Leishmaniasis canina - Dr. Oscar Tami Vasconsellos (*)

La leishmaniasis canina (LCan) es una enfermedad sistémica grave, de curso lento y crónico, frecuente a nivel mundial. Descrita por primera vez en el perro doméstico (Canis familiaris), en 1908, por Nicolle y Comte, en Túnez, tiene como agente etiológico al protozoario flagelado del género Leishmania infantum (Viejo Mundo) y L. chagasi (Nuevo Mundo), idéntica y genéticamente indistinguible de L. infantum.

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Al igual que en el resto de América del Sur, la hembra del flebótomo Lutzomyia longipalpis (karacha o mbarigui) es el principal transmisor en nuestro país y ha sido descrito en el Paraguay, por primera vez, en 1955, por los doctores González G. y Arce A.

La zoofilia o antropofilia del vector indica la tendencia a picar a animales o humanos, lo que también señala parte del riesgo epidemiológico. La transmisión no vectorial puede ser horizontal, de perro a perro (mordeduras, transmisión sexual), también vertical, trasplacentaria, a través de transfusión sanguínea y accidente de laboratorio.

ESPECIES A LAS QUE AFECTA

La leishmanias puede infectar al hombre, al perro doméstico, cánidos salvajes, gatos, zorros, marsupiales, zarigüeyas, hámsteres, caballos, conejos, gallos (gallus-gallus), rata negra (rattus- rattus), garrapatas y pulgas, indistintamente.

El Ibizan hound (podenco ibicenco), raza canina de origen egipcio, es la única resistente a la enfermedad. En el Boxer, Pastor Alemán, Rottweiler y el Cocker Spaniel, la leishmaniasis clínica grave es una evolución común, y los animales parecen ser más susceptibles. Dependiendo de su forma de presentación, puede ser endémica o epidémica, y por su origen, antroponosis (humano) o zoonosis (animal).

PREVENCIÓN

La enfermedad se puede prevenir con vacunas existentes (no así en la medicina humana), siendo posible diagnosticarla, tratarla y curarla clínica como parasitológicamente, además de erradicarla y controlarla respectivamente. Desde 1947 y hasta hoy, los derivados antimoniales constituyen los fármacos de primera elección. El sacrificio de las mascotas es ineficaz, porque otros animales – inclusive los humanos– son reservorios de la enfermedad para el flebótomo o karacha. Además, con la eficacia de las vacunas disponibles, actualmente, las mismas también ejercerían una influencia en la estructura general de los ciclos de transmisión, lo que posibilitaría una erradicación y control de la “posible y supuesta” participación del perro doméstico como reservorio y generador de cepas resistentes y restringir los casos humanos.

La vacuna existente ofrece un alto índice de protección, impide e interrumpe el proceso de transmisión de la enfermedad, induce a una alta respuesta celular y no interfiere en la discriminación diagnóstica. Los perros vacunados presentan resultados serológicos negativos al test de Elisa S7 Biogene y con muy baja posibilidad de presentar reacciones cruzadas.

TRANSMISIÓN

A nivel regional se ha demostrado que el fenómeno de transmisión de la LCana los humanos, parece estar más ligado a la antropofilia del vector, la edad y el estado inmunológico de las personas y no exactamente a las zonas endémicas. Varios estudios de investigación concluyen que no existe relación entre infección humana y la prevalencia de LCan. En la enfermedad, el área geográfica de transmisión de los parásitos responsables es más limitada y estable que el de otros microorganismos tropicales, como ser virus (fiebre amarilla, dengue, chikunguña) y Plasmodium sp. (malaria o paludismo). Por ende, existe menor dispersión geográfica, ya sea del vector o agente causante.

TRATAMIENTO

Se ha demostrado la eficiencia del tratamiento farmacológico de los perros infectados con la reducción de la prevalencia de la enfermedad, en regiones donde el mismo se ha utilizado como medio de control, neutralizando la capacidad infectante de los perros tratados, a través de exámenes inmuno-histoquímicos negativos y confirmando la eficacia de los mismos.

Los protocolos actuales disponibles en medicina veterinaria, bien aplicados, proporcionan una total recuperación clínica, remisión parasitaria y buena calidad de vida, en un porcentaje muy elevado de los animales correctamente tratados. Las diferentes observaciones epidemiológicas en el ser humano demuestran la probabilidad de que una leishmania, que se ha hecho resistente a un medicamento antiparasitario, infecte a nuevos pacientes. Esta posibilidad es más elevada y bien conocida cuando el reservorio es el hombre.

OTRAS ACCIONES CONTRALA ENFERMEDAD

Es fundamental mencionar la implementación de la pulverización aérea por el método de ultrabajo-volumen (UBV), en las campañas de combate de la leishmaniasis y otras enfermedades trasmitidas por los diferentes vectores; es decir, el uso de los insecticidas en sus diferentes versiones. No debe olvidarse el control biológico de los vectores, planta y árboles de olor con fragancias repelentes.

La situación actual dela LCanpuede ser vista como una paradoja: se conocen los aspectos más importantes de la enfermedad, pero hasta hoy el control de la misma no ha sido alcanzado.

(*) Especialista en producción y reproducción animal

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