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Movidos por este escenario poco alentador para el futuro de las sociedades, en varios países se han adoptado enfoques de producción sostenibles; vale decir, amigables con el ambiente, pero que además, y en grado variable, buscan hacer frente a la pobreza que afecta a importantes segmentos poblacionales; a jóvenes y personas que bien podrían conformar la población económicamente activa (pea) de una región, de un sector económico y de un país, en definitiva. Uno de estos enfoques es el de economía verde.
CONCEPTO
De acuerdo con Mara Murillo, directora adjunta del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), la economía verde se concibe como aquella que lleva a mejoras en el bienestar humano, a avances en la equidad social, con una superación de la línea de pobreza, a la reducción significativa de riesgos ambientales con menos emisiones de anhídrido carbónico y de gases tóxicos a la atmósfera; a una producción con un uso más eficiente de los recursos naturales, junto con la preservación de los bosques y árboles; de la biodiversidad y de los ecosistemas.
ALCANCES
Según la especialista, la economía verde puede considerarse como un modelo que apunta al desarrollo sostenible de los países que, como bien se sabe, se sustenta en tres ejes: crecimiento económico, bienestar social y preservación del ambiente. Estos ejes interactúan entre sí de manera dinámica, generando avances o retrocesos en uno o más de ellos, según las políticas socio-económico-ambientales aplicadas por las naciones. La cuestión de fondo es incentivar e invertir en proyectos e iniciativas publico-privadas que, siendo productivos y con el enfoque de economía verde, posibiliten: una reducción de la contaminación y emisión de gases como el anhídrido carbónico, un uso de fuentes alternativas de energía, como la solar y eólica; la generación de empleos para aquellos de menores ingresos, a fin de que mejoren sus condiciones y calidad de vida. Obviamente, al preservar el ambiente y sus recursos, se facilita la implementación de iniciativas de economía verde por cuanto habría árboles, suelos fértiles, agricultura familiar rentable, cría de animales a campo, producción silvopastoril con frutales, plantas aromáticas y medicinales, entre otras. Pero también el acceso a infraestructura (caminos) y servicios básicos (saneamiento, agua); salud y educación forman parte de las inversiones en economía verde que harán posible obtener los resultados que se esperan con estas iniciativas.
CONCLUSIÓN
El modelo económico actual y extractivo continúa generando un mayor consumo de energía (pese a la baja en el precio del petróleo), pues sigue elevando en la atmósfera la concentración de gases de efecto invernadero; acentúa la pérdida de bosques y los efectos del cambio climático con lluvias y sequías; eleva la temperatura media global y otros —con lo cual solo agrava las condiciones de vida del hombre en el planeta—. Esperemos que la economía verde sí marque el camino hacia una transición económico-productiva que nos beneficie a todos, incluyendo a los demás seres vivos.
Robert Redford, actor, ecologista y director estadounidense, dijo: “Creo que el ambiente debería ponerse en la categoría de seguridad nacional. La defensa de nuestros recursos es tan importante como la defensa del exterior”.
(*) Especialista en Comunicación Rural