Pérdida de la fertilidad natural de los suelos - Prof. Ing. Agr. Arnulfo Encina Rojas (*)

El suelo es un recurso único, irremplazable y esencial para todos organismos terrestres, incluyendo al ser humano (Navarro García, Gines y Navarro García, Simón, 2013). La pérdida de la fertilidad es uno de los tipos de degradación más importantes que sufre y pone en riesgo la seguridad alimentaria de las personas.

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Según la FAO, la degradación del suelo se define como un cambio en su “salud”, lo que repercute en una disminución de la capacidad de los ecosistemas para producir bienes o prestar servicios para sus beneficiarios. Es el deterioro o la pérdida total de la capacidad productiva del suelo a corto y largo plazo (Gardi et al., 2014), lo cual afecta negativamente la productividad de este recurso y reduce la calidad de vida de la población en general (Encina e Ibarra, 2000 y Encina e Ibarra, 2003).

SITUACIÓN LOCAL

En los últimos años en el Paraguay se ha detectado una alta pérdida de la fertilidad de los suelos, la cual afecta indefectiblemente la productividad de los cultivos y el ingreso del productor, así como su calidad de vida, la de su familia y comunidad. En la región oriental habita más del 97 % de la población total y se tiene la mayor parte de las actividades económicas nacionales, entre ellas, las agropecuarias y extracciones forestales. Esta zona sufre una acelerada tasa de deforestación, que oscila en el orden de 100.000 ha/año. Ello ha incrementado la degradación de suelos, lo que representa un serio problema en detrimento de la base de recursos de tierras, de la calidad ambiental y de la misma productividad de las explotaciones agropecuarias (López et al., 1995).

CAUSAS

Aunque existen diversas causas por las que el suelo pierda nutrientes, entre las más importantes a nivel global, regional y local, están la extracción por cosechas, erosión y lixiviación o lavado.

LA EXTRACCIÓN POR COSECHA

Es una de las principales causas de la disminución de la fertilidad del suelo. La extracción de nutrientes, para obtener cada cosecha, hace que del suelo se libere una cantidad importante de macro y micronutrientes que cumplen funciones muy importantes en la planta y se vuelven parte de granos, hojas, raíces, frutos, flores, entre otros.

El suelo no discrimina el tipo de cultivo ni la extensión del mismo, por lo tanto, esa salida de nutrientes ocurre en los cultivos comerciales intensivos y extensivos. El suelo actúa como un depósito o “cuenta de ahorro” de nutrientes, por ende, al producirse la extracción de los mismos, con cada cosecha, automáticamente disminuyen dichos nutrientes. Entonces, es indefectiblemente necesaria la reposición en cantidad y calidad. Esta acción permitirá mantener o recuperar la fertilidad natural original y, de esta manera, la sustentabilidad de la actividad. De lo contrario, el volumen de nutrientes en el suelo podría vaciarse y producir la pérdida de fertilidad y productividad.

EROSIÓN

Otra causa muy importante por la que se pierden importantes cantidades de nutrientes del suelo es la erosión, tanto hídrica como eólica, o la combinación de ambos.

La erosión hídrica: es el proceso mediante el cual los nutrientes que se encuentran en el humus son arrastrados superficialmente por efecto del agua. Este tipo de degradación se acentúa en zonas donde la precipitación pluvial es alta, la pendiente del terreno es importante y existe falta o escasa cobertura del suelo. Es muy común en la región oriental, donde las lomadas presentan diferentes niveles de relieve o inclinación, lo que favorece el movimiento del agua. Es importante también mencionar que el tipo de suelo, especialmente aquel con textura gruesa, sufre la erosión con mayor impacto. Esta situación se debe a que tiene menos fuerza de unión o integración de sus agregados, por lo que son fácilmente fragmentadas y arrastradas por el agua. Por esta causa es muy importante mantener el suelo el mayor tiempo posible con cobertura vegetal.

Erosión eólica: esta forma de pérdida es el proceso mediante el cual los nutrientes son transportados por efecto del viento. Este tipo de degradación se acentúa en zonas donde la precipitación pluvial es escasa, la fuerza del viento es alta y se presenta falta o escasa cobertura del suelo. Aunque también se presenta en la región oriental, es más común en la región occidental o Chaco, donde el terreno es plano y existe escasa presencia de monte alto, lo que favorecen el movimiento y fuerza del viento. Para reducir la ocurrencia de este tipo de erosión, es muy importante mantener el mayor tiempo posible al suelo con cobertura vegetal y utilizar rompevientos, buscando con ello reducir la fuerza o velocidad de los vientos.

LIXIVIACIÓN O LAVADO DE NUTRIENTES

Otra causa muy importante de pérdida de nutrientes está relacionada con el tamaño de los poros del suelo. Tiene que ver con el tipo de suelo, especialmente relacionado a su grado textural, pues de ello depende la predominancia de macroporos o microporos. El suelo con textura gruesa (areno, areno franco, franco y franco arenoso), con predominancia de macroporos, facilita enormemente el arrastre vertical hacia las profundidades de grandes cantidades de nutrientes esenciales, alejándolos del alcance de las raíces que el cultivo requiere para su buen desarrollo. Aunque en el Paraguay, la pérdida de fertilidad por lixiviación o lavado ocurre en todos los suelos, se acentúa en aquellos suelos cuyo origen es la roca sedimentaria, arenisca. Estos suelos contienen predominancia de arena, situación que también hace que se tenga abundancia de macroporos que favorecen el arrastre y pérdida de nutrientes disponibles en el humus del suelo o en fertilizantes químicos incorporados. La mejor práctica para reducir la perdida de nutrientes por lixiviación o lavado, debido al alto contenido de macroporos, es mejorando el grado de unión o aglutinamiento del suelo mismo. Esto se puede lograr aumentando el contenido de material aglutinante, principalmente la cantidad de materia orgánica (humus) en el suelo. Esto se puede conseguir con la incorporación de estiércol animal y abono verde, sumado a la aplicación del sistema de siembra directa, rotación de cultivos, entre otros.

(*) Docente especializado en suelos.

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