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Los árboles urbanos cumplen funciones primordiales para la sociedad al influir positivamente sobre el ambiente y, además, por ser elementos insustituibles de un medio urbano. Sin embargo, es en este contexto en el que se evidencia su incorrecto manejo, marcado principalmente por la carencia, insuficiencia o mala práctica de la poda.
Para caracterizar la adecuada y oportuna utilización de la poda, es importante conocer que la finalidad de esta intervención determina el tipo de poda a implementar, la técnica o el procedimiento a realizar, además del medio y la época para ejecutarla correctamente.
TIPOS BÁSICOS DE PODA PARA ÁRBOLES URBANOS
La poda de formación es la sugerida para este tipo de árboles, pues con ella se realizan intervenciones sucesivas, sistemáticas y bien articuladas que acompañan el crecimiento y desarrollo de estos individuos. El procedimiento básico consiste en cortar el ápice o terminación de las ramas, intervenir la copa desde la periferia y realizar una tarea parecida al trabajo del peluquero. Con esto se evita cortar ramas gruesas sin posibilidad de poder cicatrizar. Esta modalidad permite regular el tamaño o volumen de la copa, mantener la forma particular y propiciar la producción de nuevas hojas, flores y frutos.
La poda sanitaria es recomendada cuando el árbol presenta ramas muertas o con síntomas de enfermedad. Al amputarlas, se evita la potencial afectación de otras partes del vegetal, asegurando su buen estado sanitario. Puede considerarse como una estrategia de salvataje, debido a que se realiza ante la aparición de alguna enfermedad, la cual obliga a eliminar la parte afectada para salvar el área sana. Es habitual cuando no se implementó un programa de manejo desde su instalación en el lugar.
Otros tipos de poda, tales como el desmoche o descope, son procedimientos extremos recomendados solo en casos en los que no se ha realizado un manejo sistemático y se requiere resolver algún conflicto que se genere a partir de algún conflicto con los elementos urbanos, tales como edificios, carteles señalizadores, líneas de distribución de agua o energía eléctrica, entre otros.
CRITERIOS PARA LA CONDUCCIÓN DEL ARBOLADO
La edad del árbol a podar es uno de los aspectos principales. La recomendación es aplicar la poda ya a temprana edad, para ir orientando la forma que irá adquiriendo el árbol conforme a su crecimiento, desarrollo y al espacio vital disponible. Es muy común tratar de corregir con este tratamiento los problemas que acarrea no haber realizado este acompañamiento, además, de esta manera se evita el corte de ramas gruesas que no puedan cicatrizar.
En cuanto a la época de poda, esta puede ser realizada durante casi todo el año, contrariamente a la creencia popular que la recomienda solo en la temporada de cese de la actividad biológica del árbol, por una marcada variación del clima. Sin embargo, esta conjetura solo es válida para climas templados con diferencias evidentes, entre las estaciones frías y cálidas.
El método de intervención de la copa permite conservar la forma natural o arquitectura del árbol, que es una de las características particulares de cada especie. Regularmente, se acostumbra a no atender a este criterio por falta de conocimiento o medios necesarios para realizarla, así se procede a la eliminación de ramas en el punto de origen o su inserción en el tronco principal, práctica que desbalancea y destruye la conformación natural del árbol. Cuando se cortan ramas gruesas, se genera la formación de heridas que son muy difíciles de cicatrizar. De esta manera, el tratamiento de poda se convierte en el motivo del problema, debido a la pérdida de la salud del árbol por el ingreso de patógenos que causan enfermedades.
Contar con las herramientas y equipos adecuados es el requisito fundamental para tener la posibilidad de combinar estos medios con las técnicas operativas correctas que permitirán realizar una buena poda. Las herramientas de corte deben ajustarse al diámetro de la rama a cortar, y esta debe ser una incisión limpia sin romper ni desgarrar la madera y la corteza circundante.
Los buenos procedimientos incluyen la combinación de cortes sucesivos que permitirán alivianar ramas pesadas, así como seleccionar un buen ángulo de corte y permitir la orientación de la caída para no dañar la propiedad circundante. Los equipos complementarios auxiliarán en el manejo de ramas de gran peso y aquellas que apeligran afectar con su caída. Se incluye también en este grupo todo aquel equipo de seguridad que evite o minimice la ocurrencia de accidentes de trabajo para el operador.
CONCLUSIONES
Los árboles son elementos insustituibles en nuestras ciudades. Para tener y disfrutar de sus beneficios, debemos seleccionar convenientemente la especie acorde con el lugar. Este sitio debe ser acondicionado para recibir plantas de buena calidad, mediante una correcta plantación, posterior protección y provisión del manejo mediante un programa de poda continua a lo largo del crecimiento y desarrollo del árbol. En este sentido, la poda es una labor que no debe tener un carácter de salvataje, implicando un acompañamiento técnico permanente. Para esto, la recomendación es recurrir a un profesional forestal para un asesoramiento adecuado.
(*) Docente de la FCA-UNA