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Por eso, el desafío actual que tienen los agricultores es asegurar en los terrenos agrícolas el nivel de materia orgánica recomendado por los análisis de suelos, contribuyendo así a la preservación de este recurso clave para la producción de alimentos.
CONCEPTO
Por materia orgánica se entiende aquella porción del suelo que resulta de la actividad biológica de los seres que viven sobre ella; vale decir, la microflora (hongos, vegetales microscópicos) y microfauna (bacterias, nemátodos, artrópodos), insectos de diversas especies y tamaños, lombrices y otros, así como de la descomposición de los mismos. Incluye los residuos animales y vegetales, tales como raíces, tallos, restos de hojas, flores de las plantas, en varias etapas de transformación, que sirven de alimento a las nuevas generaciones de seres vivos sobre el suelo. Aparte, hay que tener en cuenta la materia orgánica incorporada por los agricultores, como parte de las recomendaciones técnicas para el laboreo y fertilización de los suelos, con restos de cosechas o agregado de abonos orgánicos de distintos orígenes: abonos verdes, compost, estiércol de ganado y aves bien descompuesto, cascarillas de arroz y coco, humus de lombriz y otros.
BENEFICIOS
La materia orgánica, por la diversidad de organismos que viven y mueren descomponiéndose, puede almacenar una gran cantidad de elementos nutritivos, minerales y un importante volumen de agua, necesarios para el crecimiento de las plantas, y para mantener desde la estructura y la fertilidad natural hasta elevar la productividad de los suelos. Por eso es que el laboreo intensivo, sin la adopción de prácticas agronómicas conservacionistas, resulta en una práctica perjudicial para la productividad de los suelos, ya que aumenta el peligro de la erosión, se remueve el suelo superficial, la materia orgánica termina por oxidarse, se libera el anhídrido carbónico retenido (uno de los gases de efecto invernadero), disminuye la capacidad de retener la humedad, se reduce el contenido de nutrientes, se afectan la textura y estructura de los suelos, lo que a su vez termina por dificultar y encarecer el laboreo agrícola en general, con lo cual disminuyen los beneficios para el productor.
CONCLUSIÓN
El agregado de materia orgánica a los suelos, según la necesidad, forma parte del manejo agronómico de los sistemas agroecológicos de producción agrícola, y es clave en la instalación de huertas en escuelas, jardines y emprendimientos hortícolas comerciales, entre otros. De hecho, se puede evitar el uso de insumos químicos, como fertilizantes; se ayuda a mantener una mejor textura y estructura natural de los suelos productivos, y el productor ahorra dinero.
(*) Especialista en Comunicación Rural.