Ing. Miguel Alonso.
Entre las condiciones generales para habilitar una huerta comercial, se debe analizar en primer lugar la situación del mercado en cuanto oferta y demanda de hortalizas, las características del suelo, el agua y el clima imperante.
Suelo: Por lo general los terrenos que se desea habilitar para huertas requieren desmontes que pueden realizarse en forma manual o mecánica. Algunos productores dejan algunos cocoteros en la parcela, teniendo en c uenta que sus hojas sirven para atar las verduras y para media sombra. Los cocoteros perjudican las parcelas que cuentan con sistema de irrigación por aspersión.
Es muy importante analizar el suelo, a fin de conocer sus condiciones físicas, mecánicas y químicas, principalmente el pH. También se deben tener en cuenta la exposición del terreno a la luz solar, la topografía, la infestación de malezas y la fertilidad.
Una vez realizados los análisis, se deben corregir las deficiencias y paliar la limitaciones con ayuda de los técnicos.
Los cultivos hortícolas deben contar con buena exposición solar, debido a la alta intensidad de desarrollo que tienen esos vegetales.
Con respecto a la topografía, lo ideal es contar con un terreno plano, pero como eso no se da en forma natural, deberíamos buscar que las pendientes no sean mayores al 5%.
En cuanto al pH o acidez, se debe decir que lo ideal es que el suelo tenga entre 6.00 y 6.5, que es la franja en la que los nutrientes están más disponibles para los cultivos; si es menor a 6.00 se debe realizar el encalado para corregirlo.
La falta de fertilidad no es una limitante para la producción hortícola, ya que con el abonado orgánico y químico se puede superar este inconveniente, para obtener rendimientos, iguales o mayores a un suelo naturalmente fértil. Un suelo con fertilidad natural suele tener deficiencias de nutrientes específicos que pueden limitar la producción de algunas especies, a pesar de ser muy fértil. Entonces, la misión del asesor es corregir las deficiencias, para que la producción sea la más óptima posible. Para ello, es recomendable el análisis de suelo.
Con respecto a las condiciones del agua se deben analizar tres puntos: Cantidad, calidad y la disponibilidad. Debe haber suficiente cantidad para abastecer los cultivos hortícolas, ya que los mismos son muy exigentes en agua; en general, la composición de las hortalizas es de aproximadamente 90% de agua. En la huerta se necesita de 1/2 a 1 litro de agua por segundo, por hectárea, durante todo el año para mantener una producción óptima.
El agua para el riego debe estar libre de minerales tóxicos, sin contaminación industrial y no debe albergar microorganismos dañinos para las plantas y los humanos.
La disponibilidad del agua se refiere a que el aprovechamiento debe ser lo más fácil posible; debe estar próxima a la huerta, porque el traslado tiene su costo. Si el agua está en un lugar bajo, se la debe llevar al punto más alto de la finca, en un reservorio, y a partir de allí se la redistribuye. Generalmente, las huertas cuentan con pozos y reservorios. Lo ideal es contar con un buen pozo y un gran reservorio que se cargue durante la noche para su aprovechamiento durante el día.
CLIMA
Hay tres factores climáticos importantes: la temperatura, la luz y la humedad.
La temperatura está en primer orden porque determina el momento de la siembra. Sin embargo, la tecnología y el desarrollo de nuevas variedades hizo que ya no sea tan marcada la época de siembra de las hortalizas. Hoy, con la selección genética y las nuevas variedades, se puede producir todo el año. Pero la cebolla y la zanahoria todavía no se pueden producir en verano con la misma calidad como en invierno.
La luz determina la fotosíntesis vegetal; a mayor intensidad lumínica aumenta la fotosíntesis y aumenta la cantidad de materia seca en los cultivos.
