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Sin embargo, en numerosas ocasiones, con las prácticas del rozado, de la quema y laboreos tradicionales no conservacionistas, se interrumpe el ciclo natural de producción y suministro de materia orgánica a los suelos, que terminan por empobrecerse y perder su fertilidad natural en términos de nutrientes para las plantas cultivadas. A lo señalado, se le suma el mayor riesgo de compactación, una de cuyas consecuencias es la menor capacidad de absorción del agua de lluvia, que así escurre con fuerza sobre la capa superficial y provoca la erosión, o sea, el arrastre de partículas y nutrientes superficiales del suelo. En casos extremos, se verifica la desaparición de la capa arable a causa de la erosión, con lo cual las fincas se tornan poco cultivables y productivas. La mayor deforestación existente en numerosas zonas del país contribuye a agravar este fenómeno.
PRÁCTICAS AGRONÓMICAS
En las grandes fincas, la restitución de los elementos nutritivos al suelo puede hacerse mediante el cultivo de abonos verdes, también con el agregado de estiércol bovino o bien, con la aplicación de fertilizantes químicos, teniendo en cuenta los resultados de análisis de suelos y de acuerdo a los cultivos agrícolas y su capacidad de extracción de nutrientes, reconociéndose en todo caso el valor de la rotación de cultivos.
MATERIA ORGÁNICA
En pequeñas chacras, la fertilidad puede recuperase y mejorarse con el agregado de materia orgánica bajo forma de estiércol bien fermentado, mediante el cultivo y enterrado de abonos verdes, de compost preparado con desechos de plantas, y residuos orgánicos y de alimentos de uso diario (frutas y hortalizas). Por ejemplo, en horticultura intensiva, de acuerdo con el Ing. Agr. Miguel Alonzo, si se implementa un sistema de siembra directa, hay que aplicar aproximadamente 5000 kgde estiércol de aves por cada 1000 m2, para mantener la fertilidad del suelo. La materia orgánica agregada en la dosis adecuada es fundamental por cuanto contribuye al logro y mantenimiento de una textura y permeabilidad apropiadas, lo que facilita los procesos de aireación y drenaje del agua de riego y de lluvia, lo que favorece el desarrollo radicular de las plantas y su crecimiento.
ABONOS VERDES
Estas plantas se cultivan para cubrir el suelo y mejorar sus características físicas, químicas y biológicas. El principal efecto de la cobertura es disminuir la erosión, evitando el impacto directo de las gotas de agua sobre el suelo y disminuyendo la velocidad del escurrimiento superficial. Además, impiden el efecto directo de los rayos solares sobre el suelo. Los abonos verdes de verano, como mucuna, poroto común, crotalarias, kumanda yvyra’i, leucaena y poroto gigante, se pueden cultivar a partir del mes de agosto hasta diciembre. Los abonos verdes de invierno, como lupino, nabo forrajero, avena negra y la vicia, se cultivan a partir de marzo hasta junio. Pueden ser cortados e incorporados al suelo cuando comienzan a florecer o bien, se cortan y dejan sobre el suelo. Después se puede pasar encima el rolo cuchillo, para que sirvan como cobertura vegetal.
CONCLUSIÓN
El director general dela FAO, José Graziano da Silva, señaló: “Hoy en día, más de 805 millones de personas padecen hambre y malnutrición. El crecimiento demográfico requerirá aumentar la producción alimentaria en aproximadamente un 60 %. Dado que una gran parte de nuestros alimentos depende de los suelos, es fácil comprender lo importante que resulta mantenerlos sanos y productivos”. En resumen, los suelos fértiles y sanos nos proveerán también de alimentos sanos y nutritivos en su composición química.
(*) Especialista en Comunicación Rural