, algodón u otros cultivos que usan insecticidas o plantaciones con semillas transgénicas.


El sistema de producción debe ser el intensivo, es decir, trabajar con pocas colmenas muy bien manejadas para que rindan la mayor cantidad posible de miel. En apicultura hay que aplicar la misma técnica que en un tambo: pocas pero bien cuidadas lecheras, en vez de muchas pero mal alimentadas.

LAS CONDICIONES ACTUALES
Actualmente, las condiciones de nuestro país —por los problemas que todos conocemos (plantaciones que usan agrotóxicos en grandes cantidades; deforestación incontrolada para destinar a la ganadería o a la fabricación de carbón; humedales drenados y secados, uso de semillas transgénicas aun en cultivos para consumo familiar)— hacen cada vez más difícil encontrar un lugar apropiado para instalar más de diez colmenas.


Es doloroso que en Paraguay, todavía con algunas regiones naturales aprovechables, aún no podamos producir miel ni siquiera para el consumo interno, mientras que el Uruguay, más pequeño territorialmente, en el 2010 exportó 8265 toneladas; y la Argentina, 60.869 toneladas de miel (www.fder.edu.uy).

UNA LEVE ESPERANZA
Pero tenemos entendido que, en esferas del Gobierno, se está trabajando en la organización y planificación de proyectos para brindar una mayor y mejor capacitación a los apicultores asociados en pequeños comités que existen, incluyendo un mejor uso de los materiales que ya tienen en su poder.


Dios quiera que, en breve, sea una realidad el aprovechamiento del néctar de nuestra flora para mejorar la alimentación y el ingreso de nuestros hermanos campesinos.

(*) Especialista en apicultura.

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