La humedad del ambiente es muy importante para los cultivos, pero es más complicado manejarla. En días secos de altas temperaturas, la planificación del riego permite manejar hasta cierto punto la humedad del ambiente, intercalando periodos cortos de riego en forma estratégica, logrando que se disminuya la temperatura y creando un microclima para los cultivos, pero si no se controla adecuadamente esta técnica, se puede pasar a crear ambientes propicios para la proliferación de hongos, con la alta humedad y elevada temperatura. Se debe ser muy puntilloso con el riego con aspersión.
Suelo: Por lo general los terrenos que se desea habilitar para huertas requieren desmontes que pueden realizarse en forma manual o mecánica. Algunos productores dejan algunos cocoteros en la parcela, teniendo en c uenta que sus hojas sirven para atar las verduras y para media sombra. Los cocoteros perjudican las parcelas que cuentan con sistema de irrigación por aspersión.
Es muy importante analizar el suelo, a fin de conocer sus condiciones físicas, mecánicas y químicas, principalmente el pH. También se deben tener en cuenta la exposición del terreno a la luz solar, la topografía, la infestación de malezas y la fertilidad.
Una vez realizados los análisis, se deben corregir las deficiencias y paliar la limitaciones con ayuda de los técnicos.
Los cultivos hortícolas deben contar con buena exposición solar, debido a la alta intensidad de desarrollo que tienen esos vegetales.
Con respecto a la topografía, lo ideal es contar con un terreno plano, pero como eso no se da en forma natural, deberíamos buscar que las pendientes no sean mayores al 5%.
En cuanto al pH o acidez, se debe decir que lo ideal es que el suelo tenga entre 6.00 y 6.5, que es la franja en la que los nutrientes están más disponibles para los cultivos; si es menor a 6.00 se debe realizar el encalado para corregirlo.
La falta de fertilidad no es una limitante para la producción hortícola, ya que con el abonado orgánico y químico se puede superar este inconveniente, para obtener rendimientos, iguales o mayores a un suelo naturalmente fértil. Un suelo con fertilidad natural suele tener deficiencias de nutrientes específicos que pueden limitar la producción de algunas especies, a pesar de ser muy fértil. Entonces, la misión del asesor es corregir las deficiencias, para que la producción sea la más óptima posible. Para ello, es recomendable el análisis de suelo.
El agua para el riego debe estar libre de minerales tóxicos, sin contaminación industrial y no debe albergar microorganismos dañinos para las plantas y los humanos.
La disponibilidad del agua se refiere a que el aprovechamiento debe ser lo más fácil posible; debe estar próxima a la huerta, porque el traslado tiene su costo. Si el agua está en un lugar bajo, se la debe llevar al punto más alto de la finca, en un reservorio, y a partir de allí se la redistribuye. Generalmente, las huertas cuentan con pozos y reservorios. Lo ideal es contar con un buen pozo y un gran reservorio que se cargue durante la noche para su aprovechamiento durante el día.
Hay tres factores climáticos importantes: la temperatura, la luz y la humedad.
La temperatura está en primer orden porque determina el momento de la siembra. Sin embargo, la tecnología y el desarrollo de nuevas variedades hizo que ya no sea tan marcada la época de siembra de las hortalizas. Hoy, con la selección genética y las nuevas variedades, se puede producir todo el año. Pero la cebolla y la zanahoria todavía no se pueden producir en verano con la misma calidad como en invierno.
La luz determina la fotosíntesis vegetal; a mayor intensidad lumínica aumenta la fotosíntesis y aumenta la cantidad de materia seca en los cultivos.
La humedad del ambiente es muy importante para los cultivos, pero es más complicado manejarla. En días secos de altas temperaturas, la planificación del riego permite manejar hasta cierto punto la humedad del ambiente, intercalando periodos cortos de riego en forma estratégica, logrando que se disminuya la temperatura y creando un microclima para los cultivos, pero si no se controla adecuadamente esta técnica, se puede pasar a crear ambientes propicios para la proliferación de hongos, con la alta humedad y elevada temperatura. Se debe ser muy puntilloso con el riego con aspersión.