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La vaca lechera es muy susceptible al estrés calórico. La misma produce calor, siendo esta una ventaja en épocas de frío, sin embargo, con elevadas temperaturas, la habilidad de la vaca para disipar el calor es mínima.
El medio ideal para la vaca lechera es de 5 a 18 grados centígrados, pero se puede mantener sin un impacto negativo en la producción hasta los 27 grados centígrados.
Para el caso que nos ocupa, cuando la temperatura rebasa los 30 grados centígrados, comienzan a sentirse los efectos del estrés calórico. Con una humedad relativa de un 80% y una temperatura arriba de los 23 grados centígrados, las vacas lactantes empiezan a sufrir el estrés, con una humedad relativa baja, la vacas estarán más confortables, siempre que se trate de temperaturas inferiores a los 30 grados centígrados.
El efecto del estrés calórico en la vaca lechera recae principalmente en dos puntos muy importantes: la producción de leche y la reproducción.
La vaca, en un ambiente no confortable, disminuye su producción gradualmente de 8 a 10% mensual, después de haber alcanzado el pico más alto en su lactancia, que es entre los 45 a 110 días después del parto.
La producción de leche disminuye considerablemente con temperaturas arriba de los 30 grados centígrados. La pérdida o reducción en la producción va del 15 al 35% menos de leche comparadas con las de temperaturas termoneutrales.
COMO ENFRENTAR EL PROBLEMA
Sombra en corrales: Lo más fácil y obvio para ayudar a las vacas a reducir el estrés calórico es evitando la exposición directa a los rayos del sol. Las sombras reducen la temperatura corporal y tasa respiratoria (jadeo) en la vaca, e incrementan el consumo de materia seca y la producción de leche.
Para construir cualquier tipo de sombra, en este caso artificial, se toma en cuenta el material, medida, altura, orientación, base de la construcción y permanencia de la misma.
Las sombras deben ser altas, de tal manera que haya un espacio entre la vaca y el techo; si la sombra va a ser de lámina se recomienda pintar de color blanco la cara al sol, con el fin de que haya un mejor reflejo de los rayos solares.
Aspersores: El enfriamiento de vacas por medio de brisa fina de agua logra reducir la temperatura ambiental desde 41 grados centígrados hasta 15 grados centígrados a la salida de los aspersores, ya sea en echaderos o en comederos.
Con este sistema el animal se tranquiliza y se estimula la bajada de leche, obteniendo un mejor ordeño que si estuviera estresada.
Ventiladores: En las salas de espera, donde se moja al ganado con rociadores, es imprescindible la colocación de ventiladores para disipar la humedad, de lo contrario, el efecto sería contraproducente al crearse un ambiente caluroso saturado de humedad. La combinación de aspersores y abanicos en la sala de ordeñe resulta en un beneficio de 1 a 2,5 kilogramos de leche extra por vaca.
Los aspersores y ventiladores funcionan bien en días con baja humedad; en los días con elevada humedad pueden prenderse los ventiladores sin aspersores.
Control de moscas: Cuando no se tiene un manejo adecuado para el control de moscas la vaca sufre un estrés muy fuerte, pues a más de quitar energía para poder disipar el calor, gasta otro tanto cabeceando y coleando para quitarse las moscas. Una buena práctica es limpiando los corrales 2 ó 3 veces por mes, así como las partes bajas en los bebederos y limpiando las banquetas.
LA ALIMENTACION
El manejo nutricional es uno de los aspectos más importantes a considerar en animales con estrés calórico. La vaca estresada manifiesta incapacidad para mantener sus funciones vitales en orden, sube su temperatura corporal, aumenta las respiraciones y el balance de hormonas se pierde. En estas condiciones la vaca requiere de cantidades de nutrientes adaptadas a esos desbalances; además, la misma reduce su consumo de alimento, como por ejemplo forrajes, y de alterar sus horarios de alimentación.
Primeramente se debe adecuar el horario de alimentación procurando servir con más frecuencia y evitando las horas cálidas, cuando el ganado no consume alimento. Se ha observado que desde las 10 a 17 horas las vacas que sufren de estrés calórico no se acercan al comedero; sin embargo, si se provee de sombra, brisa y ventiladores los animales consumen más sus alimentos.
Se recomienda evitar o reducir el uso de ensilajes y otros alimentos húmedos, pues se deterioran rápidamente con el calor y el olor evita que el ganado lo consuma.
(*) Especialista en producción lechera, reproducción y climatología.