La introducción de nuevas especies y variedades de hortalizas en el Paraguay se realizó especialmente por medio de los inmigrantes japoneses alrededor de 1940, quienes por hábito alimentario, en pequeñas huertas o dentro del marco de proyectos conjuntos con el Ministerio de Agricultura y Ganadería, y la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), promocionaron el cultivo de especies y variedades poco conocidas e introdujeron tecnologías de producción factibles de ser aplicadas en nuestro país.
Entre los años 1970 y 1980, se registra un aumento en el consumo de especies menos conocidas, entre las que se pueden citar el brócoli, coliflor, col china, ñirá, melón tipo japonés, repollo morado, nabo y pepino; esto probablemente debido al aumento de la población, al hábito mejorado de consumo y a la demanda por calidad.
Y hablando de hábito alimentario, existen datos que demuestran que en Asunción y alrededores se consumen aproximadamente 68,6 kg/año/persona, comparando este dato con lo que consume una persona en el Japón -en donde la longevidad está en primer lugar- que es de 113 kg/año, se registra una diferencia de casi 50 kg menos/persona en nuestro país.
En este aspecto, no es solamente la cantidad consumida la que representa la diferencia sino la forma de consumo, pues la mayoría de los platos japoneses están preparados a base de arroz, pescados y hortalizas cocidas al mínimo (vapor), lo cual permite aprovechar mejor sus propiedades nutricionales.

En este sentido, vale la pena recordar que la cantidad de principios nutricionales depende de cuatro factores: especie y variedad, condiciones agroecológicas en donde son producidas, condiciones de manejo pre y poscosecha y fundamentalmente de la preparación culinaria.
En estos aspectos, la DEAg viene desarrollando diversas actividades, desde hace más de 15 años, con el apoyo de la JICA, en la difusión de nuevas tecnologías, especies y fundamentalmente variedades que permiten al productor cosechar mayor calidad y cantidad. Entre dichas actividades, cabe destacar las prácticas mejoradas y nuevas variedades en frutilla, tomate, melón y pimiento, fundamentadas en primer lugar en la base productiva; el suelo (uso de cobertura vegetal muerta, plástico agrícola, abonos orgánicos, abonos verdes, rotación de cultivos); época de producción (temprana, tardía) y manejo adecuado de enfermedades y plagas; todo esto demostrado en parcelas demostrativas instaladas en la misma finca del productor líder, con la participación activa de los miembros del Comité.

Conviene aclarar que no solamente se difunden las prácticas de producción, sino también las de consumo, porque las técnicas rurales, con sus diversas especialidades (nutrición, preparación y conservación de alimentos, agroindustrias caseras), acompañan y complementan el proceso mediante la preparación de platos a base de hortalizas. Mencionaba un experto japonés que tuvo la oportunidad de trabajar en la DEAg: "Es demasiado importante que sepan cultivar, pero no se debe descuidar el consumo".
En este punto, cabe mencionar que en los últimos tres años se han incrementado notoriamente las visitas a la oficina central de extensión de personas de diversas clases sociales y profesiones (arquitectos, médicos, ingenieros, veterinarios, nutricionistas, zapateros, carpinteros, abogados) para solicitar orientación técnica básica referente a la producción familiar y/o comercial de hortalizas en predios urbanos, periurbanos y en zonas cercanas a la capital, lo que demuestra que el interés en este cultivo va tomando mayor importancia.
En lo referente a la difusión, vale la pena enfatizar que el proceso de adopción de tecnologías, por lo menos en hortalizas, no es rápido; exige un tiempo determinado, es gradual; el productor primero quiere observar, entender y comprender y posteriormente adoptar total o parcialmente (condiciones económicas) parte del sistema mejorado.
Vivencias y experiencias de años de trabajo, especialmente con melón, frutilla y tomate permiten definir que en una primera etapa el productor adopta la nueva variedad, el uso oportuno de fertilizantes químicos y abonos orgánicos; en la segunda etapa, adopta el uso de recipientes especiales (macetas, bandejas), y en otra tercera trata de invertir en sistemas de riego.
Es importante destacar que en nuestro país disponemos de variedades nacionales de tomate y melón, fruto de arduas investigaciones de expertos japoneses y nacionales, (Súper CETAPAR, Luna Yguazú, Yasy Mimbí, Pytã Guasu, Pytã Porã) que se están difundiendo paulatinamente.

Sin embargo, no todo es favorable en el campo de las hortalizas, porque la importación de las mismas sigue ocupando el primer lugar, teniendo en cuenta que la producción se concentra todavía en una época determinada, lo cual obliga a la entrada de productos extranjeros para abastecer la demanda.
Por otro lado, prácticamente el 90% de los insumos utilizados son importados y de alto costo (fertilizantes químicos, plaguicidas químicos, semillas de diferentes procedencias, malla blanca, malla negra), lo cual implica que el productor debe contar con un mínimo de capital y capacidad para una buena administración y utilización. También otro de los factores que incide notablemente en el costo de producción es la intermediación para la comercialización, especialmente la que se refiere al flete; sumadas a esto, la incipiente planificación de la producción y la inestabilidad de las organizaciones sociales.
Aun así, todos estos inconvenientes pueden ser solucionados a corto y mediano plazo, de tal forma de apuntar a una producción competitiva, (inocuidad, calidad y valor agregado), tanto en el ámbito nacional como internacional.
(*) Especialistas Oficina Central DEAg - Área: Olericultura.