Siembra y cosecha mecanizada de algodón en el Chaco Central

FILADELFIA, Chaco (Marvin Duerksen, corresponsal). Ya en la década de los 60, los menonitas importaron las primeras sembradoras para algodón y para maní desde los Estados Unidos. 15 años después compraron las primeras máquinas cosechadoras de algodón. Hoy día, todo el proceso de siembra y cosecha de los cultivos agrícolas de renta en el Chaco Central están mecanizados, con excepción del sésamo. Además, las sembradoras son fabricadas con éxito a nivel local.

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La superficie total cultivada de algodón, maní, sésamo, tártago, sorgo y poroto, en el Chaco Central, tanto de las colonias menonitas como asentamientos indígenas, alcanza anualmente unas 25.000 hectáreas. De esto, el cultivo de algodón llega a 5.000 hectáreas aproximadamente .

Ya en la década de los 60, llegaron a las colonias menonitas del Chaco Central los primeros tractores y al mismo tiempo sembradores provenientes de los Estados Unidos. Anteriormente, ya existían sembradoras estiradas a caballo, traídas desde Canadá por los mismos inmigrantes. En esa época, todo el ingreso económico provenía de la actividad agrícola y el algodón era el principal cultivo. "Después vino el maní, que también fue sembrado con las mismas sembradoras a caballo o bueyes, para luego dar su lugar a los tractores. Empezaron con sembradoras de 4 a 6 hileras -hoy ya existen de 8 a 10 hileras-, lo que significan 10 metros de anchura en cuanto a superficie de siembra, siendo esto mucho más eficiente", explicó el Ing. Agr. Willy Giesbrecht del Servicio Agropecuario (SAP) de Loma Plata.
Por el mismo proceso pasaron los "carpidores", para el control de malezas. Primeramente eran a caballo o bueyes, después a tractor; todo fue traído en aquel entonces desde los Estados Unidos. También se contaba desde los años 50 con pequeños pulverizadores a caballo, y que funcionaban con una persona sentada atrás, encima de la máquina, al aire libre, exponiéndose peligrosamente al veneno. Hoy día, los pulverizadores son motorizados y totalmente cerrados; el tractorista ya no toma contacto desde su cabina con el ambiente venenoso.

A fines de la década de los 70, ya entraron las primeras máquinas cosechadoras de algodón al Chaco Central. En aquel entonces, por ejemplo, la Cooperativa Chortitzer Komitee importó 16 máquinas del tipo "Picker" y después compraron 10 más de Bolivia.
Actualmente, el algodón pasó al segundo lugar entre los cultivos agrícolas de la zona, liderado ahora por el maní. Según algunas fuentes, el cultivo perdió fuerza probablemente por las reiteradas sequías que afectaron fundamentalmente el rendimiento. Otras fuentes indican que los colonos se dieron cuenta de que las máquinas para cosecha de algodón eran hasta 4 veces más costosas que las máquinas para maní; además, la cosecha algodonera en sí, era más complicada en comparación al maní.
Willi Giesbrecht recordó que se fueron a visitar varios países en busca de un sistema alternativo de cosecha mecanizada de algodón y, en Estados Unidos encontraron máquinas del tipo "Striper", que arranca toda la planta y absorbe la fibra, colocándola finalmente en el tanque. Esta máquina trabaja a mitad del precio que el "Picker" (que cosecha el algodón un poco más limpio) y se importaron unos cuantos a partir de 1993. En superficies de hasta 1.500 hectáreas, hay que entrar con "Picker" y en plantaciones mayores con "Striper".


DEL ALGODONAL A LA DESMOTADORA
El algodón cosechado es transportado bajo lona, hasta la desmotadora. Pero también en esto hay nuevos métodos interesantes, que permiten por ejemplo, modular la fibra algodonera recién cosechada en el campo. La máquina cosechadora hecha el algodón en un cajón de hierro, de 9 metros de longitud, de la máquina moduladora, donde es compactado. El módulo trabajado así, puede pesar 10.000 a 12.000 kilogramos, dependiendo de la fuerza de compactación. Después, en un camión especial que carga con un sistema de cadenas, el módulo es depositado en su carrocería y transporta la cosecha a la desmotadora u otro lugar deseado.


