El manejo del pasto

Ing. Agr. Fabián Tomassone (*) En la ganadería subtropical, que es una de las nuevas fronteras de crecimiento del sector pecuario, la dinámica del pastizal es tal que los excedentes, una vez envejecidos, se transforman en un obstáculo para la conversión de pasto en carne. Solo un manejo activo del pastoreo puede aumentar a la vez la producción de carne y la de pasto, además de mejorar la estructura y la calidad del pastizal.

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En las zonas subtropicales y tropicales, el crecimiento de los pastos es muy alto durante gran parte del año, debido a las altas temperaturas combinadas con humedad. Esto conduce a una tendencia de los pastos a envejecer, disminuyendo notablemente su calidad.
La pérdida de calidad del forraje no permite que los animales en pastoreo dispongan de la cantidad adecuada para lograr las máximas ganancias de peso posibles a campo en función de su potencial genético. La consecuencia será una muy baja producción de carne anual por individuo y por unidad de superficie (hectárea) en relación con el potencial forrajero.
Por tanto, la gran mayoría de las empresas ganaderas obtienen una baja producción de carne debido al bajo consumo de materia seca, que a su vez se debe a la baja calidad del forraje ofrecido.
Para aumentar la producción de carne, entonces, se requiere que los animales consuman la mayor cantidad de materia seca posible y, para ello, es necesario que la calidad del pasto sea óptima.



DIGESTIBILIDAD Y
SELECCION DEL PASTOREO
En esa pastura, seguramente el animal no podrá consumir todo el pasto de calidad que necesita y tendrá que consumir pasto de menor calidad. Eso también dependerá de la carga que se asigne. Con alta carga, el aumento de peso individual es muy pobre, ya que hay poco que compartir, y si la carga es baja y el animal puede seleccionar a gusto, su aumento de peso es bueno pero la producción por hectárea es pobre. Por este motivo, es indispensable tener pasturas con una oferta de pasto adecuada, o sea, con buenos sitios de alimentación.
Una pastura que se pasa, pierde calidad notablemente, y el animal tiene que elegir las hojas verdes y frescas en medio de un gran volumen de pasto envejecido. Este es el escenario habitual de las pasturas subtropicales, donde se confunden muchas veces grandes volúmenes de pasto con buenas producciones, siendo justamente al revés.
El problema no solo está en el daño ocasionado en cada pastoreo, sino que el mismo se refuerza en cada pastoreo posterior mientras el forraje viejo no sea removido, ya que este no permite que se produzcan nuevos rebrotes. Esto va llevando lentamente a una degradación de la pastura y muchas veces también del suelo.

SUBPASTOREO Y
DEGRADACION DEL PASTO
Para entender cómo debe ser un sitio de alimentación adecuado, es preciso saber que las plantas crecen a través de dos tipos de yemas, las apicales y las axilares. Si se maneja el pastoreo en función de dejar la yema apical, la altura del pastoreo debe ser elevada, lo que condiciona a la planta a tener un hábito erecto. De esta forma, los rebrotes tienen que superar la altura básica de la planta para estar accesibles al animal. Cuando ello ocurre, se va perdiendo calidad y, además, el porcentaje de hoja pastoreado es bajo, o sea, la eficiencia de cosecha del pasto es pobre. La otra opción es manejar el pastoreo en función de remover la yema apical para permitir que el crecimiento de la planta surja de la brotación de las yemas axilares, que se encuentran abajo. Este manejo modifica la estructura de la planta al cambiar su hábito de crecimiento apical. De esta forma, la pastura tiende a ser cespitosa, no erecta.

