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Ing. Agr. Fernando Díaz Shenker (*)
Hoy día es frecuente mencionar la degradación y contaminación que resultan de la deforestación y tala de árboles con fines comerciales, el laboreo convencional de suelos que quedan descubiertos, la erosión y liberación de gases como el anhídrido carbónico; la generación de desechos y residuos tóxicos domiciliarios e industriales, de agrodefensivos, envases de plástico y otros tecnológicos (focos, fluorescentes, baterías y pilas, monitores y partes de computadores). Pero ¿qué ocurre con las deyecciones que provienen de los animales mayores y menores que se crían, sobre todo, estabulados?
SISTEMAS PECUARIOS INTENSIVOS
En muchos establecimientos que cuentan con sistemas de producción animal en confinamiento, con cada vez más animales que se crían en espacios cada vez menores (bovinos, ovinos, caprinos, cerdos y aves), aparecen al menos dos problemas: la falta de observancia de las normas del Bienestar Animal, por cuanto los animales no están libres de moverse; pueden igual sufrir de sed y hambre, de incomodidad, de dolor, lesiones y enfermedades, de miedo y angustia. Y la acumulación considerable de excrementos y las dificultades que acarrea su posterior manejo. Por lo general, no existe una manera práctica, segura y efectiva en términos de costos de desecharlos o eliminarlos. Si la cría se realiza en fincas en las que los animales tienen acceso al campo, pasturas y forrajes, la mayor parte del excremento cae en el suelo y sirve como abono natural, aportando y devolviendo nutrientes al suelo.
En cambio, en los sistemas industrializados intensivos, los excrementos se acumulan en las instalaciones y tienen que ser evacuados, transportados o almacenados, lo cual representa un riesgo para la salud de las personas y el ambiente.
EL MANEJO DE EXCREMENTOS
Surge entonces un problema de costos que, por lo general, el productor intenta minimizar. Por ejemplo, el transportar el excremento sólido y líquido animal, para después ser distribuido o esparcido como abono en suelos próximos o alejados del
establecimiento, supone elevados costos, ante lo cual muchos ganaderos optan por esparcirlos en zonas adyacentes, a cielo abierto y en grandes volúmenes, con lo cual ahorran dinero, pero superan la capacidad que tiene el suelo de absorber estos residuos. Además, en los países en vías de desarrollo, en los que el cumplimiento de las leyes ambientales e instalación de sistemas industriales son frágiles, hay quienes los arrojan en los cursos de agua y desagües, contaminando este vital recurso y poniendo en riesgo la salud de las personas, ya que el excremento que se vierte representa un potencial foco de contaminación. Aparte, la sobrecarga o exceso de nutrientes inorgánicos, principalmente nitrógeno y fósforo que resulta del vertido del estiércol animal en un ecosistema acuático, provoca lo que se conoce como eutrofización y desencadena un crecimiento desmedido de algas, que impiden otras formas de vida, perjudicando así la diversidad biológica, algo nefasto para la vida en el agua.
CONCLUSIÓN
¿Cómo evitar o atenuar este problema? La solución difícilmente sea efectiva en un 100 %, pero implica difundir y aplicar las Buenas Prácticas Ganaderas; hacer un uso responsable del agua y suelo, un manejo serio y responsable de los residuos domiciliarios e industriales, velar por el cumplimiento de las normas del Bienestar Animal incluyendo la libertad de moverse y alimentarse en el campo; de permitir que dejen sus deyecciones como abono en el terreno, para beneficio de ellos mismos, del suelo y, al final, del hombre. Se trata de poner límites al afán de lucro y de adoptar estilos de producción más amigables con el medio y sus recursos naturales; que sean más sensibles hacia las condiciones bajo las que se crían los animales, pues como lo señalara el filósofo alemán Arthur Schopenhauer: “El hombre ya ha hecho dela Tierraun infierno para los animales”.
(*) Especialista en comunicación rural.