RENDIMIENTO
El rendimiento del algodón a nivel nacional es bajo, entre 600 a 800 kilogramos hectáreas, a veces llega a 1.000 kilogramos hectáreas. En el Chaco Central, a pesar de la sequía, el promedio de rendimiento durante los últimos 50 años ha sido 1.200 kilogramos por hectárea. El bajo rendimiento del algodón en el Chaco es a causa de la falta de agua, ensayos con riego en esta misma zona dan totalmente otros resultados que alcanzan los 3.000 kilogramos por hectárea, pero también se cosecharon ya 5.000 kilogramos por hectárea en el Chaco. En Australia e Israel se cosechan con riego hasta 6.000 a 8.000 kilogramos de algodón por hectárea.

COSTOS
Al comienzo, las máquinas fueron introducidas por las cooperativas para sus socios; posteriormente, los socios agricultores empezaron a comprar sus propias máquinas. Los costos son considerables. Una cosechadora moderna tipo "Striper" cuesta unos 130.000 dólares; una máquina moduladora, unos 20.000 dólares. Pero los ahorros en salarios son considerables porque una máquina cosechadora de algodón sustituye la mano de obra de hasta 120 personas. El lado negativo: elimina fuentes de trabajo no calificado. "Toda la mecanización agrícola siempre elimina fuentes de trabajo", considera Willi Giesbrecht.
TAMBIEN LOS INDIGENAS
En el Chaco Central existen 11 asentamientos agrícolas indígenas, asistidos por las colonias menonitas, a través de la organización no gubernamental ASCIM (Asociación de Servicios de Cooperación Indígena Menonita). Estas comunidades (Yalve Sanga Unida, Yalve Sanga Lengua, Campo Largo, Campo Alegre, Casuarina, Pozo Amarillo, Paz del Chaco, La Esperanza, Nicha Toyish, Nueva Promesa, La Armonía) cuentan con un sistema local de salud, escuelas nativas (primarias, secundarias y de capacitación) y plantan sésamo, poroto, algodón y tártago, para la renta; además, trabajan con huertas familiares para el autoconsumo.

Hace mucho tiempo que los indígenas del Chaco Central plantan algodón a máquina. Se trata de simples "plantadores de algodón", máquinas fabricadas localmente y que van en remolque de un tractor. Cada asentamiento indígena tiene su propio tractor y plantadora. En una hora, se siembra poco más de una hectárea de algodón. La cosecha es a mano, principalmente por los costos de las máquinas cosechadoras de algodón y para asegurar la mano de obra familiar que abunda en las comunidades.
Por diferentes razones, especialmente por la sequía, la superficie sembrada en estas comunidades mermó de 1.877 hectáreas en la zafra 1995/96, a 633 hectáreas en la de 2003/04. En el mismo lapso, también bajó el rendimiento por hectárea, de 663 kilogramos hectárea a 276 kilogramos hectárea, mientras que el precio subió de 969 guaraníes por kilo a 2.373 guaraníes por kilogramo.

PROPUESTA
Es muy interesante ampliar la superficie de siembra de algodón en el país, a través de la utilización de sembradoras. Esto puede favorecer mucho al pequeño agricultor, que normalmente tiene 2 a 3 hectáreas de algodón alrededor de su casa. Pero se debería mejorar en el manejo de agua (sequías) y el uso ambientalmente correcto de plagas del algodón en todo el país porque el rendimiento sigue siendo bajo. Por otro lado, mecanizar también la cosecha de algodón es rentable recién a partir de mayores superficies. Si se juntan 10 familias y plantan en total 30 hectáreas, desde ahí puede ser interesante la mecanización de la cosecha de algodón.

Para mecanizar siembra de algodón, planean invertir US$ 45 millones
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