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De manera general, todo ganadero necesita tres especies de forrajeras con ciclos de crecimiento diferentes durante el año. Es también indispensable que se busquen especies resistentes a la cigarrita de las pasturas. De este modo, las forrajeras deben ser distribuidas en la propiedad, de acuerdo con sus exigencias de fertilidad, humedad del suelo o topografía.
Los pastos, en general, requieren suelos profundos y de composición concordante según la especie, en cuanto a arcilla, arena, materia orgánica, entre otras cosas.
Pasto estrella
Requiere lugares con buenas precipitaciones anuales. Es una especie de crecimiento estival, pero posee un buen comportamiento invernal.
Las mejores épocas para la siembra del pasto estrella son primavera y otoño.
Se establece vegetativamente por medio de estolones o cepas. En pequeñas extensiones, se entierran cepas a distancias de 1 m x 1 m. En extensiones grandes puede segarse el pasto ya establecido y esparcir los estolones sobre el suelo preparado, cubriendo finalmente con una rastra de disco.
Pasto pangola
El pasto pangola se desarrolla bien en varios tipos de suelos, teniendo preferencia por lo franco arenoso o franco arcilloso, fértiles y de buen contenido de humedad.
Se adapta bien a las zonas húmedas y subhúmedas. Es de crecimiento estival, mientras que su crecimiento invernal es escaso. Es afectado por las heladas, que seca la parte aérea. Soporta bien las sequías moderadas y las inundaciones no muy prolongadas.
Se establece vegetativamente utilizando tanto cepas como estolones. En cualquiera de los casos, se recomienda el establecimiento previo de un semillero. Una hectárea de semillero proporciona suficiente material para establecer hasta 15 hectáreas cada 2 a 3 meses. Para pequeñas extensiones se entierran hasta 5 plantitas con raíces en hoyos de 25 centímetros de profundidad a distancias de hasta 1 m x 1 m, según las condiciones del suelo.
Avena
Es menos sensible a la acidez de suelos que el trigo, creciendo bien en suelos con pH de 5 a 7, responde bien a la fertilización nitrogenada y fosfatada, siendo el potasio también un elemento de importancia. Es recomendada como pasto de corte con pastoreo directo a los 60 días después de la siembra. Puede ser asociada con azevén, centeno u otras gramíneas.
Produce de 4,8 tn. a 6 tn. de materia seca por hectárea.
La siembra se realiza por semillas, que deben ser de buena procedencia, de 40 a 80 kg/ha., en abril y mayo.
Paspalum rojasy
Es una gramínea originaria del Paraguay, es perenne y está dotada de rizomas alcanzando de 80 cm. a 1 m de altura. Sus hojas son verde oscuras, la inflorescencia es una panícula que puede alcanzar hasta 1,5 metros de altura. Es una especie de suelos medios, vegeta muy bien donde la temperatura varía de 0 a 40 grados centígrados. Es resistente a la helada y la sequía.
Esta pastura florece en el verano con un forraje de buena calidad, con 13% de proteína bruta. Es una buena forrajera de invierno, y de cierta palatabilidad para los animales. No aguanta mucho el pisoteo ni el excesivo pastoreo. La altura ideal para el pastoreo es de 20 a 50 cm., para no eliminar el meristema apical. Puede ser asociada con el pasto Siratro y Centrosoma.
Se siembra por semillas, de 10 a 12 kg. por hectárea, a ser sembradas en primavera.
Salinas
El pasto salinas es originario de Kenia, Africa. Es una gramínea erecta con raíces bastante profundas; perenne, llega hasta 1,5 metros de altura, con hojas de color verde azulado; la inflorescencia es de una panícula contraída de 7 a 8 centímetros de largo.
La principal característica de esta gramínea forrajera es su gran resistencia a la sequía, desarrollándose bien en regiones donde la precipitación anual es de apenas 300 mm. por año.
Su exigencia en fertilidad es baja, no tolerando terrenos encharcados o sujetos a inundación. Rebrota fácilmente luego de la pasada del fuego y de la helada, es susceptible a la cigarrita, y es considerada como una buena opción para la formación de pasturas en regiones secas como la del gran Chaco y también el noreste brasileño.
Su valor nutritivo es alto, siendo que el contenido de proteína bruta puede alcanzar hasta el 16% en materia seca. Su palatabilidad es muy buena, incluso en estado de avanzada madurez.
Hay dos variedades conocidas y de uso corriente: Biloela, que posee plantas vigorosas y de mayor resistencia; y el Gaydah, de porte más bajo y menos resistente. Se siembra de 8 a 12 kg por hectárea de semilla, a 1 ó 2 cm. de profundidad.
Fuente: Cuentas Culturales del MAG
Compendio de Forrajeras Tropicales
Fotos: MATKEI