EL PASTOREO Y LA PLANTA
Luego de explicar cómo se puede lograr una pastura de calidad, está claro que la mejor forma es a través de un manejo que favorezca el crecimiento de la planta vía las yemas axilares. Esto permite que las plantas se expandan hacia los costados, ocupando todos los espacios y capturando la máxima luz posible, aspecto vital en el crecimiento de la planta, que ya fue explicado al comienzo. De esta forma se aumenta la capacidad de fotosíntesis y se combaten mejor las malezas al ocupar los espacios en forma más eficiente.
Una característica muy importante de este manejo es que la pastura adquiere una altura de fácil acceso y confort (al correr el viento hay menor temperatura y menor invasión de moscas), lo que permite al animal obtener la máxima cantidad y calidad posible de pasto. Comparada con la pastura alta del manejo convencional, esta pastura “baja” está mejor preparada para rebrotar, produciéndose un círculo virtuoso.


LA ALTURA DEL
PASTOREO Y LA PASTURA
En resumen, debemos buscar, en líneas generales, bajar las pasturas, para lograr mejores rebrotes, de forma de ofrecer sitios de alimentación donde haya las suficientes cantidad y calidad que permitan tener altas cargas y ganancias de peso. De esta forma la producción de carne se puede incrementar notablemente.
Para poder manejar el pasto según el razonamiento planteado hasta aquí, la propuesta tecnológica es el uso del pastoreo rotativo y controlado, donde el conocimiento, el razonamiento y el sentido común son los motores que guían al ganadero en la búsqueda de los mejores resultados posibles a partir del dinamismo que caracteriza al crecimiento de los pastos.
El pastoreo rotativo y controlado consiste no solo en hacer divisiones y armar unidades de rotación, sino que también exige combinar el arte de manejar el pasto con el conocimiento, sin mecanismos fijos o estructurados.
Para poder manejar el pastoreo controlando su crecimiento, se deben conocer a fondo dos factores básicos:
1. Los factores vinculados al animal, en los que cada categoría tiene requerimientos y objetivos de producción particulares, prestando atención al aspecto sanitario, a la mansedumbre para manejarse adecuadamente dentro de este sistema de producción, etc.
2. Los factores vinculados a la pastura, que se deben ensamblar con los objetivos planteados para los animales dentro del sistema de producción. Los factores a definir son: altura de entrada a la pastura, altura de salida, días de descanso entre pastoreos, carga total de cada circuito y del sistema, días de pastoreo por parcela, todo esto en el marco del tiempo (cronológico y climático), donde las condiciones de crecimiento del pasto van variando.
Muchas veces se produce, más allá del manejo del ganadero, un crecimiento del pasto tan violento que hace que las pasturas se pasen inexorablemente. Pero para estas situaciones existen varias herramientas que permiten al ganadero poner la pastura nuevamente en condiciones adecuadas para generar calidad y cantidad de forraje. Las herramientas son: ajustes en la carga, uso de categorías fusibles, diferimiento de parcelas que se van pasando para su uso invernal (salteándolas una vez pasadas para evitar que se pasen todas las parcelas subsiguientes), uso de la desmalezadora y, como última herramienta para situaciones especificas, también es una opción la quema.
¿Qué se requiere para manejar todos estos factores o por lo menos la mayoría de ellos? El arte en el manejo del pasto no solo está nutrido de una inclinación personal sino también de convicción suficiente para llevar adelante el manejo, capacidad de seguimiento, dedicación, observación permanente, recopilación de registros básicos que permitan generar información, y todo ello en el marco de conocimientos básicos. Por ello es que decimos que el manejo del pasto es una combinación de arte con conocimientos.
Tenemos las plantas y los animales. En el medio está el hombre, como administrador de ambos recursos dentro de una empresa cuyo objetivo es la búsqueda de la ganancia sustentable en el tiempo. La tecnología para manejar la combinación de estos recursos es el pastoreo rotativo y controlado, que nos permite administrar el pasto, anticiparnos al futuro al conocer el crecimiento del mismo, lograr un orden en el sistema de producción y finalmente obtener resultados productivos y económicos que generan una enorme satisfacción.

(*) Asesor privado de empresas ganaderas en la Argentina, Paraguay y Uruguay.
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