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Para ello, se tiene en cuenta la superficie necesaria para producir los recursos consumidos por un habitante, vivienda, empresa, comunidad, región o país, así como el área necesaria para absorber los residuos generados por estos. La importancia de la huella ecológica radica en su valor para estimar el nivel de conciencia ciudadano y gubernamental y, de este modo, asumir una actitud responsable para con el ambiente, en función de nuestras acciones y hábitos de consumo.
CONCEPTO
En 1995, Mathis Wackernagel y William Rees, de la Universidad de Columbia Británica de Canadá, definieron la huella ecológica como el área de territorio ecológicamente productivo con cultivos, pastos, bosques o ecosistema acuático necesarios para generar los recursos utilizados y consumidos, y así absorber los residuos generados por una población definida, con un nivel de vida específico e independientemente de su ubicación geográfica.
CÁLCULO
La huella ecológica estima cuántas hectáreas de bosque se necesitan para capturar el dióxido de carbono que emite una persona o empresa al año, cuánta superficie se necesita para producir el alimento que consume en un año, la ropa que utiliza al año, los desechos que produce al año y que deberán ser absorbidos. El cálculo de la huella ecológica exige la aplicación de fórmulas matemáticas y se basa en los resultados de cinco categorías de consumo humano: la alimentación, vivienda, transporte, bienes de consumo y servicios; además de las que se comparan con las categorías productivas que son: los cultivos, pastos, bosques, mar y ríos, terrenos construidos y área de absorción de dióxido de carbono. Cuando las demandas humanas superan la capacidad de suministro y producción de los recursos existentes, disminuye el capital natural del cual dependen las generaciones presentes y futuras. En la actualidad, en casi todas las regiones del planeta existe una sobrecarga o déficit ecológico que es clara señal de la sobreexplotación de los recursos naturales no renovables (combustibles fósiles) y otros ya no renovables, como el agua y suelo, además de la insuficiencia e incapacidad de recuperación, regeneración y preservación de los mismos, tanto a nivel global como regional y local.
CONCLUSIÓN
Los expertos han calculado que cada persona excede en un 30% o más la superficie productiva que le corresponde, siendo la media de la huella ecológica mundial de un habitante de 2,20 hab./año. Si continúa esta tendencia, en el 2035, la humanidad necesitará casi dos planetas para asegurar la supervivencia de todos los habitantes. Las causas son: el aumento de la población, incremento del consumo, además de un incremento de las necesidades creadas por las empresas y técnicas de mercadotecnia. El Paraguay tiene una huella de 3,20 hab./año, aproximadamente. El bienestar del hombre está en peligro por la continua deforestación, uso irresponsable del agua, pérdida de la biodiversidad (caso Pilcomayo) y el agravamiento del cambio climático.
(*) Especialista en Comunicación Rural.